𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐓𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐮𝐧𝐨

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ᴄᴏɴᴛᴇɴɪᴅᴏ ᴀᴅᴜʟᴛᴏ

ᴜɴ ᴄᴏʀᴀᴢÓɴ ᴍᴀʟ ʜᴇʀɪᴅᴏ ɪɪɪ/ɪɪɪ

 La empresa familiar de Max consiste en prestaciones, al igual que muchas otras. Está situada en Brighton (y en otras partes del mundo). De Londres hasta allí son dos horas de viaje, y ya llevábamos bastante, de hecho, ya estábamos en Brighton y nos dirigíamos hacia el lugar del evento, que será en unos de los hoteles cinco estrellas de todo el lugar.

— ¿Y asistirán muchas personas? — pregunte luego de una hora completa de estar en silencio.

— Sí, bastante.

— Que bien.

Al único que podre reconocer de ahí será a Carlos, el padre de Max.

— Oye, no pasa nada rubia, eres simpática y muy social, vas a encajar a la perfección, de igual manera solo es presentación, después de eso, si no te sientes cómoda podemos irnos, hay un excelente bar en el hotel y tiene más lugares de entretenimiento.

— ¿Bar? ¿Entretenimiento?

— Sí, bueno, siempre está la habitación del hotel en dado caso.

Lo mire de reojo con las cejas fruncidas.

— Max — lo reproche.

— ¿Qué tiene? Es solo sexo — se encogió de hombros como si no fuera nada.

Me esperaba cualquier cosa, cualquiera, menos este comentario.

— No me voy a acostar contigo.

—Yo que tu no pongo a prueba mis habilidades de persuasión y seducción, no me fallan nunca, y nunca es nunca.

Me quede en silencio ante sus palabras, me rehusaba a discutir sobre estos temas con él.

Ya habíamos llegado, Max bajo del auto, yo hice lo mismo sin esperar a que viniera a sacarme, ya que no lo necesitaba.

El Valet Parking se acercó a nosotros.

— Buenas tardes, señor Blossom — se giró hacia mi e hizo una reverencia — señorita.

Max le entrego la llave de su auto y tomo mi mano, llevándome a la par suya hacia el ascensor.

Las paredes de este cubículo eran espejos que me permitían verme.

— Sigo pensando que este vestido es demasiado.

— Cuando entremos veras como encajas, no te preocupes por eso, además ya es un poco tarde para retroceder.

Era lo mínimo que esperaba, no quería ser el centro de atención, o al menos no por mi vestimenta.

Las puertas se abrieron dejando ver el vestíbulo de dos plantas.

Bien podía empezar a tragarme mis pensamientos, me preocupaba parecer exagerada por mi vestimenta, pero Max tenía razón, aunque no del todo, ya que aparentemente mi vestido si lucia más descubierto que cualquier otro.

Sí había muchas personas presentes, sin embargo, el lugar era bastante amplio, incluso había un minibar y podía notar a unas cuantas personas ofreciendo bebidas por todo el salón.

Max no soltó mi mano ni por un segundo hasta que llegamos al bar y pidió una copa de champaña.

— ¿Quisieras algo de tomar?

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