𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐒𝐢𝐞𝐭𝐞

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ɴᴜᴇᴠᴏ ʜᴏɢᴀʀ

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ɴᴜᴇᴠᴏ ʜᴏɢᴀʀ

 Si era un buen vecindario tal como había dicho Adri, aparentemente era tranquilo. Estaba fuera esperando a que aquellos hombres terminaran de dejar todo en la casa.

Iba a extrañar a Max demasiado, me había acostumbrado a sus molestias, y los buenos días cada mañana.

— Está todo señorita Kelly, firme aquí.

Le firme la hoja al señor para que pudiera marcharse.

Por dentro la casa era bonita, tenía un recibidor, una cocina de concepto abierto hacia el comedor, tenía una amplia sala de estar, cuatro habitaciones, cada una con su propio baño, y aparte un baño extra.

Era más que perfecta.

Me asegure de enviarle la nueva dirección a Erik para cuando decidiera venir.

Mi habitación es amplia, estaba pintada de un color blanco, tenía un closet espacioso y un lindo ventanal.

Empecé por acomodar todo lo más rápido posible, ya que tenía que organizar el resto de la casa. En cuanto termine de dejar las ultimas cosas, escuche toques en la puerta.

Supuse que se trataba de Erik, ya que era el único al que le había enviado la dirección... Y así era, traía un ramo de rosas en sus manos, me hice a un lado para dejarlo pasar, y en cuanto lo hizo lo abracé.

Beso mis mejillas y luego me entrego el ramo de rosas, el cual tome de inmediato.

—Gracias.

Fui a la cocina y tomé un recipiente con agua para ponerlas.

— Es una casa muy linda.

— Pienso lo mismo, a pesar de todo el desorden que hay, lo único que he podido organizar hasta ahora es mi habitación. ¿Quieres verla?

— Por supuesto.

Tomé la jarra con las flores y lo guie hasta mi habitación recién ordenada.

Deje las flores sobre la mesita de noche.

—Es linda — lo escuche decir.

— Gracias.

Esboce una sonrisa. Opinaba lo mismo que él.

Sus manos rodearon mi cintura, su cuerpo se pegó al mío tanto que podía percibir el olor a colonia varonil. Huele tan bien. Sentí el tacto de sus labios tocar la piel de mi cuello, dejando besos por su recorrido.

— ¿Quieres estrenar la habitación?

Mordí mi labio inferior. Era difícil negarse a aquella propuesta.

Sin recibir respuesta de mi parte, sus manos tomaron el borde de mi vestido y lentamente lo saco de mi cuerpo, sus manos acariciaron mis senos sin sostén sin dejar de besarme. Me atrajo más hacia él, pegando mi espalda a su cuerpo, haciéndome notar la erección que se escondía detrás de la tela de su pantalón.

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