Mi segunda combustión

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El día que llegué, desperté en una cama mullida, quieta y suave. Unos rayos de sol pasaban por entre dos cortinas blancas. Todo se veía limpio, y a la ves desordenado. Coloqué un pie en el piso, y luego otro. Saqué una mano, y luego otra. Me sobresalté al ver mi brazo perfectamente curado. No había una linea divisoria de tejido nuevo y tejido normal. Podia mover mi mano con soltura, pero también con un poco de rigidez. No tiemblan mis dedos. Pero grito. Fuertemente. Con todas mi fuerzas. Me hago un ovillo en una esquina de la cama y sigo gritando. Escucho pasos acelerados por unas escaleras. Recorren un corto pasillo, y luego, un chasquido, el rechinar de los goznes de la puerta. Se acercó lentamente a mi. Yo temblaba levemente. Por una de las contadas veces, tenia miedo. Miedo de un lugar que no conocia, yo acostumbrado a la rutina, al frío y el desamparo. Nunca he sido bueno para el trato con el hombre, que es mi hermano pero también mi verdugo.

Posó su mano en mi hombro. El terremoto interno cesó de inmediato. La mire. Sus ojos rehuian a mi mirada, dejé de gritar.

- Qué pasó?

+Eh, yo... yo... solo... no se... donde estoy... que hago aqui... o como llegué a este lugar... todo es tan...vaya...

-Shhh... piensa un momento y conecta esos puntos suspensivos. Casi es hora del desayuno, baja cuando creas que estas listo.

Me dió un beso en la frente, y se fue como habia llegado, sin que yo me diera cuenta.

"Pasados unos meses, alguien me ajustó de nuevo, y queda un poco lejos, cuando me incendiaste ya... volaron las cenizas... soplaron las cenizas"

10 A.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora