Fragmento 11

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De cuando se graduó...

Aquel día era importante, muy importante para cualquier mortal que había pasado toda su niñez, adolescencia y parte de su adultez estudiando entre pesados libros y sistemas estrictos.

Hoy por fin esa generación se graduaba y le decía adiós a los estudios, por fin se sumergían de lleno a la vida adulta con todas las deudas y responsabilidades que incluían.

A veces Percy sentía pena por los mortales que llevaban vidas tan aburridas y monótonas. Aunque quizás los mortales no lo envidiarian si supieran que en ese momento, media hora antes de su acto de graduación, el chico se encontraba luchando contra el enorme minotauro, su viejo rival.

—¡Tienes tres minutos para acabar con esto, Perseus, o no llegaremos a tiempo! –le gritaba Nico con fastidio–.

El hijo de Hades estaba sentado sobre las altas ramas de un árbol. Viendo con fastidio el combate.

—¡Oh, claro, si tan solo un alma piadosa y caritativa quisiera ayudarme! –le respondió con fastidio–.

Contracorriente brillaba en su mano derecha, el reloj-escudo que le regaló su medio hermano estaba desplegado en la izquierda. Percy estaba sudado y parte de su camisa se encontraba rasgada.

—Sabes que no puedo hacerlo –replicó el hijo de Hades–. Este es el regalo de graduación de mi padre.

Percy rodó los ojos con fastidio. Jamás entendería el sentido del humor de su suegro. Hades era terrible, cuando de enviar regalos hablábamos. Eso Percy lo tenía claro ahora.

Al saberse abandonado por su novio, Percy no tuvo de otra que poner todo su empeño en matar al monstruo. Unas estocadas por aquí, saltos por allá, su fiel espada chocando y cortando ¡y listo!

¡Polvo de Minotauro listo para servir!

Percy se sentó en el suelo, seguramente ensuciaría de más su pantalón, pero él necesitaba descansar. Tapó a contracorriente y redujo su reloj-escudo a la normalidad.

—Tardaste cuatro minutos –comentó Nico a su lado, entrecejo fruncido–, te estás oxidando.

Percy no respondió con palabras, solo se alzó de hombros y suspiró mientras se levantaba.

—Llegaremos tarde, mi madre y Paul nos están esperando.

Los chicos volvieron al auditorio donde se llevaría a cabo la ceremonia. Tres personas estaban en la entrada del mismo, Sally y Paul eran dos de ellas. Pero Percy casi toca el suelo con su mandíbula al ver al tercero.

—¿Papá?

Y así era, Poseidón le sonreía con esa aura de Dios caribeño que tanto lo caracterizaba. Un pantalón caqui y una camisa manga larga color verde agua con palmeras que combinaba con sus ojos.

—¡Percy, hijo, estoy tan orgulloso de ti! –le dijo, sin quitar su sonrisa–

El Dios se acercó a él para abrazarlo y palmear su espalda.

—Es increíble como mi hijo logró superarse académicamente, incluso luchando con monstruos y teniendo dislexia –comentó con gracia–.

Percy no pudo evitar reír un poco, también, recordando el regalo de Hades y como había terminado.

—Ten, ve a cambiarte esa camisa –le dijo el dios mientras le entregaba una bolsa–

Percy la revisó, una camisa igual a la suya estaba dentro. Agradeció rápidamente y se giró para darle un beso a su madre en el cachete antes de correr tras bambalinas.

Mientras sacaba la blanca camisa, una bolsita transparente cayó de ella. Dentro, tenía una pequeña cuenca color verde con el dibujo de un hombre nadando.

Percy la sostuvo y sonrió ampliamente. Se quitó su collar del campamento y la agregó al mismo. Entendió el mensaje oculto casi a la perfección.

A pesar de que había logrado continuar con su vida entre los mortales, Percy nunca dejaría de ser un semidios... Su corazón siempre estaría en el campamento mestizo.

...

¡Buenas, mi gente hermosa!

Aquí el penúltimo capítulo, denle mucho amor porfis ❤️

Nos leemos pronto, all the love xx

Pequeños momentos || PERCICO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora