Centro Comercial

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Usagi comenzaba a abrir sus ojos color cielo, y lo primero que vio fue el rostro de Taiki, iluminado por la luz suave de la mañana. Él le brindó una sonrisa que desarmaba cualquier preocupación.

—Extrañaba ver tu linda mirada, princesa. Te ves tan hermosa al despertar... Quiero más días como este, donde estés a mi lado —dijo, su voz llena de calidez y sinceridad.

Usagi acarició su rostro con ternura.

—Siempre tan atento, me haces sentir tan especial...

De pronto, sus ojos se posaron en el carrito del desayuno que había preparado para ella.

—¡Qué detalle! Jamás he tenido un desayuno en la cama. ¡Gracias! Eres el mejor —exclamó, abrazándolo por el cuello y dándole un beso en la mejilla.

Taiki se ruborizó, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.

—Que empiece nuestro deleite, princesa. Este día está lleno de emociones...

Después de disfrutar del desayuno y de que Usagi se bañara, ella estaba lista. Cuando Taiki salió del baño, Usagi entrelazó su mano con la de él, mirándolo con una mezcla de admiración y cariño.

Caminaron juntos por los pasillos hasta su moto, un modelo lujoso que brillaba bajo la luz del sol. Taiki abrió la puerta y le dijo:

—Mi primera parada será ir al centro comercial. ¿Qué me dices, princesa?

Usagi sonrió, emocionada por su primera visita a un lugar así.

—¡Claro que sí, querido Taiki! Nunca he visitado uno...

Con una sonrisa cómplice, Taiki apretó su mano y encendió el motor de su moto. El rugido del motor resonó en el aire mientras Usagi se acomodaba detrás de él, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura. La adrenalina recorrió sus cuerpos mientras avanzaban por las calles de la ciudad.

El viento acariciaba sus rostros mientras atravesaban avenidas iluminadas por luces de neón. Usagi se sentía viva; cada giro y cada aceleración la hacían reír con alegría. Sentía la fuerza de Taiki bajo ella, su confianza era palpable.

—Cuéntame sobre tu vida en el orfanato... ¿Conoces a tus padres, princesa? —preguntó Taiki mientras conducía.

Usagi lo miró y negó con la cabeza, su expresión tornándose seria.

—Mi vida fue muy dura... siempre con limitaciones. En el orfanato solo podía pensar en por qué me abandonaron mis padres. No sé quiénes son ni cuáles fueron los motivos. Solo sé que por culpa de ellos recibí maltratos injustificados...

Taiki se sorprendió y preguntó:

—Pensé que era un orfanato cristiano y que eran monjitas las que lo organizaban...

Usagi afirmó con tristeza.

—No porque sean monjitas quiere decir que todas son buenas. Muchas tenían actitudes muy malas... Algunas incluso nos golpeaban y torturaban. Solo había una madre que era ejemplar... pero ella murió cuando yo tenía unos 15 años. No sabes cuánto me dolió su partida.

La ira comenzó a burbujear dentro de Taiki al escucharla.

—Siempre he sospechado que hay algo turbio entre tanto amor que profesan en las iglesias y ese tipo de organizaciones... Princesa, no puedo imaginar todo lo que has sufrido. Déjame entrar en ese bella alma y llenar aquel vacío que has tenido que soportar tantos años...

Usagi aferró su mano a la de él y sonrió con gratitud.

—Ya lo estás haciendo, querido Taiki. Eres una excelente persona... Jamás pensé que con solo unas horas de tu tiempo pudieras hacer tanto por mí.

Taiki sonrió con sinceridad.

—Todo lo hago de corazón porque siento que mereces un mundo entero. Y si está en mis manos dártelo, así será...

Al cabo de unos minutos llegaron a la entrada del centro comercial. Taiki se dirigió al estacionamiento y dijo:

—Hemos llegado, princesa...

Bajaron de la moto y caminaron de la mano hacia una escalera mecánica. Usagi estaba fascinada; todo era increíble: un centenar de tiendas llenas de artículos deslumbrantes.

No sabía por dónde empezar hasta que Taiki la condujo hacia una tienda especial.

—Elige lo que más te guste, hermosa —le dijo con una sonrisa traviesa.

Usagi quedó boquiabierta al ver los lujosos artículos expuestos.

—No me digas que... Lo siento, no puedo aceptar que me compres cosas —respondió rápidamente, sintiéndose abrumada.

Taiki asintió con firmeza.

—No como crees, compra todo lo que quieras, estoy seguro de ello... Mientras estaba en la regadera lo medité. Puse en balanza todo lo que siento por ti. Tú eres la indicada; no sé cómo sucedió ni cómo es que llegué a enamorarme tan rápido de ti... Lo único claro es que eres lo que más deseo en este mundo. Agradezco a Dios por haberte puesto en mi camino...

Se detuvo un momento para mirarla intensamente antes de continuar:

—Te amo, Usagi. Eres perfecta... ¿Aceptas ser mi esposa?

Las palabras flotaron entre ellos como un hechizo; el bullicio del centro comercial desapareció mientras Usagi procesaba la pregunta monumental. Su corazón latía con fuerza al contemplar el futuro brillante que podría tener junto a él, un líder del Yakuza dispuesto a protegerla y amarla sin límites.

La Tentación De Los Kou +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora