How Wonderful Is The World

55 4 0
                                    













U N O















     En los confines sombríos de mi mente, donde los recuerdos se entrelazan con la desesperanza y el dolor, yace un abismo de tristeza agónica. Apenas ha transcurrido un día desde que mi amada hija Sarah se desvaneció, dejando mi alma sumida en la profundidad de un dolor devorador. La pandemia, esa sombra amenazante que se ciñe sobre la humanidad, ha arrebatado su vida y ha dejado una herida abierta en mi corazón, una herida que sangra sin cesar.
En esta realidad distorsionada, el tiempo se ha congelado. Mi reloj, inmovilizado en el día en que Sarah partió de este mundo, se niega a avanzar. Cada segundo que se escapa es una afilada cuchilla que hiere mi alma y me recuerda implacablemente la pérdida irreparable que he sufrido. Siento el peso de su ausencia en cada latido de mi corazón, y cada suspiro se convierte en un gemido silente que escapa de mis labios.
Los ecos de su voz persisten en mi mente, como una melodía melancólica que nunca se desvanece. Puedo escuchar su risa juguetona, su dulce voz que me decía: "Papá, qué mundo tan..." y ahí se pierde el recuerdo. Pero esa frase resuena en mis oídos como un eco desgarrador. Sin embargo, en este mundo devastado por la pandemia, su voz es un eco solitario que se desvanece entre las sombras, incapaz de encontrar consuelo en el vacío que dejó atrás.

     El entorno que me rodea es una extensión de mi propio tormento. Las calles yacen desiertas y silenciosas, las luces se han apagado y las sombras acechan en cada rincón. La enfermedad ha capturado a la humanidad y el miedo se respira en el aire viciado. Las calles, que alguna vez rebosaban de vida y alegría, ahora son testigos mudos de la desolación que nos rodea. Es como si el mundo entero compartiera mi agonía, como si cada alma sufriera en silencio, envuelta en una bruma gris de desesperanza.
En este escenario desolador, me encuentro solo con mis pensamientos más oscuros. La pena y la tristeza se han convertido en mis compañeros más fieles, y la esperanza ha perdido su brillo en la oscuridad que me envuelve. Cada paso que doy, cada mirada perdida en el horizonte, es un recordatorio constante de la vida que solíamos tener y que ahora se ha desvanecido en la niebla de la pérdida.

     Te extraño tanto, Sarah. Mi mundo se ha convertido en un abismo sin fondo desde que te fuiste. En medio de esta pandemia que amenaza con extinguir a la humanidad, mi propio corazón se ha convertido en un desierto estéril, consumido por una tristeza infinita. Pero incluso en la agonía más profunda, te prometo que te recordaré y honraré tu memoria. Tu voz seguirá resonando en mis sueños, y cada día, cuando el sol se esconda en el horizonte, levantaré la mirada hacia el cielo estrellado y susurraré tu nombre, sabiendo que algún día nos reuniremos de nuevo en un lugar más allá del dolor y la agonía de este mundo.









D O S










     El segundo día tras la partida de Sarah se abre ante mí como una extensión tenebrosa de agonía y desolación. Mi mente, una colmena de pensamientos afilados, pica sin piedad mi cerebro, sumiéndome en un mar de angustia y dolor. Cada momento es una batalla interna, una lucha feroz entre la realidad y los recuerdos que se niegan a desvanecerse.

     En medio de esa noche oscura, me sumerjo en un sueño profundo y tumultuoso. Un sueño en el que Sarah aparece, envuelta en una luz celestial, su sonrisa radiante como un faro de esperanza en la oscuridad. Siento la suavidad de su abrazo, la calidez de su presencia, pero sus palabras se quedan suspendidas en el aire, como si el destino mismo se negara a permitirme escucharlas.
"Papá...", susurra su voz con un matiz etéreo, "el mundo es ta ...". Pero las palabras nunca encuentran su conclusión. El sueño se desvanece como humo entre mis dedos, y me despierto con un grito ahogado en la garganta, desesperado por aferrarme a ese instante efímero en el que Sarah estaba cerca.

Moral Panic |I The Last Of UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora