• Los personajes que aparecen en este apartado no son propiedad mía, sino más bien de Naugthy Dog y Neil Druckmann.
• Actualmente está en revisión y corrección porque hace como cuatro años escribí esto y se me dio por darle un "remake" por así llama...
Aún guardo conmigo el recuerdo de los juníperos danzando ante la vibración armónica de las cuerdas de metal. El suave golpeteo del regato chocando contra la orilla. El inmenso cielo azulado que hace de lienzo donde las aves pintan su vuelo y el viento que mece el manso prado amarillo.
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Que las aquilegias suelten los átomos de su esencia tras el fino hilo de tu canto que se une con el arpegio matinal de los pajarillos y que juntos toquen la balada del universo. Ahora eres como una estrella fugaz que surca las orillas del orbe terráqueo... me imagino que debes estar mirándonos desde lo alto.
Me pregunto cuántas veces mis palabras te llenaron de lágrimas que acabaron por derramarse en la almohada. Cuantas veces fijaste el brillo de tus ojos glaucos en mi mirada esquiva. Me pregunto cuán ilusionado estabas por volver a hablarme el día que perdiste la vida...
La soledad y tristura se apropiaron de tu hogar...
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Tu taza extraña que bebas el café en ella.
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Tu reloj añora que mires su quebrantado cristal y eches de menos a la persona que te lo regaló.
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El cielo añora que seas el primero en ver cada alba y que seas el último en mirar cada ocaso.
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Tu chaqueta extraña abrazarte en aquellas noches solitarias.
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Y yo extraño tu mirada...
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Extraño no tener que soñarte para verte, me duele tanto el no poder estrecharte en mis brazos y me arrepiento... de no haberte dicho en su momento —Te amo— Ahora las palabras se ahogan en mi garganta y buscan desesperadamente huir en los suspiros afligidos que se apilan en mis dientes. El ardor de mis lágrimas que bajan de mis pestañas por el badén de mis pómulos y desembocan en las lagunas de mis mejillas.
Aveces pienso que el mañana será distinto al presente que me atormenta, luego despierto, chocando con la realidad de que el hoy, era el mañana de ayer y que todo sigue igual.
Al final Joel, tu no me debías nada... era yo quien realmente te debía el perdón.
Aquí, con mi tembloroso pulso te escribo una misiva sin posdatas, una página arrancada de un viejo diario con palabras que carecen de sentido...
Solo para decirte que aunque ya no estés, siempre te llevaré conmigo.
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