opera

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  Al final clawdeen me había dado el saco de su ex. Era rojo escarlata y me llegaba a la altura de la rodilla. Pase alrededor de media hora tratando de elegir lo que iba a ponerme, no quería ir tan formal como parecer señor, pero no deseaba lucir fuera de lugar.

-ponte solo un pantalón y una camisa cualquiera, no es tan relevante. - me murmure a mí mismo mirándome al espejo. Solo era una salida de amigos, no debería de darle importancia a lo que iba a usar, seguramente el iría con su ropa de siempre. ¿pero si venia con algo formal y yo desarreglado? Revolví mi cabello y me dejé caer en la pila de ropa en el suelo.

15 minutos después ya estaba vestido. Al final había optado por unos pantalones negros que me llegaban arriba de la cintura, un crop top de red, una camisa blanca arriba y por último el saco junto a un par de zapatos de charol blanco y negro que operetta me había regalado en mi último cumpleaños. Me coloqué colonia y arreglé mi cabello hacia atrás.

-debería de volver a raparme. - murmure tratando de acomodarme los últimos mechones del cabello.

Miré de reojo el reloj sobre el escritorio y suspiré, faltaban 5 minutos para las 8, 5 minutos para salir con Billy.

Vamos Gorgon, solo es una salida de amigos, todo normal y tranquilo, el que vayamos a salir solos y aun lugar caro no significa que él tenga un interés amoroso en mí, no significa nada en realidad, solo me quiere por que soy un amigo genial, quiere pasar tiempo de calidad conmigo y así.

-todo va a salir a la perfección. - sonreí un poco y me coloqué bálsamo para los labios, desde hace semanas estaban más resecos de lo usual, Retta dice que es porque como muy mal y seguro me dará anemia, yo digo que es el frio.

Caminé a la sala dejando un poco de comida para perseus, no sé del todo si voy a regresar a comer. Me mire al espejo por decima vez y suspire.

-me falta algo, pero no sé qué es. - me miré en todo ángulo posible, estaba muy simple, necesitaba algo más, regresé a mi habitación para colocarme uno de mis aretes, pesaba un poco debido a la esmeralda que colgaba, pero valía la pena. Mi madre la tenía desde la edad media, era una clase de herencia (si es que vivo mas que ella, claro está).

Oí un motor por mi ventana y me asomé, era un sedan negro. De allí salió Bill, tenía puesto un pantalón beige, un cuello de tortuga blanco y arriba de este una camisa azul marino, arremangada hasta la altura de sus codos, era la primera vez que lo veía sin su gorro, su cabello era lacio y le llegaba poco mas arriba de los hombros, se veía bien... como la clase de chico que aparecen en los libros adolescentes.

Corrí a la sala para tomar mis llaves y cartera. Sali del apartamento y presioné el botón del elevador deseando que no tardara en subir, al entrar recargué mi espalda en el espejo suspirando.

"no debería de estar nervioso, no es normal".

Al abrirse la puerta, vi a Bill de espaldas a la enorme puerta de vidrio, al llegar al otro lado, le di un par de golpes suaves para captar su atención, al verme una enorme sonrisa de encías apareció frente a mí.

-hey. - sonreí de regreso. Sin poder evitarlo, lo recorrí de arriba abajo, de su cadera colgaban unas cadenas de plata y llevaba consigo un collar del mismo color con una pequeña piedra azul, quizás un zafiro o una imitación de este. - te ves bien. - logre formular una vez alce la mirada a sus ojos grises.

- adonis, te hará tu altar. - soltó una pequeña risa y giro su rostro al auto. - vamos, esta noche haremos muchas cosas.

- ¿cómo qué? - caminé a su lado, era una noche preciosa de luna llena, el frio era un poco frio, pero no era insoportable, incluso los grillos empezaban a sonar por lo bajo.

GORGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora