11 - 𝐉𝐔𝐃𝐈𝐓𝐇

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—Te quiero, cariño.—me dijo Jennie, su actitud últimamente ha estado extraña y tensa.

Habían pasado dos días luego de ese íntimo encuentro y ni ella ni yo hemos tocado el tema. Volviendo a lo principal, ella cada vez que tiene la oportunidad de decirme que me quiere, lo hace o me dice que pase lo que pase siempre debo creer en ella.

—Yo te quiero mucho más, princesa.—le dije atrayendola a mi regazo.

—Ya sabes que no importa lo que pase, debes creer en mí, siempre, mi vida.—y ahí está.

—Jennie, ¿está sucediendo algo?—dije mirándola a los ojos.

Ella apartó la mirada y supe que sí.

—No, no, cariño, ¿Qué podría suceder? Todo está en orden, sólo te lo digo para que sepas que mucha gente no quiere lo mejor para mí.

Yo la abracé tratando de conseguir algo. Ella me abrazó y me beso la cabeza, típico de ella; se alejó un poco y me susurró «“Debo irme, mi vida, nani me está esperando para comer”» yo sonreí y le dije:

—Vamos, yo te hago el aventón de aquí a allá.

—¡No!... digo, no es necesario, tomaré un auto que me lleve a su casa, debes estar cansada, reina; hemos tenido días pesados con tanto cliente.—ella se levantó de mi regazo, camino a donde ahora estaba un escritorio, el cuál es de ella.

Algo que había cambiado en el bar era que Rosé había renunciado a ser administradora del lugar luego de que un cliente le dijera cosas demasiado obscenas y le agarrara su trasero. Me dijo que era conveniente tener a Jennie cómo administradora y cantante, ya qué ella podía atraer a más gente.

Y sí, Jennie era la administradora del bar y como toda una hermosa mujer merece su lugar, me ocupé de decirle a la constructora que ampliará mi oficina y que Rosé se encargará de ordenar toda la oficina con nuevos detalles.

—Está bien, nos vemos mañana.

Me dio un beso y salió, dejándome totalmente desconcertada.

Jennie pov's

Luego de haber salido del bar, caminé hasta encontrar algún carro que me llevara a mi destino.

Me sentía culpable al mentirle a Lisa, de todas las formas posibles, sobre mi vida verdadera, sobre aquella persona a la que ahora vería; y sobre esa pequeña niña que apenas tenía un año.

Ella ha sido tan buena y amorosa que siento qué la verdad le va a doler hasta el alma, pero tenía miedo, miedo a perderla y quedarme de nuevo en aquella tormenta a la que regresaba luego de terminar una relación o lazo.

El taxi se detuvo en aquella casa desgastada, donde se encontraba mi rayo de sol. La casa era blanca y tenía un jardín casi muerto en la entrada. Las luces de dos habitaciones estaban prendidas y supuse que mi abuela estaba con Judith en la sala de estar.

—Muchas gracias, señor.—le entregue el dinero y salí.

—Qué tenga buena noche, señorita.—dijo y yo asentí.

Corrí a la entrada de la casa y abrí, la sala estaba totalmente ordenada y la cocina igual. Mi mirada se dirigió a la gran pintura que Lisa había comprado de un museo y como obsequio se lo dio a mi abuela el día que la invitamos a comer.

Deje mis zapatos en la entrada y me puse mis pantuflas, suspiré y subí las escaleras. Las risas de Judith y de mi abuela se hacían presentes en el pasillo de las habitaciones, sonreí tristemente y negué para mi, sabiendo que ocultar la verdad no servía de nada.

—¡Mami!—Judith gritó cuando me vio en el umbral de la Salita de estar que se encontraba a en el segundo piso.

—Hola, corazón.—dije cuando la cargue, ella apretó mi cuello con sus bracitos. Yo besé su cabeza y la volví a sentar en el sofá.

Mire a mi abuela y ella sonrió.

—No le has dicho, ¿verdad?—negué y me senté en el suelo junto a sus piernas.

—Nani, todo está bien ¿tengo que decirle lo de Judith?—mire a mi hija casi sobrina.

—Ella debe saber la verdad, Alicia te dejo a Judith cuando tenía un mes de nacida, tu hermana confío en tí para que cuidaras de su hija, tienes la responsabilidad de cuidar a esa niña—señaló a Judith quien hacía carrito con su boca—. Lice debe saber que tu sobrina ahora es tu hija y que tienes que velar por su bienestar. Si ella en verdad te quiere como dice quererte, lo entenderá.

Abracé a mi abuela y lloré, ese no era el mayor problema, sé que Lisa entenderá lo de Judith...

—Nani, ella aún no sabe lo de Kai, ella no sabe que Kai es mi ex pareja y que yo lo frecuento seguidamente para que me ayude con Judith, ella no sabe que él me amenaza con hacerle algo a ella si no me alejo...

Mi relación con Kai había acabado ya hace siete meses, pero sabía que era casi imposible que él se alejara completamente de mi. Él siempre colocaba el maldito pretexto de que Judith también era su prioridad y que me ayudaría. Desde que se entero de que yo estaba enamorada de Lisa, me amenaza con hacerle algo a ella o a Judith. Yo no he tenido la valentía de decirle a Lisa lo que sucede.

Ella podría odiarme.

—Hija, ya, no llores— me dijo mi abuela—. Vamos, he dejado tu cena en la cocina.

—Nani, es mejor que Judith y yo ya nos vayamos al departamento, es tarde y podría llegar a llover, no quiero que se resfrie.

Mi abuela suspiró y asintió, se levantó haciendo que yo me levantara también, beso mi cabeza y salió de la sala de estar. Yo recogí todo lo de Judith y lo metí en su bolso. La cargue y bajé.

Mi abuela ya se encontraba en la puerta con un porta donde mi comida estaba guardada. Me puse mis zapatos y tomé la comida.

—Mañana la traeré a las seis, descansa nani.—dije, un taxi se detuvo y yo me monté.

Pasaron varios minutos y el señor ya estaba llegando al lugar. Judith ya estaba dormida en mis brazos mientras yo la miraba. Ella era mi rayito de sol.

Cuando por fin llegué, le dije al señor que conducía que me esperara unos minutos, él asintió y yo me baje. Me detuve justo en la gran entrada de la casa donde él vivía.

Toque el timbre y a los minutos Kai abrió la puerta.

—Jennie... hola.—hizo el amago de besarme pero yo retrocedí.

—Quiero que dejes de ayudarme.

—¿Ah? ¿Qué dices, Jennie?—yo lo mire retante y lo volví a repetir.

—Quiero que dejes de ayudarme, yo me iré y Judith también se irá conmigo, comenzaré una nueva vida.—le dije. El me miró incrédulo y rio sarcásticamente.

—Tú te llegas a ir y yo...

—¿Y tú qué?—pregunté con rabia, el se quedó callado y supe que ya había terminado esto—. Gracias, Kai. Espero y te encuentres bien.

Caminé al taxi y ahí suspiré, me había librado de él para siempre...

¿O no?

—Cambio de planes, señor, lleveme a la casa de la familia Manoban, los dueños del Gran bar “Manhattan”—le ordené al conductor entregándole en un papel la dirección.

End of Jennie's narration

@All Love.

LOVE MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora