CLEO

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Era lunes y para ser el primer día de la semana estaba muy agotado, el fin de semana había sido una constante lucha conmigo mismo y sobre lo que era bueno para mí. Todo el mundo se había empeñado en tratar de decirme cómo debía de vivir mis propias emociones y por una vez en la vida debía de tomar una decisión por y para mí, aunque significase ser egoísta.

Me levanté a las 5 de la mañana debido a mi dolor de cabeza, caminé por la cocina buscando el cajón repleto de medicamentos para poder tomarme una aspirina, una vez me tomé la pastilla cerré los ojos y pase mis manos por el cuello dándome un suave masaje para liberar tensión.

— Deja de comerte la silla, para eso tienes juguetes — susurré al notar que Perseo empezaba a mordisquear un pedazo de madera a un lado mío, el roedor me miró con cierto rencor y se giró dándome la espalda dando a entender su inconformidad - anda, te daré algo para comer - le indique con una sonrisa pintada en mis labios, incluso en días como estos, él me hacía sentir un poco menos solo, aunque en realidad no sé cuanto me comprende.

Giré mi vista el refrigerador sacando pollo de la noche anterior, me incliné a depositar la comida en su plato y aproveche la situación para acariciar su suave pelaje grisáceo. El sonido de una notificación me hizo ver mi celular, solo era una notificación del banco, pero al ver el día me hizo soltar un quejido. Me levanté volviendo a vagar por la cocina hasta toparme con el bote de pequeños roedores para poder alimentar a los reptiles que habitaban mi cabeza, eso solo significaba que el resto del día tendría mucho sueño.

Al mirar la hora me di cuenta de que solo habían pasado 15 minutos, aún había mucho tiempo antes de tener que entrar a mi primera clase. Arrastré los pies por el suelo hasta la alfombra y de mi mochila saqué una novela de fantasía, nada realmente especial, solo el camino de héroe, de un joven mago que debe de salvar al mundo, pero se siente incapaz de hacerlo.

No fue hasta que empezó a dolerme el estómago que coloque el marcapáginas en su nuevo sitio. Me levanté de modo perezoso y me quedé un momento pensando sobre que podría comer, normalmente adoraba hacer alguna creación extraña; sin embargo, hoy no tenía muchos ánimos de esforzarme más allá del mínimo necesario, por lo que simplemente me hice un bowl con yogurt griego y fruta picada.

El desayuno fue extrañamente silencioso, normalmente veía el capítulo de una serie, hacía tarea o ponía música para acompañar el momento, pero hoy no era un día cualquiera y deseaba mantenerse lo más tranquilo posible antes de perder la cordura o arrepentirme el resto de la semana ante mi cobardía

Después del desayuno continué con mi rutina usual, tomándome un momento para respirar y sacudir mis manos cada pocos minutos, el estrés en mi cuerpo me hacía tener pequeños espasmos corporales cada tanto.

Al llegar al momento de cambiarme me miré al espejo fijamente tratando de descifrar quien debía de ser hoy, qué papel debía de adoptar para que todo saliera de acuerdo al plan, pero lastimosamente no había respuesta para esta incógnita. Solo me coloqué algo poco llamativo y los lentes más grandes y oscuros que encontré entre mi vasta colección.

Sin darme cuenta, todo ese tiempo libre se había reducido a nada, faltaba poco menos de media hora para entrar, así que tomé mis cosas y salí corriendo del departamento hacia donde se encontraba mi carro. Durante el camino toda mi aparente calma se fue esfumando en poco, ahora estaba lleno de adrenalina y nervios, incluso podía oír a mi corazón latir con fuerza, pensé en arrepentirme y fingir que nada había pasado, pretender que todo estaba bien. Pero el hacerlo sería mentirme a mí y a ella, no quería herir sus sentimientos, pero sería más doloroso si seguía procrastinando el decirle como me siento.

Al estacionar el auto me quité las gafas un momento y agaché la mirada al volante, debía de tranquilizarme, mentalizarme y salir con seguridad. Pero era difícil, difícil porque no sabía cómo lidiar con lo que estoy sintiendo, no sé cómo enfrentarme a las consecuencias de mis propios actos, y a la vez, tengo miedo a quedarme solo o a recibir una maldición egipcia.

GORGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora