No tan mal

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Lo que menos deseaba en ese momento era levantarme de mi cama, necesitaba quedarme acurrucado entre el suave calor de mis cobijas durante todo el otoño, preferiría morir a levantarme, no tenía siquiera la energía para engañarme a mí mismo y decirme que estaría bien, que fuera valiente, que al mundo no le importa mi vida y mucho menos un romance de preparatoria. Lastimosamente, al mundo tampoco le importa como me siento.

Miedo no sería una palabra adecuada para describir lo que pasaba por mi cabeza en este momento, no le tenía miedo a Nile, para nada, sin embargo, jamás he sabido lidiar del todo con la soledad, no sé estar solo, acostumbro a alejar mis pensamientos malos tratando de consolar a otros, haciendo actos de servicio o comportándome como un tonto para hacer sentir bien a alguien. Pero ahora la situación era complicada.

Todos aquellos a quienes consideraba mis amigos habían decidido ignorar mis súplicas para verlos, incluso Clawd me había dicho que ahora no podría hablarme en público debido a Lala y a su insistencia a que era un cretino. Quizás ella tenga razón, Lala jamás se equivoca en esta clase de cosas.

Mi Dm de Instagram está lleno de mensajes preguntando acerca de Nile, todo el mundo deseaba saciar su sed de sufrimiento ajeno, entretener sus aburridas vidas con la mía y eso si daba miedo.

Mire fijamente la pantalla, había escrito un extenso mensaje Cleo acerca de regresar, que estaba arrepentido y que la amaba tan locamente como el primer día, era una bola de mentiras, pero sabía exactamente lo que ella deseaba escuchar, si me perdonaba, quizás este horrible sentimiento dejaría de comerme los sesos.

Pero antes de enviar el mensaje me di cuenta de que ella me había bloqueado de todos los lados posibles, eso y que ese mensaje era una tontería, ella no me perdonaría, el rogarle perdón solo sería humillarme más y que no era lo que realmente deseaba o necesitaba.

— deja de ser un cobarde y enfrenta tu realidad — murmuré a mi reflejo, me alegraba de usar lentes oscuros que ocultaban mis enormes ojeras y los rastros de lágrimas que aún se atrevían a salir sin parar.

Camine a la escuela con una sombrilla sobre mí, a pesar de ser las 6:15 de la mañana, el cielo lloraba a mares, como si mi sentir se combinara con el clima o todo estuviera perfectamente orquestado para agregar dramatismo a la situación. Pero el ser dramático admirando las gotas de lluvia caer sobre mis botas favoritas era mucho mejor que estar estancado en el tráfico con todo el ruido y las maldiciones a mi alrededor.

Al llegar a la escuela sacudí un poco el paraguas y miré mi celular para verificar la hora, había llegado justo a tiempo, pero ya no tenía batería. Había olvidado cargarlo por estar toda la madrugada imaginando lo que me pasaría al entrar a aquel salón de clases, ahogando mis pulmones en humor, sabor cereza y música melancólica de fondo. Bien hecho Gorgon, griego y dramático, tenías que nacer. Sumergiéndote en tu hoyo de tristeza como siempre, como si eso fuera a arreglar las cosas.

Entre a clase de historia y en primera fila pude apreciar la mirada asesina de Lala, a su lado estaba Cleo con un vestido negro y con una mirada muy específica, entre dolor y superioridad, como si hubiera ganado un juego que no deseaba siquiera empezar.

Pase una mano por mi cabello tratando de mostrar confianza y me deje caer en un asiento al fondo de la clase para poder cargar mi celular... pero tampoco traía cargador. El sobre pensar siempre traía el autosabotaje consigo. Mordí un poco mi labio y solté un suspiro para recargar mi espalda en el asiento mirando al techo rezando para que todo esto acabara pronto y de paso que todo el mundo se fuera a la jodida mierda.

No fue hasta un par de semanas después que pude sentirme tranquilo, los primeros días habían sido el verdadero infierno, susurros a mis espaldas, gritos en mi cara, notas, mensajes y risas por todos lados, ¿acaso nadie tenía una jodida vida?.

GORGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora