Esa mañana me levanté con mucho dolor de cabeza. Me tendría que haber tomado por los menos cinco ibuprofenos para que me hubiera hecho efecto. Por suerte mamá ya se había ido al trabajo, y por lo que tenía entendido, no llegaría hasta la tarde. Debían de ser las doce, ya que cuando bajé a la cocina Mike estaba desayunando, y a juzgar por su expresión, hacía poco que se había despertado. Tenía las rebanadas de pan dentro de la tostadora cuando fui a hablar con él.
—¿Me puedes contar qué es lo que te pasó ayer? Quiero decir. ¿Estás con Sofía?
—No lo tengo claro. Estábamos bien y ocurrió, nada más.
—Eso es algo más que nada.
—Bueno, tú también tuviste lo tuyo.
—¿Ya te has enterado?
—¿De tu pelea con Caleb? Totalmente. Alison me lo comentó.
—Bueno eso solo fue una pequeña parte de la noche. Había un chico, puede ser que me liara con él. La verdad, lo tengo todo muy borroso.
—No si tranquila, yo voy igual. Al menos sé que no hice ninguna locura.
—Yo aparte de eso nada más.
—Pues tampoco estuvo tan mal nuestra primera fiesta.
Después de desayunar, fuimos pensando en que podíamos comer. Pensé en algo de pasta. Sencillo. Decidimos ver alguna película de mientras. Palomitas, pasta y coca-cola. Todo muy tranquilo. Mike y yo nos lo estábamos pasando muy bien. La verdad, la resaca con mi hermano se pasaba mejor. Al menos nos entendíamos.
Cuando fui a dejar los platos me fijé en la casa de nuestros vecinos. Era increíble que yo horas antes estuviera ahí. Con todos. Pensé en llamar a Jo para ver cómo se encontraba. Me sabía mal lo ocurrido, pero yo no era consciente de que tenía un problema con el azúcar. A todo esto teníamos que sumarle el pequeño problema con Caleb. No entendí bien porque me trató tan mal. Ni siquiera le había hablado, ni me conocía, y ya me estaba juzgando. Al menos pude hacer algún amigo y conocer a gente nueva. Así que tenía alguna esperanza de que no todo iba a ir tan mal aquel año.
Estábamos tranquilos en el sofá, riendo, comiendo, y pensando solo en la película. Era la primera vez que pasaba tan bien la resaca. El timbre sonó, y me extrañé. No esperábamos a nadie. Mike se levantó a abrir la puerta, cuando de repente se hizo un silencio incómodo, al darme la vuelta me di cuenta: Caleb estaba en mi casa.
—Os dejo solos. —me comentó Mike.
Estaba nerviosa, tenía un dolor de cabeza impresionante. Verle la cara me había recordado a todo aquello de la noche. Mike subió las escaleras, y noté como Caleb se dirijía al otro extremo del sofá.
—¿Qué haces aquí? ¿Ayer no tuviste suficiente?
—De hecho, vengo a pedirte disculpas.
—Vas un poco tarde Caleb... Me duele la cabeza, no me apetece hablar contigo.
—Mira Elizabeth. Me pase. Lo reconozco. Estaba nervioso, todo me fue mal, discutí con Alison por la tarde, luego me tiraste la copa, mi hermana casi tiene un coma etílico otra vez, y luego para rematar te besas con Jack. Es un cerdo, no te merece.
—Espera, rebobina. ¿ Jo estuvo en coma?
—Sí, hará unos meses. Ahí es donde le descubrieron el problema con el azúcar. Y no me gustaría que le volviera a ocurrir.
—Caleb, no era mi intención hacerla sufrir, pero tampoco la podía controlar, más no lo sabía. Creo que es un dato que se debería haber comentado antes de la fiesta.
—Pensaba que Jo te lo había dicho...
—Pues no supongas antes de gritarme Caleb. Y además, que más te da con quien me enrolle y con quien no, no eres mi padre.
—Jack es el típico que se liga a todas.
—Bueno, ¿y quien dice que yo no me ligue a muchos?
—Vale, entendido para la próxima.
Me di cuenta que se iba enfadado, y después de haber sido tan sincero, y haberme pedido disculpas me pareció que no eran formas de irse, y ya que todos estábamos igual, pues porque no decirle que se quedara.
—Caleb espera. Quedate.
—No me gustaría cortate el rollo con tu hermano.
—Ya lo has hecho, quédate, de verdad. Hay mantas ahí, y las palomitas las tengo yo. —una sonrisa tonta se me escapó—. Son dulces, espero que no te importe.
—Son las que más me gustan. —y me devolvió la sonrisa.
Era agradable estar bien con Caleb. No hablamos mucho, y al final le terminé dando el bol de palomitas, ya que él acabó comiendo más que yo. Mike seguía en su habitación, supongo que para no molestar. Me sabía mal por él, no había podido terminar la película, pero supongo que lo entendería.
Debían de ser ya las seis de la tarde, porque mi madre apareció de pronto. El tiempo con Caleb se me había pasado muy rápido, y no sabría bien como mamá encajaría que él estuviera aquí conmigo en el sofá.
—Hola chicos. ¿Dónde esta Mike?
—Mamá está arriba.
—Buenas tardes Señora Romero.
—Caleb dos cositas. Ni me llames señora, ni tengo el apellido de mi marido. ¿No lo sabías? En España conservas tu apellido, y tampoco es que te llamen por él. Llámame Fiona.
—De acuerdo Fiona.
—Bueno voy a ver a Mike, vosotros continuad a lo vuestro. Si quieres Caleb, puedes quedarte a cenar y que venga Jo, aunque aquí cenamos tarde.
—Luego se lo diré, aunque no se si va a tener muchas ganas.
—Vaya fiestecita anoche... Bueno ahora sí, os dejo.
Que mamá hubiera invitado tanto a Caleb como a Jo era un detalle, pero me molestaba un poco que no me lo hubiera preguntado antes. Si hubiéramos estado en España nunca habría hecho algo así, pero supongo que al ser los hijos de sus mejores amigos le daba ese derecho. Había estado muy cómoda toda la tarde con Caleb, y me daba miedo que si venía más gente y cenábamos todos juntos, esa pequeña conexión que habíamos formado se jodiera.
Obviamente al invitarlos mamá no pensó en eso, sino en formar una buena amistad con los hijos de sus vecinos, aunque supongo que ella no se había enterado de que con Jo me llevaba muy bien. Con Caleb era más complicado. Él no se abría, él no hablaba, él nunca hacía nada, más que ser él. Y creo que por eso me resultaba interesante. Nunca sabía lo que pensaba, y aunque hacía poco que lo conocía, ya me resultaba ser alguien muy diferente. Tenía su gracia. En menos de veinticuatro horas nos habíamos peleado, nos habíamos reconciliado y había pasado toda la tarde conmigo.
Me sabía mal por Mike. Pero seguro que habría encontrado consuelo en Sofía.
Cuando Caleb fue un momento al baño, fui a hablar con mi madre sobre la noche de antes.
—Mamá, ¿qué hiciste ayer por la noche? ¿Todo fue bien?
—Nos lo pasamos bastante bien, fue como volver a los viejos tiempos.
—Y ¿cómo va Diego?
—Bien.
Mike justo estaba bajaba las escaleras, cuando no pude hacer otra cosa que decirle a mi madre lo que había sucedido entre él y Sofía. Con mamá siempre nos contábamos las cosas, y ella nunca nos juzgaba. También le conté todo lo sucedido con Caleb, y como se había presentado hoy. La verdad, esos cinco minutos dieron mucho para poder explicarle a mi madre todo lo sucedido. Después de que Mike me mirara de reojo por contarle con todo detalle lo de la noche, y de mamá habernos ofrecido su mayor sonrisa, por fin llegó Jo, y Caleb salió del baño. A todas estas mamá empezó a preparar la cena, y todos nos sentamos en la mesa.
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INCANDESCENTE
RomanceElizabeth era una mujer fuerte, muy segura de sí misma. Todo se le desmorona de un día al otro. Tendrá que volver a encontrarse, todo eso añadiendo sus nuevos compañeros, y su nuevo estilo de vida al que debe adaptarse. Pero nadie, salvo su circulo...