Capítulo 8

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Elsa rió feliz al separase del chico que se negaba a soltar su cintura.—No puede ser ¿Qué haces aquí?

—¿Acaso no puedo visitar a mi novia?—Preguntó con voz ronca y una sonrisa ladina volviendo a besar sus labios sin darle tiempo de hablar. Elsa rió contra sus labios y llevó sus manos al pecho del chico para separarlo de una vez.

—Claro que puedes, es solo que no me lo esperé.—Respondió con obviedad y llevando sus manos al cuello del contrario.—Pensé que tus padres te prohibían acercarte a esta dimensión, en especial a la institución.

Subió sus hombros sin borrar su sonrisa. —Bueno, pude convencerlos de dejarme venir aquí y, de paso, poder terminar mis estudios aquí contigo.—Los ojos del ángel albino se iluminaron.—Pasaremos más tiempo juntos ¿Qué tal?

Elsa asintió feliz lanzándose a abrazarlo de nuevo. El chico sonrió ladino y apoyó su barbilla en el hombro de la chica apresando su cintura entre sus manos con rudeza. Era una cabeza más alto que Elsa, con un llamativo cabello rojizo junto a unas patillas que lo hacían lucir muy atractivo. Sus ojos verdes como el bosque y algo delgado en musculatura. Último hijo de los grandes guerreros y las dominaciones más orgullosas y avariciosas que siguen del lado del Todopoderoso, Agnes y Aleski Westerguard de las Islas del Sur. En su época, grandes ángeles que llegaron muy lejos, y hoy en día, la tercera realeza angelical más poderosa. Hans Westerguard de las Islas del Sur, fue el último de 3 hermanos mayores, hermanos que actualmente se están preparando para reinar el reino de sus padres.

Cuando Elsa y Mérida comenzaron su entrenamiento con las potestades caídas, conocieron Hans, sobrino de sus entrenadores y que constátenme le gustaba verlos partir las clases. Cuando Elsa y Hans comenzaron a conocerse mejor, no pudo evitar caer enamorada de él, y él de ella. Tan rápido e ilógico que parecía magia. Se volvieron pareja cuando el entrenamiento terminó y Elsa salió como una gran guerrera, y desde entonces, aún seguían saliendo. Claro que con su trabajo como guardaespaldas de Rapunzel, muy pocas veces lograban verse, pero eso no fue impedimento para que siguieran juntos y poder planear su futuro. Eran el ejemplo de pareja perfecta y todos aseguraban que eran tan complementarios como la arena y el mar.

Aunque eso es porque no conocen el otro lado de la moneda.

Elsa rompió el abrazó y agarró las manos del ángel sin borrar su sonrisa.—¿Dónde te quedaras?

—A 20 casas de aquí, la servidumbre se está encargando de arreglar el lugar para mi.—Subió sus hombros restándole importancia, Elsa lo miró con reproche y Hans respondió con una sonrisa traviesa.—Y ordene que el lugar fuera para mí solo, para nosotros solos.—Susurró contra su boca y de manera automática la sonrisa del ángel se borró, los nervios la atacaron, su corazón se aceleró y las ganas de soltarse del agarre del ángel mayor.—Te mudaras conmigo.

—¿Mu-mudar? ¿Los dos? ¿Solos?—Susurró de vuelta tragando grueso, se apartó del ángel. Jugó con sus dedos y sintió sus mejillas colorearse.—Hans, no puedo... sabes que debo quedarme con Rapunzel.—Recordó con firmeza y miró a su novio con una sonrisa de disculpa.—Además... No está permitido que chicos y chicas compartan la misma casa.

—Puedes hablar con tu tío; somos pareja y pronto los próximos reyes, no debe colocarte peros.—Elsa negó con una media sonrisa e intentó responder, pero el ángel agarró su cara con ambas manos obligándola a mirarlo a los ojos. Sonrió ladinamente y acarició con sus pulgares las suaves mejillas del ángel.—Hermosa, vamos, ambos hemos soñado con vivir en una casa para los dos ¿No era eso lo que más querías?—Preguntó en un susurro sin borrar la sonrisa, Elsa parpadeó algo confundida y asintió.—¿Entonces? Rapunzel puede cuidarse sola, Mérida y Anna se quedaron con ella, además, no estarás con ella para siempre.

Ángeles & Demonios ~Jelsa~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora