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– ¿Estas lista? –escuche a Yoongi quien se asomó por la puerta del baño que había dejado abierta. – ¿Por qué lloras?

Gruñí frustrada.

–No estoy llorando, simplemente se me salen las lágrimas solas porque ponerme estas cosas duele un poco. –dije mostrándole el lente de contacto para ocultar mis ojos dorados que brillaban como el farol de un auto por las noches. – ¿A Jungkook le dolía también?

Yoongi se encogió de hombros mientras se recostaba a la puerta.

–Nunca dijo nada, pero apuesto que sí.

Solté un suspiro y mire a mi reflejo de nuevo en el espejo: llevaba mi sueter negro y una bufanda roja que ocultaba el collar que retenía mi parte animal. Mire uno de mis ojos con el lente de contacto marrón y el otro no.

Si Jungkook lo soporto, yo también puedo.

Me coloque el otro lente de contacto y cerré los ojos al sentir el dolor, pero debía recordar que mis ojos brillaban demasiado y cualquiera me notaria, así que debía ocultarlos tal y como Jungkook hacía. No entendía porque dolía, Yoongi tampoco lo hacía porque sus ojos eran relativamente normales a comparación de los de Jungkook y los míos, por lo que jamás necesito lentes de contacto.

Cuando el dolor se calmó un poco y se volvió tolerable logre abrir los ojos y salir del baño con Yoongi.

Ambos estábamos viviendo con Taehyung en Grecia junto con Aegea por un tiempo mientras resolvíamos que hacer con nuestras vidas ahora que el doctor Shell no era una amenaza, incluso pensamos tomarlo como unas vacaciones, pero a pesar que mis padres estaban a salvo, juntos y viviendo en una casa en un pequeño pueblo tranquilo de Grecia junto a Gruñón y Tontín...yo no me sentía tranquila. Con cada día que pasaba me volvía más consciente de mi loba interior y ella me hacía sentir triste, melancólica y decaída por no estar con Jungkook, con su compañero.

Y eso que él solo lleva una semana encerrado.

Llegamos a la sala del departamento de Aegea, que resultó ser una muy buena amiga a pesar del principio tan desastroso. Ella estaba mirando lo que Taehyung hacía en su computadora hasta que de un momento a otro, ambos pegaron un grito de júbilo como si estuvieran viendo un partido de futbol y su equipo favorito haya metido un gol.

Yoongi y yo nos miramos sin comprender que había pasado.

–Alguien que me recuerde que soy el mejor hacker del mundo. –dijo el castaño poniéndose de pie y abriendo los brazos.

– ¡Eres el mejor hacker de todos los mundos! –respondió Aegea también poniéndose de pie y al vernos nos señaló la computadora. –Taehyung acaba de entrar a la sala de seguridad de la cárcel.

Mire a Taehyung y sonreí sin poder evitarlo.

–Ahora podremos hacer esto sin hacer mucho escándalo. ¿Qué te parece?

Podría ponerme a llorar por el apoyo que estaba recibiendo de cada uno de ellos, realmente eran mis amigos como lo había sido Leti quien aún hablaba por mensajes de vez en cuando para saber cómo estaba, pero estos estaban ayudándome a ver de nuevo a Jungkook después de la primera luna llena.

Resulto ser que a ambos, a Jungkook y a mí, nos afectaba la luna, al igual que a mi padre. Era como un efecto secundario de ser un híbrido de origen humano. Por lo que cuando estuve veinticuatro horas sin poder transformarme en humano a pesar de tener puesto el collar al ser humana...fue traumático, no iba a negarlo, mucho más traumático que mi transformación, así que ahora no solo quería ver a Jungkook porque lo extrañaba, necesitaba verlo para sentirme apoyada en el alguien que ya había pasado por esto.

Bajo la luna (Saga Paranormal #6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora