Amanecer

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En la vida había pocas cosas que Dazai no lograra predecir con certeza o que no pudiera conocer la mejor estrategia para conseguir su objetivo aun si tuviera que hacer un centenar de planes secundarios para ello, sin embargo, había una cosa o mejor un dicho un asunto en especial respecto al cual el castaño no sabía cómo actuar, no tenia ni idea de que hacer y aquello le estaba carcomiendo la cabeza.

Cuando tomó la decisión de pedirle matrimonio a su novio pelirrojo estaba muy seguro de ello incluso tan pronto como pudo fue a comprar el anillo, al momento de elegir la argolla de compromiso fue sabiendo que tenía una cantidad considerable de dinero en su cuenta bancaria, restos de sus días en la mafia solía decir él a modo de broma, por lo que al finalizar su visita a una de las mejores joyerías de la ciudad salió con una compra de un lujoso y hermoso anillo que había terminado con sus ahorros pero el dinero no importaba, la alianza era perfecta y había valido cada centavo.

Ese suicidio económico tuvo lugar dos semanas atrás y seguía sin saber como pedirle matrimonio al hombre con quien en aquellos momentos compartía la cama y se abrazaba a él cual koala, volteo la vista al reloj de la mesita junto a la cama eran las 5:40 a.m. debía arreglarse para ir a trabajar pero le gustaba ver como la ligera luz del amanecer se filtraba por su ventana iluminando el rostro de su novio, espero unos minutos antes de levantarse con mucho cuidado de no despertar a su acompañante colocando un par de almohadas donde antes estuvo él para que el pelirrojo las abrazara.

Tomo una ducha, se vistió e incluso hizo el desayuno, ese día era su aniversario con Chuuya aun así no podrían pasarlo juntos, él tenia horas extras esa semana y el pelirrojo debía salir de la ciudad en un par de horas por una misión, volvería hasta el día siguiente por la mañana. Una vez que termino de preparar el desayuno fue a levantar a su novio, quien en la ultima hora ni siquiera había notado la falta del castaño en la cama.

—Despierta dormilón —le repartió besos por toda la cara mientras quitaba las almohadas— el desayuno se enfriará si no te levantas.

El mayor empezó a reaccionar y se tallo los ojos para poder despertar completamente— Buenos días, Osamu, feliz aniversario.

—Feliz aniversario cariño, el desayuno está listo.

Antes de que el pelirrojo se levantará de la cama, Dazai lo cargo en brazos y lo llevo hasta el comedor, dio unos giros en el camino y casi se caen, lo importante era que llegaron a salvo, aunque con dolor de estómago por reírse tanto.

El desayuno fue tranquilo con alguna risa espontanea por aquí o por allá mientras intentaban aprovechar tanto como pudieran esos momentos juntos, era algo así como una tradición, siempre que alguno tenia que ir a una misión peligrosa o lejos del alcance del otro evitaban pelear y preferían tener buenos recuerdos, era un pequeño lujo a pedido de Dazai, "Chuuya si mañana te dicen que he muerto no quiero que lo último que pasáramos juntos fuese una pelea, me gustaría irme con el recuerdo de tu sonrisa fresco en mis memorias" había dicho el castaño en una ocasión. Por sus trabajos siempre estaban expuestos al peligro y nunca podrían saber cuándo terminarían los días de besos matutinos en brazos del otro, de desayunos tranquilos y noches pacíficas.

Después del desayuno el más alto se despidió de su novio dejándolo para que alistara lo que necesitaba llevarse a la misión y se fue a trabajar. Dentro de la agencia todo era paz y tranquilidad, o bueno tan tranquilo para ser ellos, durante la tarde le toco acompañar a Rampo al lugar de un lo que parecía un extraño crimen que la policía no tenía pistas para empezar a investigar, fueron y terminaron rápido el encargo por lo que en el camino de regreso pasaron a comprar algunos dulces antes de tomar el tren.

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