𝙇𝙖 𝘿𝙖𝙢𝙖 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙙𝙪𝙚𝙡𝙤𝙨 | 𝙎𝙚𝙘𝙘𝙞ó𝙣 𝘽

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«Las estaciones no le temen a la muerte, ni el viento, el sol o la lluvia, así que vamos, bebé. No le temas a la muerte».

🌻

El joven tembló y ahogó su incesante dolor mordiendo su lengua para no preocupar a su amada; aquella, sin ser estúpida, notó aquel gesto y se removió del lecho, molesta por no poder hacer nada.

_Dejame llamar a alguien ¿si? A tu madre aunque sea, cielo._ suplicaba.

_¡Ni se te ocurra! Princesa, no quiero pasar mis últimos momentos rodeado de desconocidos en bata blanca mientras mi madre y tú lloran desconsoladamente al notar que me llevan en una camilla a lo que sería mi próxima muerte, sólo y desprotegido._ articuló para luego soltar un quejido de dolor_ Quiero y necesito quedarme aquí contigo. Pues me siento feliz de poder presumirle a los demonios que yo ya estuve en el Cielo sin entrar, cada beso tuyo fue como vivir en el paraíso.

Victoria sonrió acongojada.
Joseph escondía su cabeza en la calidez del pecho ajeno; tapado con sábanas hasta el cuello, pues además de dolor sufría un terrible frío helado. Victoria, quien estaba más acalorada, pasaba su cabeza por el cabello rojizo del chico, ignorando las leves lágrimas que recorrían la longitud de su pulcro rostro.
El muchacho no podía negar que se encontraba en un lecho felíz; la muerte de su abuelo habia sido lenta y dolorosa, la de él no difería mucho pero su abuelo habia muerto solo, rodeado de extraños que pinchaban y medían su cuerpo.
Él allí, en los brazos de su amada, su adoración, no podía pedir nada más.

_Que suerte que Ben me animó._ soltó y la joven, lagrimosa, lo observó extrañada.

_¿Qué dices, cariño?

_Que tuve suerte, el día que Benjamin me dijo que necesitaba un polvo le di la razón y luego fui al hospital. Veinte minutos después, conocí al amor de mi vida._ aunque nunca iba a aceptarlo, estaba realmente asustado. Victoria sintió la presencia de una lágrima fría y amarga que pintaba el rostro de Joe.

_Nos veremos otra vez._ afirmó con dolor_ t
Te lo prometo, cielo.

Joseph sintió una aguda punzada de dolor  que se presentaba desde el pecho hasta el ombligo. Su piel se erizó enteramente y se revolvió, incómodo.

_Esperemos juntos, pase lo que pase. Estamos hechos para estar juntos y nos volveremos a ver,_ dijo_ pero el show debe continuar, sin mi, sin ti.

Vic, quien no estaba menos adolorida que él, entrelazó una de sus manos y la besó. Joe estaba frío, congelado.
Su tono de voz habia cambiado, ya no se registraba esa alegría que irradiaba, ni sus gritos constantes, ni sus bromas pesadas.

_¿Quieres que te prepare algo de comer?_ preguntó dolida.

𝐓𝐡𝐞 𝐟𝐞𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐩𝐢𝐥𝐥𝐨𝐰 | 𝐉𝐨𝐞 𝐌𝐚𝐳𝐳𝐞𝐥𝐥𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora