En La Guerra Y El Amor

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Yaten se encontraba en su habitación, la penumbra envolviendo el espacio como un manto de sombras. La luz tenue apenas iluminaba su rostro, acentuando la determinación que ardía en sus ojos. Su mente giraba en torno a un solo pensamiento: Usagi. Desde que su primo Taiki había comentado su interés por casarse con ella, Yaten había sentido que el suelo se desvanecía bajo sus pies. La idea de perderla lo atormentaba, y sabía que debía actuar. Con una resolución feroz, se dijo a sí mismo:

—Tendré que seguirte, Taiki... No me diste otra alternativa. En la guerra y en el amor todo se vale, y yo no estoy dispuesto a perder a mi conejo, aunque quizás me gane con esto tu desprecio.

El aire en la habitación se volvió denso, cargado de una tensión palpable. Yaten sabía que el mundo en el que vivían no era uno de amor y dulzura; era un campo de batalla donde la lealtad se compraba y se vendía, y donde los corazones podían romperse con la misma facilidad con la que se cortaban cuellos. Con el corazón latiendo con fuerza, esperó pacientemente en su habitación hasta que escuchó a Taiki despidiéndose de algunos empleados. La tensión crecía en su interior mientras observaba la escena con atención, cada palabra resonando en su mente.

Desde su escondite, Yaten pudo ver a Taiki hablando con Molly, la ama de llaves. La expresión de Molly, una mezcla de desesperación y dolor, lo hizo sentir un retortijón en el estómago, pero no por compasión. En su mente, solo pensaba en cómo esa situación podría jugar a su favor. Sabía que la oportunidad se presentaba ante él.

—Lo siento, Molly. Todo lo que vivimos se terminó... En su momento fue algo lindo, pero bien sabías que no fue más que una aventura. Te fui sincero y tú decidiste seguir buscándome —dijo Taiki con frialdad, su voz clara y distante, como el filo de un cuchillo.

Yaten observaba con una sonrisa fría, sintiendo que la ira de Molly era un espectáculo que no le interesaba en absoluto. La joven, arrodillada a sus pies, le imploraba que no se alejara de su lado.

—Mi señor, yo lo amo. Y no sabe cuánto... Por favor, no se vaya. Yo no sé vivir sin usted... Lo necesito. Además, estoy esperando un hijo suyo...

Las palabras de Molly cayeron como un rayo en el ambiente, y Yaten no pudo evitar sonreír al escuchar esa revelación. Rápidamente sacó su celular y comenzó a grabar la conversación. La situación se tornaba más interesante, y su mente ya maquinaba cómo podría usar esa información para su beneficio.

Taiki, incrédulo ante las palabras de Molly, respondió:

—Es imposible que estés embarazada de mí, Molly. Siempre he usado protección... Así que no me chantajees de ese modo. Además, creí que Usagi era tu amiga.

Yaten se sintió como un espectador en un drama que se desarrollaba ante sus ojos, un juego peligroso en el que las emociones eran armas letales. La tensión aumentaba, y podía sentir el aire cargado de traición. Molly se sintió devastada, su voz temblando de rabia.

—Ella "ERA" mi amiga... ya no más. De todos los hombres con los que pudo involucrarse, tenía que ser con usted, mi señor... El hombre que yo amo... y futuro padre de mi hijo.

La respuesta de Molly fue un golpe directo, pero Yaten no se dejó influenciar. Para él, eso solo significaba una oportunidad más. Taiki, astuto como siempre, no se dejó llevar por la emoción.

—Si es verdad lo que dices... demuéstramelo. Hazte la prueba de ADN y tráeme los resultados. Si es mío, te juro que lo reconoceré y le daré la vida que se merece. Pero si no lo es, te pido que me dejes en paz y no me busques más... porque en unos meses más seré un hombre casado. Por ende, mi vida cambiará.

Molly mordió su labio de ira, su rostro enrojecido por la frustración y el dolor. Yaten, sin embargo, no sentía nada por ella. Para él, era solo un peón en un juego más grande.

—¿Y así nada más se termina todo? ¿Me dejas y ya? ¿Ninguna pizca de cariño sentiste en todos estos años que fui tu fiel amante?

La mirada de Taiki se endureció, y Yaten pudo ver cómo la frialdad de su hermano se transformaba en una decisión firme, una resolución que emanaba del mismo corazón del yakuza.

—No confundas las cosas, Molly. Que nos acostáramos de vez en cuando por diversión y porque tú te me ofrecías no quiere decir que tenga que enamorarme. Lo que yo siento por Usagi es amor sincero; en cambio contigo solo sentí placer momentáneo. Lo siento, pero esa es la realidad... No puedo crear falsas expectativas.

Las palabras de Taiki resonaron en el aire como un eco cruel, y Yaten sintió una mezcla de satisfacción y desdén. La ira de Molly era palpable, pero a él no le importaba. Solo veía en esta situación una oportunidad para acercarse a Usagi.

—Veamos qué opina Usagi de todo esto, mi señor... Espero que eso no dificulte su compromiso —dijo irónicamente, sus ojos brillando con un fuego de venganza.

Yaten observaba desde la distancia, sintiendo que la tensión se intensificaba. La revelación del embarazo había sido un golpe bajo para Taiki; sin embargo, también sabía que esto podría ser su oportunidad para acercarse a Usagi. En el mundo del yakuza, cada movimiento contaba, y Yaten se sentía como un jugador en una partida de ajedrez, calculando cada paso.

La escena era un torbellino de emociones, y Yaten se sintió atrapado entre el deseo de proteger a su hermano y el anhelo de estar con la chica que amaba. La atmósfera se volvió pesada mientras Yaten se retiraba para reflexionar sobre lo ocurrido. "No puedo dejar que esto termine así", pensó, su mente maquinando un plan. "Conejo es mía; solo necesito encontrar la manera de demostrarle lo que realmente siento antes de que sea demasiado tarde".

La Tentación De Los Kou +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora