Llegó la noche, Remus agarró su libro listo para leerle a Sirius.
-Creí que no me leerías-Comentó Sirius.
-Anoche te dije que te leería cualquier cosa con tal de verte feliz, pero lo dije mal. Sirius, yo haría cualquier cosa con tal de verte feliz.
En ese momento Sirius supo que estaba en lo correcto al haberse enamorado de Remus.
-Bien,comencemos con el segundo capitulo de Alicia en el país de las maravillas.
-Te escucho.
-Capítulo dos, un charco de lágrimas. —¡Cada vez más extrañísimo! —gritó Alicia. (Estaba tan sorprendida que por el momento se había olvidado de cómo se hablaba correctamente)—. Ahora me estoy desplegando como el telescopio más gigante que haya existido nunca. ¡Adiós, pies! —(Porque, cuando bajó los ojos para mirarse los pies, estos ya estaban casi fuera del alcance de la vista, de tan lejos que se habían ido)—. ¡Ay, pobres piecitos míos! Vaya uno a saber quién se ocupará ahora de ponerles las medias y los zapatos. Yo, al menos, no voy a poder, estoy segura. Voy a estar demasiado lejos para ocuparme de ustedes: van a tener que arreglárselas lo mejor que puedan…
«Pero va a ser mejor que sea amable con ellos —pensó Alicia—; ¡si no en una de esas se niegan a caminar para donde yo quiero ir! A ver, a ver… Ya sé, les voy a regalar un par de botas nuevas todas las Navidades».Sirius disfrutaba ese momento en su totalidad, y amaba como Remus interpretaba la voz de la pequeña Alicia.
-Y siguió haciendo planes de cómo se las iba a ingeniar.
«Voy a tener que mandarlas por encomienda —pensó—, ¡y qué raro me va a parecer eso de mandarles regalos a mis propios pies! ¡Y qué extrañas van a ser las direcciones!
Honorable Pie Derecho de Alicia Alfombra de la Chimenea,
cerca del Guardafuegos.
(Con cariño, de Alicia)Sirius rio.
-¡Ay, Dios, qué tonterías estoy diciendo!».
En ese preciso momento la cabeza de Alicia golpeó contra el cielorraso del vestíbulo, y es que en realidad para entonces Alicia ya andaba midiendo algo más de nueve pies. Recogió de inmediato la llavecita dorada y fue corriendo hacia la puerta que daba al jardín.
¡Pobre Alicia! Lo más que pudo hacer fue tenderse de costado para mirar con un solo ojo hacia el jardín; había menos esperanzas que nunca de que pudiera atravesar la puerta. Alicia se sentó y se puso a llorar una vez más.
—¡Tendría que darte vergüenza! —dijo Alicia—. ¡Una grandota como tú (tenía todo el derecho de decirlo) llorando sin parar! ¡Te digo que te calles ahora mismo!Sirius volvió a reír.
-Pero siguió igual que antes, derramando galones de lágrimas hasta que terminó por quedar rodeada por un gran charco de unas cuatro pulgadas de profundidad y que cubría medio vestíbulo.
Un rato después Alicia oyó un golpeteo de pasitos a lo lejos y se secó apresuradamente los ojos para ver quién llegaba. Era el Conejo Blanco[6], que volvía, suntuosamente vestido, con un par de guantecitos blancos en una mano y un gran abanico en la otra. Venía al trote, apurado, murmurando para sus adentros mientras se acercaba:
—¡Ay, la Duquesa, la Duquesa! ¡Ay, lo que no me va a decir por haberla hecho esperar!
ESTÁS LEYENDO
The Shinning Moon [Wolfstar]
FanfictionSus sentimientos eran evidentes hace mucho tiempo ya, pero salieron a flote cuando Remus comenzó a contarle cuentos muggles a Sirius.