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Después de escuchar aquello tome mi bolso y salí prácticamente corriendo de aquella cabaña. No quería seguir hablando con ninguno de los dos y ellos no me detuvieron, me dejaron marchar tranquila.

Vomite en mitad del bosque cuando me imagine haciéndole daño a otro ser viviente, sin importar que fuera un animal corriente o un ser que creía hasta hace dos días que no existía. Me imagine haciéndolos sufrir y volví a tener una arcada que me hizo terminar de vaciar mi estómago con la poca comida que tenía. Me senté contra un árbol por lo débil que me sentía y cerré los ojos al notar la media luna iluminar el lugar a duras penas.

Estando allí, sola, débil y sin nadie que me viera u oyera: me rompí. Comencé a llorar y a gritar para desahogarme. Estaba extremadamente rota y lo único que quería en ese momento era desaparecer y que nada de todo aquello hubiera pasado, ni la cárcel, ni el trabajo de papá, ni su secuestro y tampoco mi enamoramiento por Jungkook. No quería absolutamente nada, pero como me toco aprender tras las rejas: no podía hacer nada con el pasado.

La cárcel me endureció, pero no al punto de hacer daño, tampoco para que no me importara mi familia o la gente a que apreciaba, eso nadie iba a quitármelo; pero ahora que debía hacer una de esas dos cosas para ayudar a mi papá...lo estaba dudando y no me veía capaz de hacerlo.

Me recordó los primeros meses en la cárcel, cuando comía sola y la única que me hablaba era una compañera de mi celda, del resto, las mujeres más antiguas, el grupo de las reinas del lugar o el grupo de las molestas, me hicieron la vida imposible. Nadie era completamente bueno allí, todos tenían dobles intenciones, incluso los policías eran cómplices de algunas presas y también trataban de manera agresiva a todo el mundo. Allí me di cuenta que si lloraba, ellos harían conmigo lo que quisieran si veían algún signo de debilidad...aunque mi papá siempre me dijo que llorar no te hace menos, me trague mis lágrimas por diez años y sacaba mi tristeza y frustración corriendo en el patio hasta que me ardieran los pulmones y las piernas me temblaran.

Con el tiempo me empecé a juntar con un grupo de mujeres que también hacían deporte y solo allí, dejaron de molestarme, cuando comencé a dar miradas afiladas y mi lengua se volvió sarcástica. Muchas veces estuve involucrada en algunas peleas y tuve que dar patadas, mordiscos o jalar el cabello, pero lo hacía solo para defenderme y nunca para empezar la disputa.

A este punto me sentía entre la encrucijada de entre hacer lo que me habían enseñado o romper todas aquellas creencias y costumbres para salvarme, en este caso salvar a mi familia, otra vez.

Mi llanto ceso a los minutos y maldije el no poder ir libremente por el pueblo para correr y evitar llorar, pero Peter me ponía las cosas difíciles y estaba en libertad al menos que alguien diera una queja de mí en la policía.

Sacudí la cabeza y me puse de pie para irme a casa a paso lento, con la mente en blanco. Al llegar comí las sobras del almuerzo, lave mi uniforme lleno de vómito, me di un baño y me tome una pastilla para dormir. Necesitaba dormir, con urgencia y sin interrupciones.

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A la mañana siguiente mi mamá estuvo un poco más animada y se puso a preparar el desayuno.

– ¿Estas bien? –le pregunte al verla con sus ojeras, un moño desordenado y con su bata de dormir.

Ella intento sonreírme.

–Sí, debo estarlo. Anoche me puse a pensar que si tu papá estuviera vivo...me llamaría tonta por comportarme de la forma en que lo he hecho estos días–dijo bebiendo de su café, baje la mirada a mi taza y le di un sorbo para no abrir la boca y decirle la verdad. – Además, tú y yo seguimos teniendo una meta: irnos del pueblo. Por lo tanto debo ponerme junto a ti a trabajar el doble para conseguir más dinero e irnos.

Bajo la luna (Saga Paranormal #6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora