Capítulo 23

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Capítulo 23: "Novedades"

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--Entonces, jefe-- suelto un suspiro de alivio cuando la llamada se termina. Mi familia puede ser un tanto difícil en ocasiones-- ¿Vamos a almorzar?--

--Y el cambio de planes ¿qué?-- 

Cierto

--Te debo un almuerzo, Galloway-- digo mientras tomo mis cosas y me dirijo al ascensor. Giro mi cabeza por sobre mi hombro a ver si Galloway me seguía, pero para mi total asombro, él solo estaba allí donde lo dejé: sin moverse y solo luciendo una cara de disgusto ¿O será desilusión? Analizo las opciones de por qué su carácter de mierda dejó de ser precisamente tan mierda 

Ha de ser la admiradora ¿no?

Seguro que sí

¿Qué dije ahora?

¿Puedo ser honestas con ustedes? Eso me molestó. El hecho de que comience a cambiar por alguien más. A ver, no me refiero a que debería haber cambiado por mí, no. No no no. Por supuesto que no, o quizás un poquito, pero pensándolo fríamente me perturba que de la nada comience a ser un encanto por alguien que ni siquiera es real.

¡Eres tú tras ese papel!

¡Ya lo sé! Y es eso aún más loco, por Dios. No es posible estar celocita de mí misma. No tiene sentido. Nada en absoluto. 

Dijiste «celocita»

No

Sí lo dijiste

No

¡Estás celosa por William Galloway, hija de putaa!

En un vano intento de acallar mi mente busco alguna canción pegajosa que me distraiga, algo molesto. Algo que, después de un rato, me sature. Pero no funcionó, porque sin dudas puede que mi conciencia tenga razón

Como siempre, mi cielo

--¿No vienes?--Vuelvo a hablar mi jefe que sigue tan erguido en mi escritorio. Debería distanciarme, alejarlo de mí para poder comenzar a aclarar mi mente. ¡Dios! Solo ayer llegué a la conclusión de que me gusta, pero ¿y ahora? ¿Acaso se vienen todos los sentimientos juntos? No estoy mentalmente preparada para esto así que espero que  todos los cielos se apiaden de mi alma

William sonríe de medio lado, como si le costara creer que hablo en serio y comienza a caminar en mi dirección mientras se pasa la mano por su cabello oscuro

Qué hijo de su puta madre, está como quiere 

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Llegamos al estadio de fórmula 1 después de varios minutos sumergidos en el tráfico de la ciudad. El viaje fue tranquilo y no hablamos más que para saber el camino. William luce impecable: su camisa negra impoluta, unos pantalones verde oscuro, zapatos de marca negros, gafas de diseñador y su peligrosa aura de mujeriego indomable le otorgaban aparte otro aire de seducción. Mi ya perturbada mente solo aguanta lo suficiente para no decirle cualquier estupidez que mis hormonas soltaran.

Durante el camino, que no fue excesivamente largo pero sí lo suficiente, llegué a la conclusión de que por muy encima que mis nuevos sentimientos por Galloway se me vinieran, eran absolutamente normal. Es muy normal, gente. 

La Admiradora Del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora