𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐂𝐢𝐧𝐜𝐨

20.3K 744 103
                                    

𝐓𝐚𝐱𝐢

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

𝐓𝐚𝐱𝐢

 Caminaba por las transitadas calles de Londres. Es lunes, por su puesto, necesitaba llegar a tiempo para mi clase. Adrián no pudo traerme por asuntos no tan personales que digamos, y de Jay ni se diga, nunca está dispuesto.

«Ahorra para comprar un auto, ahorra para comprar un auto.»

No sería mala idea, Adrián y Jay no estarán ahí para siempre.

Me detuve para esperar un taxi, a pesar de que odiaba ese transporte, era consciente de que caminando no llegaría a tiempo. Miré a todos lados, pero no localizaba nada, después de esperar por aproximadamente tres minutos un taxi se detuvo, respiré aliviada yendo hacia la dirección en la que se encontraba, y para mi sorpresa, al parecer no era la única.

Un hombre de traje, cabello negro, ojos azules grisáceo, alto de estatura, buena complexión, no lucia para nada mal... pero eso no le daba el derecho de tomar mi taxi.

—Llevo mucha prisa — le informe.

Sus cejas se fruncieron, se mostraba confundido, sin embargo, pasó a ignorarme.

— ¿Es enserio? Yo lo vi primero — chillé desesperada.

Continuaba viéndome de la misma manera por unos segundos, luego su expresión se relajó, me escudriño con la mirada de la cabeza a los pies antes de mirar a su alrededor y luego a mi otra vez.

Yo solo esperaba a que me dejara el paso libre para poder pasar.

— ¿A dónde te diriges? — Pregunto curioso, y en tono amable.

—Que te importa.

— ¿No que tienes prisa? Dime a dónde vas.

Lo dude...

— Universidad de Londres.

— Puedo dejarte de paso, está en mi dirección.

Alce las cejas.

«¿Dejarme de paso? »

Él abrió la puerta haciéndose a un lado, no quería llegar tarde, por lo que subí. Nunca había compartido taxi con alguna persona desconocida, esto es algo nuevo para mí, pero realmente necesitaba llegar.

Era el primer taxi al que me subía y estaba un cien por ciento limpio, juraría que no era un taxi normal.

—Buenos días, señorita, señor Hampton.

«Que formal. »

Estaba tan impresionada que no era capaz de decir una sola palabra.

—Universidad de Londres, por favor, Igor.

— Sí, señor — hizo un asentamiento de cabeza.

Este día ya de por si estaba yendo muy raro, los miré de reojo a los dos, hasta que el foco en mi cabeza se encendió.

Clímax Donde viven las historias. Descúbrelo ahora