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Herido, destrozado, traicionado y sin duda estúpido; Así se sentía Tweek Tucker, caminando con toda la molestia que su pequeño cuerpo podía albergar. Sus uñas se enterraban en la piel de sus manos al tenerlas en puños, caminando con rapidez por cada lugar de aquel maldito hotel.

Y pensar que él quería ir a pasar un momento increíble con su esposo, a divertirse y hacer el amor como hace tanto tiempo no lo hacían.

Vaya estúpido fue.

Sus lágrimas parecían no querer detenerse, ganándose las miradas de la gente que lo veía al pasar, queriendo más de una acercarse al pequeño chico para ver que le sucedía, pero al ver su ceño fruncido y sus dientes apretados sabían que era mucho mejor no interferir.

Por ningún maldito lado estaban aquellos dos, se estaba desesperando. Casi al instante y por fortuna, recordó que tenía una tarjeta de acceso a la habitación de Marsh, se la quitó cuando el tipo había quedado inconsciente de lo ebrio que estaba, en un inicio había pensado llevarle ahí y por eso la tomó, menos mal, porque ahora iría ahí mismo a buscar a su esposo. Kenneth debía tener la otra tarjeta de acceso, Kenneth debía estar en la habitación, debía estar con su esposo la pequeña mierda descarada.

Subió con prisa las escaleras, no tenía la paciencia para esperar el maldito elevador.

Llegó a la habitación marcada en la tarjeta y no perdió el tiempo en pequeñeces, pasando el dichoso plástico de acceso, abriendo la puerta de golpe.

Quedando aún más abatido y mucho más estúpido.


— ¡Son unos malditos, unos malditos!

Miento [Crenny]Where stories live. Discover now