• Los personajes que aparecen en este apartado no son propiedad mía, sino más bien de Naugthy Dog y Neil Druckmann.
• Actualmente está en revisión y corrección porque hace como cuatro años escribí esto y se me dio por darle un "remake" por así llama...
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Me arrastré hasta el inmenso olmo que estaba en frente mío y me posé sobre sus raíces. El telón de mis párpados amenazaba con tocar el suelo de mis ojeras y el sueño me dolía, pero no era cualquier sueño, estoy casi segura de que si me duermo ya no despierto.
El cielo escurría lágrimas plateadas que chocaban con mi rostro evitando que descansara, los silbidos ya no cantaban, los pasos ya no se escuchaban y mis suspiros callaban al silencio en plena noche obnubilada.
La paz era inconmensurablemente idílica. Ya no sentía tristezas ni frustraciones, mucho menos dolor por más que de mi antebrazo brotaban cataratas escarlatas, producto de una pequeña pero ardiente hendidura tras recibir un flechazo.
Entonces mis ojos se cerraron y después de días de locura insomne... por fin descansaron.
Escuché el arpegio de una guitarra y al abrir nuevamente mis párpados, era la figura de una persona que ya no estaba. Y en mi, se evocó retazos de aquella fría noche en la que tuve con él una última charla.
────Yo debía morir en aquel hospital... era mi destino ¡Pero me lo arrebataste! ──── El silencio se hizo frontera entre nuestras palabras, lo miré y él seguía sin decir nada, hasta que...
────Si... de alguna forma Dios me diera otra oportunidad... Lo haría todo de nuevo ──── dijo decidido.
No podía escucharlo... me dolía tanto. ────La cosa, es que no creo que pueda perdonarte nunca ──── le dije sin piedad a lo que en su rostro se esculpió un semblante deprimido y de sus ojos se desprendieron finos ríos que se perdían en sus mejillas pobladas bajo tupida barba. ──── Pero... me gustaría intentarlo
────Bien ──── tan triste... aún tenía ganas de seguir hablando y no me permití cumplir dicho acto.
Me arrepiento de todos mis arrepentimientos y cegar el sentimiento de perdón que nunca le concedí a la única persona que me acompañó en todo este tiempo.
Mis ojos nuevamente se abrieron, rejuvenecidos tras el sueño de un minuto que quise que fuera eterno... el olvido queda pequeño ante recuerdo tan bello.
De pronto la furia encarnizada volvió a mi y en ello los deseos que me llevaron a estar herida en un primer momento.
Cubrí mi sangrado con trapos y alcohol. Como si fuera primavera, escuché nuevamente los silbidos... nada más que no era el canto de un mirlo, eran los lunáticos que me perseguían.
Miré la recámara de mi arma que por sorpresa estaba vacía, de seguro las gasté en mi huida... saqué mi navaja y en mi muñeca estaba la pulsera de un amor que aún me espera.
Me adentré en las hojas lanceoladas y largas que me camuflaban ante cualquier imbecil que me buscara. Deseando encontrar a la culpable y cumplir mi venganza.
