Idiota

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Kakyuu estaba muy alterada; sus ojos centelleaban con furia y desdén, como dos llamas que amenazaban con consumir todo a su alrededor. La tensión en el aire era palpable, casi eléctrica, como un rayo a punto de caer. En el lujoso restaurante, donde los murmullos de las conversaciones se entrelazaban con el tintinear de copas de cristal, Seiya, siempre atento a la situación, decidió intervenir con su habitual sarcasmo mordaz.

—Ojalá sean felices, primo... —dijo, dejando que una sonrisa sarcástica se dibujara en su rostro—. Y no te arrepientas después de tu alocada idea de matrimonio. Ojalá que Usagi no sea otra mucama interesada... Pero algo me dice que, en vez de tu amor, quiere tu dinero.

Las palabras de Seiya resonaron en el ambiente como un eco hiriente, provocando que Taiki se pusiera como loco. La indignación brotó de él como un volcán a punto de erupcionar. Sin pensar en las consecuencias, se abalanzó contra Seiya, propinándole un golpe en el rostro que resonó en la atmósfera elegante del restaurante, interrumpiendo las conversaciones y atrayendo miradas curiosas.

Seiya, sin inmutarse ante la agresión, le devolvió el golpe con la misma ferocidad. Era un duelo de titanes donde las palabras se transformaban en puños y la rabia se convertía en una danza violenta.

—Debe ser solo una arribista; de otro modo, no accedería a casarse contigo si no te ama... Menos tan rápido. Seguro que el acostón fue muy bueno —dijo Seiya con una sonrisa desafiante que desafiaba a Taiki a reaccionar.

Usagi sintió cómo su corazón se aceleraba mientras Taiki la tomaba del brazo con una fuerza protectora y le decía:

—Agradece que estamos en un lugar público o te juro que te sigo partiendo la cara, imbécil... Usagi no es como las mujerzuelas con las que te acuestas.

Kakyuu abrió los ojos de par en par ante el comentario de Taiki; su furia se intensificó como si una tormenta estuviera a punto de estallar. Con un movimiento rápido y lleno de rabia, le dio una fuerte cachetada a Seiya que resonó como un disparo en medio del tumulto. El sonido cortante del impacto fue seguido por un silencio atónito.

—¡CÓMO ES ESO, SEIYA! ¿CÓMO TE ATREVES DESGRACIADO? ¡Y YO COMO UNA IDIOTA SIENDO FIEL A TI!

Con esas palabras cargadas de dolor y traición, Kakyuu tomó su bolso y salió del restaurante furiosa, dejando a Seiya atónito y con la mirada perdida. La ira ardía en su interior mientras observaba cómo ella se alejaba; había cruzado una línea que nunca debió traspasar.

Taiki observaba la situación con una risa burlona que ocultaba su propia frustración. Cada palabra hiriente lanzada por Seiya era como un dardo afilado que penetraba en su orgullo.

—Te lo mereces por idiota... Y te digo de antemano que esta alianza que hemos tenido durante años llega a su fin. Soy el accionista mayoritario y por ende pido que te largues de mi empresa —declaró con desdén, sintiendo cómo la adrenalina corría por sus venas como un veneno dulce.

Luego, tomó la mano de Usagi con ternura y determinación; era un gesto cargado de significado. Juntos abandonaron el lugar mientras las miradas curiosas seguían sus pasos. A medida que salían del restaurante, Taiki sentía cómo el peso del mundo caía sobre sus hombros; había arriesgado todo por ella.

Seiya se quedó atrás, sintiéndose como si lo llevara el mismo demonio. La rabia y los celos comenzaban a burbujear dentro de él como una tormenta inminente. ¡No! Esto ni creas que quedará así, pensó mientras se prometía venganza. Esto es imposible; soy dueño al igual que tú de las empresas. Te daré donde más te duele... Bombón será mía, ya verás.

Las horas pasaron lentamente mientras Taiki decidió irse de la mansión para buscar sus pertenencias; cada paso era una mezcla de determinación y desasosiego. Mientras tanto, Yaten, ajeno a todo lo ocurrido pero siempre curioso por naturaleza, se acercó como siempre para hablarle.

—¡Hasta que llegas, Taiki! ¿Dónde rayos has estado metido? —preguntó con curiosidad genuina.

Taiki estaba muy irritado; su mente era un torbellino de emociones y siguió directo a su habitación, ignorando por completo a su primo. La frustración lo consumía; cada pensamiento era un eco del enfrentamiento anterior.

Yaten lo conocía bien y lo siguió sin dudarlo. De pronto vio cómo Taiki echaba ropa a su maleta con movimientos bruscos y decididos; cada prenda parecía llevar consigo la carga emocional del día.

—¿Te vas de viaje? ¿Ocurrió algo en las empresas? Sabes que puedes contar conmigo para todo... No te guardes tanto las cosas, primo... Relájate...

Taiki lo miró con seriedad; sus ojos reflejaban una mezcla de frustración y tristeza profunda.

—No, no es nada de eso. Disculpa; no es personal, pero hoy debería ser el día más feliz de mi vida... Y lo estaba siendo hasta que el maldito de Seiya lo arruinó todo...

Yaten frunció el ceño al escuchar eso; la preocupación comenzó a asomarse en su rostro.

—¿El día más feliz de tu vida? ¿Qué fue lo que hizo esta vez?

Taiki le miró fijamente y señaló su mano adornada con el anillo de compromiso; un símbolo brillante ahora opaco ante la tormenta emocional que enfrentaba.

Yaten quedó impactado y respondió:

—¿Cómo es eso de que te vas a casar? ¿Quién es la afortunada? No... ahora que lo pienso, la única mujer que conozco interesada en ti es Amy... ¿Es ella?

Taiki negó con desdén; cada palabra era un recordatorio del doloroso rechazo hacia Amy.

—No, para nada. Amy nunca me ha interesado... Es más, hace un tiempo dejé las cosas muy claras entre los dos. Tú sabes que no me gusta utilizar a las mujeres, a pesar de la maldita profesión que tenemos.

Yaten asintió lentamente; comprendía la lucha interna de su primo. Había algo noble en Taiki que siempre había admirado.

—Sí; siempre has sido un aburrido y un romántico...

Taiki sonrió levemente ante el comentario; había algo reconfortante en esa broma familiar entre ellos.

—No es lo mismo ser aburrido que ser un caballero, Yaten...

Yaten se acomodó su larga cabellera platinada y volvió a preguntar:

—Ya deja lo aburrido, abuelo; mejor dime quién es aquella chica misteriosa...

Taiki asintió con una mezcla de orgullo y ternura iluminando su rostro cansado.

—Es Usagi... Usagi Tsukino; la mujer más hermosa que mis ojos han visto...

El nombre resonó en el aire como una melodía dulce pero trágica para Yaten. Sintió como si una avalancha le cayera encima. ¡No! ¡Maldición! No puede ser, pensó en su interior mientras los celos comenzaban a consumirlo como sombras amenazantes. Una rabia descomunal comenzó a crecer dentro de él mientras los celos se apoderaban de su mente como serpientes venenosas.

Afortunadamente, su celular comenzó a sonar; era una gran excusa para salir y dejar a Taiki intrigado por la repentina actitud de su primo.

Yaten se fue rápidamente a su habitación y entró al baño. Abrió la llave del lavamanos y comenzó a verter agua sobre sus rojas mejillas mientras murmuraba:

—Maldita sea Taiki; ¿por qué tenías que fijarte en mi conejo? ¡¿Qué debo hacer por Dios?! Sé que no debo ser un obstáculo entre él y ella... Pero qué idiota; ¿qué estoy pensando? Si Taiki ni tiempo me dio para ganarme su corazón... Tal vez aún tengo esperanzas...

En ese momento tenso y lleno de emociones contradictorias entre los personajes principales, cada uno enfrenta sus propios demonios internos: celos ardientes, ira incontrolable y confusión sobre el amor verdadero. La atmósfera estaba cargada no solo por las palabras lanzadas como dardos afilados sino también por los sentimientos ocultos que amenazaban con salir a la superficie en cualquier momento.

La lucha entre el deseo personal y el deber hacia los demás comenzaba a tomar forma dentro del corazón tumultuoso de Yaten mientras contemplaba las sombras del amor no correspondido danzando alrededor suyo. La historia apenas comenzaba a desenredarse entre pasiones ocultas y traiciones inesperadas.

La Tentación De Los Kou +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora