✺Capítulo 21

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—¿Listo para un nuevo capítulo? —preguntó Remus

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—¿Listo para un nuevo capítulo? —preguntó Remus.

—Listo— Sonrió Sirius.

—Genial. Capítulo nueve. La historia de la Símil Tortuga. —¡No sabes lo encantada que estoy de volver a verte, queridísima! —dijo la Duquesa tomando afectuosamente el brazo de Alicia y caminando junto a ella.
Alicia se alegró de encontrarla de tan buen humor y pensó que tal vez había sido solo la pimienta lo que la había puesto tan violenta cuando la vio por primera vez en la cocina.
«Cuando yo sea Duquesa —se dijo (aunque en tono poco esperanzado)— no voy a utilizar en absoluto la pimienta en mi cocina. La sopa sabe muy bien sin ella… Tal vez sea siempre la pimienta la que pone violenta a la gente —siguió diciéndose, muy contenta de haber descubierto una nueva regla— y el vinagre el que la pone agria… y la manzanilla la que la vuelve amarga… y el alfeñique y otras golosinas por el estilo los que hacen que los niños sean de temperamento dulce. ¡Ojalá la gente grande se diese cuenta de esto último, así no mezquinaría tanto los dulces!».
Casi se había olvidado de la Duquesa y se sorprendió bastante cuando oyó su voz muy cerca de la oreja.
—Estás pensando en algo, mi querida, y eso hace que te olvides de hablar. No puedo decirte en este momento cuál es la moraleja que puede extraerse de esto, pero dentro de un ratito me voy a acordar.
—Tal vez no haya ninguna moraleja —se atrevió a sugerir Alicia.
—¡Por favor, criatura! —dijo la Duquesa—; todo tiene su moraleja, la cuestión es encontrarla.

—La moraleja es no comer pimienta. Te pone agresivo.

Y se apretujó un poco más contra Alicia mientras hablaba.
A Alicia no le gustaba demasiado que la Duquesa estuviese tan cerca de ella. En primer lugar porque era muy fea y en segundo lugar porque tenía la estatura exacta como para apoyar su mentón en el hombro de Alicia, y se trataba de un mentón particularmente aguzado e incómodo. Pero Alicia no quería ser grosera, de modo que lo soportó lo mejor que pudo.
—El juego mejoró bastante ahora —dijo, tanto como para que no decayese la conversación.
—Así es —dijo la Duquesa— y la moraleja es «¡Oh! ¡Es el amor, el amor el que hace girar el mundo!».
—Alguien dijo una vez —murmuró Alicia— que el mundo giraba cuando cada uno se ocupaba de sus asuntos.
—¡Ah, bueno! Es más o menos lo mismo —dijo la Duquesa, clavando su filoso mentoncito en el hombro de Alicia, y agregó—: y la moraleja es «Cuida el sentido que los sonidos se cuidan solos»

Cuida el sentido que los sonidos se cuidan solos... Wow.

«¡Cómo le gusta encontrar moralejas!», pensó Alicia.
—Supongo que te preguntarás por qué no te tomo de la cintura —dijo la Duquesa después de una pausa—: es porque no estoy muy segura de cuál pueda ser el humor de tu flamenco. ¿Te parece que lo intente?
—Puede picar —respondió Alicia con prudencia, ya que no tenía ningún interés en que la Duquesa intentase el acercamiento.
—Es muy cierto —dijo la Duquesa—; tanto los flamencos como la mostaza pican. Y la moraleja es: «Dios los cría y ellos se juntan».

The Shinning Moon [Wolfstar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora