A mediados del siglo 18 surgió una disputa entre Sir William Chambers y James Paine por el liderazgo de la Sociedad de Artistas de Londres. Paine ganó, pero Chambers juró venganza y usó sus conexiones con el rey para crear una nueva institución artística: The Royal Academy, en 1768. Sin embargo, ninguno de estos personajes pensó que en un par de siglos después esta academia se convertiría en una de los más importantes, influyentes y respetados referentes de ballet y danza clásica del mundo.
Pero para el pequeño Harry era imposible olvidar ese detalle.
-Styles.
Salió de sus pensamientos moviendo ligeramente su cabeza de pequeños rizos, reconfortando una postura adecuada.
Había pasado las últimas horas practicando un impecable relevé a pesar de haberlo dominado hace más de un año, pero debía hacerlo, la Srta. Lévedev continuamente lo retaba frente a la clase. Una mujer de casi cuarenta años, la profesora más respetada de la academia; poseía una figura espléndida producto de los años de entrenamiento. Casi siempre lista para retar a cualquier alumno contra sí mismo. En especial a éste.
Harry Styles había ingresado a las filas de la Real Academia hacía dos años. Era un aspirante amateur cuando Lévedev lo encontró caminando por los pasillos de la escuela, perdido en sí mismo, dudando de cada paso que daba. Sin embargo, no solo captó la rápida atención de todos por su peculiar apellido, sino por el indudable talento que poseía. A pesar de iniciar a los 15 años, su cuerpo parecía haber estado diseñado para el ballet desde siempre. Sin siquiera notarlo, en pocos meses realizaba figuras con la flexibilidad de un auténtico bailarín. Y fue motivo para nivelar su técnica en las clases de otros adolescentes de su edad que llevaban practicando, en su mayoría, desde antes de cumplir los cinco.
La música empezó a sonar en los elegantes parlantes colocados en cada esquina del salón de baile.
Sexta posición semi abierta, relevé, balance.
Con la mirada fija en en espejo frente a él, los brazos colocados y sus pies en media punta, Harry realizaba una posición perfecta. Sentía cada acorde en su interior. Siempre lo supo, estaba en donde debía estar. Ese era su lugar.
Relevé lent derriére.
Se mantuvo ocho tiempos, bajó sus talones al piso, colocó sus manos en la barra y miró hacia el lado derecho.
-Una posición de principiantes.- Dijo la Srta. Lévedev mientras le indicaba a Harry que podía volver a su lugar - Un básico. Y no se sorprendan, pueden ser los mejores alumnos de esta escuela, pero es en lo simple donde radica la resistencia. Y aquí estaré siempre para recordárselo.-Miró a cada joven alumno con un aire de superioridad al que ya estaban acostumbrados.- La clase terminó. No olviden que la próxima semana perfeccionaremos puntas. Señoritas y jóvenes, sepan que quien no resista puede olvidarse de tomar mis clases ya tengo demasiado relleno en este salón.
Los alumnos salieron en silencio de la inmensa sala hacia los vestidores. Había sido una semana muy agitada para todos, los exámenes de clasificación semestral habían terminado el día anterior y no habían tenido tiempo alguno para descansar.
-¡Harrieeeeh!
-Estoy aquí- dijo el menor mientras asomaba su cabeza por la puerta del vestidor. Salió de él usando un suéter que a simple vista parecía ser tres veces más grande que su talla.
-¡Estuviste increíble! Bueno, no hay día malo para ti. Necesito practicar ese balance.- Dijo el chico rubio frente a él mientras guardaba sus zapatillas de punta en su mochila- Me enseñarás ese balance, soy tu mejor amigo, no es como que tengas otra opción.
-Nada especial, ya la oíste.
-Eres especial. Ella lo sabe, tonto.- dijo riendo.
Harry rió ante aquel comentario, agradecía cuando su amigo le decía cosas como esa. Niall había sido su primer compañero desde que entró a la escuela y el único que no intentó sabotear sus primeras clases. Se habían vuelto los mejores amigos y alumnos al mismo tiempo. Tanto que soñaban con ir juntos a la universidad.
Harry se despidió de Niall, tomó su mochila, caminó hacia el gran espejo del vestidor para un último vistazo y salió de él en dirección al comedor. Le pidió amablemente su chocolate caliente de todos los días a la amigable cocinera y salió de la escuela rumbo a su casa.
El frío era una de sus sensaciones favoritas. El frío le provocaba pensar. Y tenía mucho en qué pensar.
Estaba a punto de cumplir la mayoría de edad y tenía una maravillosa familia que no era feliz con la idea de que su hijo sea bailarín. Le permitieron estudiar ballet cuando, hacía dos años, la rectora de la Real Academia fue hasta la puerta de la casa de un Harry de a penas quince años para ofrecerle a sus padres comprar el derecho de imagen del pequeño para presentarlo como la Revelación de la danza clásica del Reino Unido. El contrato, por supuesto, tenía un valor monetario de por medio; dinero que la familia Styles necesitaba. Sin embargo, desde ese día su vida cambió por completo.
Estaba en cursando el tercer año en la secundaria todas las mañanas, y por las tardes, pasaba horas entrenando. Al principio, a pesar de tener innatas condiciones físicas para la danza, se agotaba con mucha facilidad, al punto de desmayarse un par de veces los primeros dos meses. A medida que pasaba el tiempo, su cuerpo empezó a acostumbrarse al ritmo y rápidamente, estaba en clases avanzadas con los mejores maestros de Londres y alumnos de intercambio de todo el mundo.
Constantemente se le recordaba tanto por profesores como de sus propios padres, que era la imagen Royal y eso implicaba una gran responsabilidad. Si cometía un error, se vería reflejado en las ilusiones de miles de jóvenes que pensaban en aplicar a la academia, e incluso, perjudicaría la condición económica de su familia. Esa presión, a un casi niño de quince años, provocó que el pensamiento ante su vida cambie de expresión a opresión, y lo llevó a deducir que la razón debía estar siempre por encima de los sentimientos, ya que estos lo distraerían de su objetivo y no podía decepcionar a tantas personas. Además, la rectora le recordaba a diario que muchos otros jóvenes darían lo que sea por estar en su lugar. Y tenía razón.
Y aunque Harry consideraba que cada vez que bailaba era libre de expresar lo que sentía a través de sus movimientos, sabía que estaba muy lejos de saber lo que realmente significaba libertad.
Ya era de noche y nieve se asomaba, el cielo parecía desaparecer por la oscuridad tenue que reflejaba. Harry aceleró el paso hacia su casa, no quería enfermarse. No podía enfermarse. La siguiente semana sería exigente y debía estar preparado para ello.
De todas formas, nada cambiaría. Seguiría siendo Harry.
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The Royal Academy || Larry Stylinson
FanficLondres, 1978. Harry Styles nació con un particular talento para la danza. Bajo el nombre de la prestigiosa Royal Academy es reconocido como la revelación en el ballet del Reino Unido. Louis Tomlinson es un artista innato con un oscuro secreto. Acep...