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Llevaban ya un largo camino recorrido, aunque todavía les quedaba demasiado para llegar a donde el GPS les indicaba. Gustabo no había vuelto a abrir la boca tras la conversación con aquel alfa. Había tomado a Conway por un loco.

"¿Acabar con la Purga? Si hombre, y yo quiero una casa en la playa", había pensado.

Sin embargo, una parte de él estaba entusiasmada. Podía ser solo una utopía, una fantasía, pero aún así iba a sumarse a aquellos locos y a ayudarles en todo lo que pudiera en cuanto a su cometido.

"Total, soñar es gratis."

Estaban pasando por una zona que en el día a día era bastante transitada, llena de altos edificios y carteles que iluminaban todo el lugar, aunque en aquellos momentos no resultaba tan bonito como solía ser.

Entonces Gustabo vio algo que captó su atención por completo.

En el más grande de aquellos carteles iban apareciendo varias fotografías de personas junto a sus nombres y algunos datos sobre ellos. Abrió mucho los ojos sorprendido al ver que una de las personas que aparecía allí era el acompañante de Jack. Entrecerró los ojos, forzando así la vista, y leyó bien lo que ponía.

"Víktor Volkov, ex-agente del CNP y del CNI."

Gustabo no pudo evitar sorprenderse, ¡aquel hombre había sido policía! Sin embargo, no tuvo demasiado tiempo para seguir divagando por su mente, pues la siguiente foto hizo que se le parara el corazón.

"Jack Conway, ex-agente del CNP, ex-director del CNI y enemigo del Estado."

Lo que más le impactó fué que aquella imagen la habían puesto en rojo, no como las anteriores, que se mostraban en un azul oscuro. Sin duda aquel hombre era peligroso.

En todo momento, bajo aquellas imágenes, aparecía en grande una frase muy significativa que iba cambiando con cada foto, personalizándose con los diferentes nombres. Gustabo consiguió leer la que ponía en la de Conway, y un escalofrío le recorrió de pies a cabeza.

"Kill Jack".

De pronto, Conway frenó de golpe, dejando a Volkov con muy poco tiempo de reacción, pues a nada estuvo de chocar ambos vehículos bajo la asustada mirada de Horacio, el cual se sintió desfallecer una vez frenado el descontrolado camión del ruso.

—Mierda— murmuró, para luego sacar una radio del cinturón y gritar— ¡Salid de los camiones! ¡Ya!

Unos furgones les habían interrumpido el paso, y de ellos bajaron innumerables personas que Gustabo pudo reconocer como aquellos uniformados que les habían intentado secuestrar en su edificio. También pudo observar durante un microsegundo cómo uno se arrodillaba con un arma realmente grande que apoyaba en su hombro

—¡Joder!

Todos obedecieron de inmediato a Conway y salieron, por no decir que saltaron, de los vehículos en el momento exacto en el que un misíl impactaba en el primer camión, provocando destrozos también en el segundo y, sobre todo, consiguiendo que todos salieran volando.

Conway se llevó la peor parte. Aterrizó sobre un coche, destrozando también este y clavándose algunos cristales, haciéndole soltar un gruñido salido desde lo más profundo de su garganta. Sin embargo, no tenía tiempo para quejarse, aquellos hombres avanzaban hacia ellos con las armas en alto.

El resto, que habían tenido la suerte, si se podía llamar así, de caer sobre el asfalto y no llevarse ningún otro daño a parte del impacto, se incorporaron con toda la rapidez que sus cuerpos le permitían, para correr a resguardarse de los inminentes disparos.

Prepararon sus armas y empezaron la guerra.

Conway, que también se había escondido tras el coche, comenzó a dispararles, acabando lentamente con algunos de ellos, pero eran demasiados y avanzaban rápido.

Conway— escuchó la voz de Volkov por la radio que estaba tirada en el suelo al lado suyo— No podemos con ellos, debemos huír.

Aunque a Jack le enfurecía salir huyendo de una pelea, sabía que su compañero tenía razón, no podían hacer nada contra ellos. Recogió la radio y apretó el botón para hablar cuando, de pronto, vio la luz de una bengala salir disparada desde lo alto de un edificio, impactando en uno de los furgones. Los uniformados también miraron extrañados y apuntaron sus armas a aquel edificio, hasta que unos disparos provenientes de un francotirador empezaron a impactar en ellos.

Entonces Conway vió el destello de la bengala bajo uno de los furgones, viendo salir chispas de ella, por lo que apretó por fin el botón de la radio y habló apurado.

—¡Cubríos!

Volkov se dió cuenta de lo que estaba pasando, por lo que salió corriendo de su escondite al ver a los dos omegas demasiado cerca de aquel lugar.

—¡Meteos en el callejón!— les gritó haciéndoles señas mientras él también corría hacia aquel lugar.

Los omegas se giraron de inmediato al escucharle, pues aún tenían toda su atención puesta en aquellos secuestradores, pero no dudaron ni un segundo en obedecer aquellas órdenes. Gustabo agarró de la chaqueta a su hermano para que se levantara y saliera del escondite, y echó a correr hacia donde Volkov había dicho. Horacio imitó sus acciones, pero el rubio siempre había sido más rápido que él, por lo que quedó muy por detrás en aquella carrera.

Volkov, que todavía corría hacia el callejón, desvió su mirada a la bengala, viendo como cada vez aquel pequeño fuego se iba haciendo más intenso, y viendo, a su vez, cómo Horacio iba a quedar por detrás suya también si no se daba más prisa, por lo que, al alcanzarlo a tan solo un par de metros del callejón, agarró al omega y se tiró con él justo en el momento en el que la última chispa de la bengala hizo estallar aquel furgón, provocando un efecto dominó con el resto de furgones y, por lo tanto, una explosión que se llevó por delante todo lo que había en aquella zona.

Tras la onda expansiva de aquella explosión, que había conseguido que hasta Gustabo, que ya estaba en el callejón, perdiera el equilibrio, se hizo un silencio sepulcral en el que solo se escuchaban algunos quejidos, entre ellos, los de Horacio. Había caído encima del alfa, el cual también jadeaba adolorido por el impacto que acababan de tener.

El de cresta no pudo evitar sonrojarse ante aquella imagen, saliendo en seguida de encima suya, avergonzado.

—¿Pero qué cojones acaba de pasar?— preguntó Gustabo aún sentado en el suelo, sin creerse nada de lo que había pasado.

—Una emboscada— respondió como pudo el ruso, levantándose con la ayuda de Horacio. Sacó su radio, la cual parecía no haber sufrido daños, del bolsillo y habló por ella— Conway, ¿está usted bien?

.

Gustabo observó fuera del callejón y lo vio salir de una de las tiendas de la cual solo quedaban los muros tras el estallido.

—Joder, casi no la cuenta el viejo— rió ligeramente, viendo como se encaminaba hacia ellos.

Llegó al callejón en el que se encontraban los demás como si no hubiera pasado nada, todavía con su intimidante porte de alfa, exceptuando las heridas de los cristales que aún tenía clavados en algunas zonas.

—Estad alerta, no sabemos quién o quienes han hecho esto— dijo con su arma en mano y observando alrededor.

De nuevo, todos volvieron a la actitud atacante de antes, vigilando la zona y, sobre todo, al edificio que tenían al lado, hasta que vieron la figura de un hombre bajar por las escaleras de emergencia. Los allí presentes le apuntaron con las armas hasta que su cuerpo salió de la oscuridad de aquel callejón, dejándose ver ante aquel pequeño grupo.

𝑲𝒊𝒍𝒍 𝑱𝒂𝒄𝒌  |Intenabo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora