Capítulo 15

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"Todos decían que los cuervos eran crueles, peligrosos, una mancha negra para la comunidad del cielo; pero jamás se pusieron a pensar en el porqué de sus acciones

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"Todos decían que los cuervos eran crueles, peligrosos, una mancha negra para la comunidad del cielo; pero jamás se pusieron a pensar en el porqué de sus acciones. Los cuervos y yo no éramos malos, solo incomprendidos".

—... así que, si me dan la oportunidad de investigar con más personas, considero que mis apuntes podrían llegar a ser más que solo teorías.

En cuanto Miles terminó de hablar, los aplausos de Aixa hicieron eco en las cuatro paredes de la cocina.

Eran tan solo las diez de la mañana y ya había ensayado su discurso (al menos) siete veces. Era el gran día, en menos de dos horas Miles iba a estar presentando su proyecto final y, si lo hacía bien, sería la persona más joven en obtener un título en medicina.

El muchacho recordaba con añoranza cuando tenía tan solo catorce años y estaba a pocos meses de terminar la educación obligatoria de Dove Hill, fue entonces que el doctor Harrison se ofreció para ser su tutor y enseñarle todo lo que sabía. Aceptar su oferta fue lo mejor que le pudo haber pasado al chico, su madre estaba tan orgullosa de él, a quien no había visto así de contenta desde hace años, antes de que su papá muriera.

—Me parece que fue un excelente discurso, doctor Armstrong. —Rió.

A Miles le parecía que su risa era muy bella, tan melodiosa como el canto de los pájaros por la mañana. Aixa era una chica soñadora y entusiasta, le era imposible no enamorarse cada día más de ella. La acercó a su cuerpo y besó su frente.

—Gracias por ayudarme, sin ti no habría podido hacer nada de esto.

—Se te hace tarde, Miles. Ve, yo te estaré esperando afuera de la apoteca para ir a festejar.

Asintió. Ambos salieron de la casa y comenzaron a caminar, cada uno tomó una dirección diferente.

Miles sentía que era afortunado por caminar sobre las avenidas de Dove Hill. Llevaba un maletín consigo, cuyo objeto contenía las investigaciones de su proyecto. Vestía una bata blanca desabotonada; miraba cada cierto tiempo en la parte derecha de ésta, muy pronto estaría ocupada por su nombre. El muchacho no podía esperar para que eso pasara.

Había numerosos locales abiertos en las calles, de ellos salían personas contentas, todas ellas lo saludaban y le sonreían de la misma manera carismática que él. Miles amaba ese lugar, la ciudad era un sueño hecho realidad para todos; el presidente se había esforzado mucho para que la seguridad y la felicidad prevalecieran en Dove Hill. Miles creía que le debían esa vida tan hermosa a él.

«Algún día lo conoceré», pensó entusiasta.

Estaba en frente de la apoteca y su sonrisa se desvaneció, era un día importante y tenía miedo de arruinarlo. En sus manos tenía un descubrimiento muy grande, ¿en serio podía manejarlo un niño de diecisiete años?

La ciudad del olvido  [Ciudades #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora