CAPÍTULO 9: LA LLAMADA.

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Llegué a casa esperanzada de que nadie me preguntase cómo había ido mi primer día. Mike llegó unos minutos más tarde que yo, y vi también a Caleb bajando del coche de Jack como si nada. Caleb me producía mucha rabia. Era maleducado. Se pensaba que todo giraba a su alrededor. Daba la sensación que tenía una autoestima mucho más alta que la mía. Se pensaba que era mejor que el resto por jugar a fútbol. Y dentro del equipo se creía superior por ser el capitán. Jo era todo lo contrario, dulce y amable. No entendía cómo podían ser hermanos gemelos. Por lo poco que había podido observar de Jack, él era seguro de sí mismo, pero sin aires de superior. Pero por algun extraño motivo, Caleb me parecía más misterioso e interesante, y por muy mal que me tratara, algo veía en el que me hacía sentir tranquila, aunque me sacara de quicio.

Mike pasó alrededor mío, pero no me dijo nada, así que supuse que él tampoco quería hablar de su primer día. Mamá no llegó hasta después de comer, y literalmente cayó rendida en el sofá. Aquella casa se estaba convirtiendo a un ritmo acelerado en nuestro hogar, y eso me causaba mucho miedo. Después de todo, nuestra vida había cambiado demasiado en cuestión de un mes, y creo que nadie en esta casa quería hablar del tema. Una hora más tarde, mamá recibió un mensaje de texto.

Hoy en nuestra casa, a las siete. Nos vemos para cenar. Traete a tus hijos, me parece que les irá bien hablar. Will y Kate.

Como no, Will y Kate seguían siendo igual de hospitalarios. En poco más de dos semanas nos habían invitado a su casa más veces de las que habíamos salido con amigos de nuestros padres en España.

—Mamá, ¿Es necesario ir? Quiero decir, tengo mucho sueño. ¿No podría quedarme en casa? —aunque por mi tono de voz estaba casi suplicando.

—Pues yo creo que os va a ir muy bien, así que preparaos, solo queda media hora. A parte, por lo que tengo entendido, Jo también te había invitado hoy a que fueras, así que iremos, los tres.

Y el tema terminó ahí cerrado. No me hacía gracia tener que ir a casa de Caleb, pero por suerte Jo estaría ahí, así que al final tampoco me preocupaba tanto. Mike era quien me preocupaba. No se llevaba mucho con esa familia. Creo que era más amigo de Sofía y de Jack que no de Jo y Caleb, aunque supongo que algo habrían hablado durante la comida.

Intenté prepararme lo más rápido posible, pero aún mis esfuerzos, Mike y mamá ya se habían ido, y yo había prometido que en cinco minutos llegaría. Cuando estuve de todo, me fui por la puerta principal, puse la alarma y llamé al timbre de casa de Will y Kate. Caleb me abrió la puerta. Y simplemente me mostró una ligera sonrisa y me abrió más la puerta para poder pasar.

—Siento lo de esta mañana. —me susuró en la oreja, y un escalofrío me recorrió por todo el cuerpo.

Intenté no pensar en ese momento, y cuando llegué a la mesa solo me puse a saludar a los demás. Notaba que todos me miraban de forma extraña, pero creo que también miraban raro a Mike, y que los dos nos sentíamos muy extraños. Después de dos minutos de miradas intensas por fin alguien se dispuso a hablar.

—¿Cómo ha ido vuestro primer día? Jo y Caleb nos han comentado que no muy bien. —comentó Kate.

—No quiero ofender, pero no creo que importe como haya sido nuestro primer día, al menos hablando solo de mí. —y miré a Caleb con una mirada furiosa. Que aquel día hubiera sido malo,en parte era culpa suya. Él se había metido conmigo durante el desayuno o comida, él no había querido ayudarme, y había sido un borde, aunque después de lo visto ya sabía que Caleb normalmente era así.

—Yo por mi parte tengo que añadir que no ha ido tan mal como creía, quiero decir, que al final me lo he terminado pasando bien. —y Mike simplemente añadió una sonrisa ofreciéndome su apoyo, aunque él supiera todo lo que había pasado en ese día.

—Pues perfecto. Me alegro de que alguien haya pasado un buen día en el colegio. —mamá me miró como si nada, aunque sabía que su silencio lo decía todo.

Estuvimos unos segundos en silencio, y cuando parecía que el tema de conversación terminaba ahí Caleb tuvo que abrir la boca, haciendo que todo el mundo le prestara total atención.

—Elizabeth y yo vamos juntos a alguna clase. —todos en la mesa nos quedamos mirándolo, y yo realmente no entendía nada—. Te he visto un poco perdida hoy. Podría ayudarte en alguna clase si no lo acabas de entender.

—Muchas gracias Caleb, pero creo que me las puedo arreglar sola. —quería que eso hiciera cerrar ya por fin el tema, pero mamá tuvo que decir la última palabra.

—Tonterías Elizabeth. Con mucho gusto Caleb te ayudará. Sé que vas a ir un poco mal en tema estudios, así que no te estreses y por favor, deja que te ayude.

—Quizás hoy ha sido un mal día, pero todo irá bien. Déjame hacer las cosas por mi cuenta. - entonces mamá sonrió a Caleb de modo de agradecimiento, aunque también se veía alguna disculpa. No se porque le pedía disculpas a él, en todo caso él debería de dejar de cagarla para que no tuviera que pedirme más disculpas.-

La conversación finalmente concluyó ahí, y por fin empezamos a hablar de otras cosas. Creo que todo iba bastante bien, o eso me parecía a mí. Estábamos riendo, comiendo y hablando animadamente. Al final incluso me fue bien para alejarme de todo aquello de mi primer día, aún con el momento incómodo que me habían hecho pasar antes.

Se hizo el silencio de repente, y algo en la cara de mamá cambió. Su teléfono estaba sonando, y a juzgar por su cara algo iba mal. Contestó nada más con un hola, si soy yo.

—Espere un momento por favor. —le dijo a con quien estuviera hablando al otro lado del teléfono—. Jo, Caleb, ¿podríais llevaros a mis hijos arriba?—y solo sonrió. Mike y yo nos miramos con una expresión extraña, y creo que Will y Kate sabían con quién estaba hablando mamá, ya que su cara era indiferente.

Subimos arriba poco a poco, pero la curiosidad me mataba, y me puse en el filo de las escaleras a intentar escuchar algo, pero solo se oían algunas cosas entrecortadas.

—No, no sé de qué me está hablando.

Algo se movió a mi alrededor, pero estaba muy concentrada en escuchar lo que decían.

—Mi marido desapareció hará un año.

Y aquella sombra que tenía a lado que, pensaba que era Mike, al girarme, para mi sorpresa vi que era Caleb, y sabía que había oído la última frase que mamá había dicho.

—¿Elizabeth quieres hablar? - no me había dado cuenta que alguna lágrima se colaba por mi cara, y Caleb me las intento secar lo mejor que pudo, pero me giré para no dejarle.-

—Caleb para. No puedes ser así. Para.

—Así como.

—Intentar hablar conmigo y luego ser un capullo. Vete con Alison.

—Está bien, tranquila. Me voy.

Caleb se fue. Y no podría seguir en esa casa, así que le dije a Jo que me iría por la puerta trasera, y que le dijera a mi madre que tenía sueño, aunque en realidad aún no habíamos terminando de cenar.

Cuando llegué a casa decidí abrir la nevera y sacar algo de comida, pero no podía parar de llorar mientras me iba terminando el yogurt. Me daba mucha rabia que todo aquello hubiera tenido que ser en casa de los vecinos, si no hubiéramos quedado en casa nadie sabría nuestro pequeño secreto, porque a juzgar por la cara de Caleb era obvio que sus padres no le habían contado toda la verdad del porque nos habíamos mudado a Los Ángeles. Solo esperaba que al día siguiente no dijeran nada en el instituto.

Caí redonda en la cama, hasta que oí unos pasos que venían hacía mi habitación. Mike se acurrucó a mi lado, y los dos nos quedamos dormidos, como antes, como cuando ocurrió, haciéndome ver que no estaba sola, ni nunca lo estaría, y por primera vez en aquellas últimas dos semanas me sentía realmente en casa. Sabía que nos quedaba un largo camino, pero al menos íbamos por la dirección correcta. 

INCANDESCENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora