#44 De vuelta a la oscuridad - Steve Rogers AU

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STEVE ROGERS X LECTORA
#DE PALABRAS: 1200+
ADVERTENCIAS: Escrito en primera persona, menciones de encuentros sexuales. ¡Leanlo hasta el final!
ESCRITO POR: PomeloVillano
N/A: Este one shot forma parte del especial de San Valentín de hace dos años publicado en el libro de Kao ♡

~•~

Con él no existe tiempo para arrepentimiento. Siempre viene, consigue lo que quiere y se va. Increíble que bajo la fachada de niño bueno exista ese demonio insaciable que jamás termina de satisfacer su hambre. Aún teniendo quien lo espere en su casa.

Nos conocimos de niños. Nuestras madres fueron mejores amigas desde la secundaria, por lo que nosotros estábamos "obligados" a soportarnos.
Fue difícil al principio, no voy a mentir, ya que él no era una persona fácil. Su aspecto gritaba inocencia pero siempre le gustó hacerme llorar.
Con el paso del tiempo, esa parte de él se fue suavizando poco a poco. Se volvió lentamente en el ser tierno que todos veían. Lo cual fue un inmenso alivio.
¿Lo malo? Comenzó a gustarme esa nueva faceta de él. Ya no era ese niño odioso que jalaba de mi cabello por diversión, sino un pre-adolecente de mirada tierna y cálida sonrisa.
Las miradas se volvieron mas cómplices con el tiempo, las risas mas sinceras, los roces menos inocentes.
Nuestro primer beso fue divertido. El sótano de mi casa resguardó mucho de toda esta mierda. Ahí estaba él, muerto de miedo de que nos encontrara mi madre. Yo por mi parte simplemente quería saber que se sentía besarlo. Y lo supe. Al momento en que sus labios y los mios se encontraron, me condene para siempre.
Comenzamos a salir poco después, pero él insistió en mantenerlo en secreto. No quería que su madre lo supiera.
Tras dos años de tomarnos las manos a escondidas, besos en callejones y millones de citas en donde nadie nos reconociera, tuvimos nuestra primera vez. Fue algo torpe y extraño, pero simplemente quería complacerlo. Esa fue una nueva condena.
Jamás lo hacíamos en ningún lugar decente a excepción de mi habitación; Callejones oscuros y mi maldito sótano eran los lugares de encuentro. Si, algo asqueroso. Pero qué podía decir, yo estaba enamorada.
Al final del día, siempre volvía a la oscuridad de ser su secreto.
Aunque mi madre sabía, le hice prometer que no dijera nada a Sarah Rogers. Por suerte cumplió.

Al llegar a la secundaria su cuerpo cambio drásticamente; Pasó de debilucho a fortachón, por lo que el equipo de fútbol le imploró que se uniera. Eso sólo lo hizo más popular. Las chicas estaban locas por él y todo mundo quería ser su amigo. Mientras tanto, yo era un simple cero a la izquierda que lo besaba a escondidas en la biblioteca de la escuela y bajo las gradas.
La secundaria fue un infierno para mi, pero verlo feliz era suficiente como para sobrevivir un día mas.
Y así, los años pasaron volando.
Al finalizar la secundaria, ambos aplicamos para la misma universidad. Creí que él lo hacía porque quería estar conmigo, pero resultó que yo era lista y él necesitaba de mi "ayuda". Y como dije, su felicidad era la mía, no pude quejarme.
Cada noche él llegaba a mi puerta sonriendo, proclamando lo mucho que me amaba. Por supuesto, yo siempre lo creí. Pero luego de que todo el acto terminaba, él se iba satisfecho, se llevaba su tarea terminada y yo simplemente volvía a la oscuridad, aquella que resguardaba los recuerdos de todo lo que vivimos durante todos esos años.
Eso que yo llamaba amor. Uno vacío, frío e inexistente.

Una un noche, luego de que él simplemente hiciera lo que quería como de costumbre, le dije que quería que el resto supiera lo nuestro. Él rió y dijo que era una locura. Finalmente lo mandé al diablo.
No volvió jamas a mi puerta.

Años después, ya habiendo terminado la universidad y con una prometedora carrera en leyes, me llegó la invitación a su boda. Me alegró que él haya encontrado a alguien y que fuera feliz. Así que compré un lindo vestido y fui.
Grave error.

-Felicitaciones, Señor Rogers.- Dije sonriendo.
Él me rodeó con sus brazos. Sentí como mi corazón palpitaba con fuerza.
-Gracias por venir, T/N. Es bueno verte después de tanto tiempo.- Sus manos acariciaron mi espalda y lentamente se dirigieron hasta mi trasero. Sorprendida, me aparte.
-¿Qué diablos haces?- Cuestioné algo confundida.
-Fue por los viejos tiempos, ya sabes.- Steve se inclinó y acercó sus labios a mi oído. -De no haberme mandado al diablo, tu serías la Señora Rogers ahora... Es una pena que todo terminara.- Susurró.
El calor de su aliento comenzaba a enloquecerme. Cerré los ojos por un momento dejandome llevar, pero luego recordé porqué estaba ahí.
-Fue lo mejor, sin duda. Ahora estás casado con una mujer maravillosa.- Una leve sonrisa se formó en mis labios.
-Si, pero ella no es tu... Aún así, fue bueno volver a verte. Deberíamos reunirnos y ponernos al día de lo que pasó en estos últimos años, ¿Que dices?- Una sonrisa sincera de formó en su rostro.
Y una vez mas caí.

~

-Sigue siendo el mismo imbécil de siempre. Los tipos como él no cambian. Meten su pene en cuanta vagina se les cruce sin sentir culpa.- Un leve hipo se escapó de mi. Natasha posó una mano sobre mi hombro.
-Te diría que lo mandes al diablo, pero eso ya lo dije mil veces y no funciona.- Un suspiro de derrota se escapó de ella.
-Si, lo sé lo sé. Pero él es tan dulce cuando quiere. Y además es muy bueno en la cama... No voy a mentir.- Di un largo trago a mi vaso. -Y además amo a ese infeliz.- Balbuceaba sin pausa.
-Si, lo mencionaste algunas veces.- Natasha rodó sus ojos.
-Si, lo sé, soy una idiota. Pero, ¿Qué puedo hacer? Él llega cada noche a mi puerta y simplemente lo dejo entrar...- El sonido de mi teléfono me interrumpió. -Hablando del diablo...- Dije en tono animado.
Leí rápidamente el mensaje de texto que había enviado y sonreí.
-Está fuera de mi departamento.- Con torpeza, respondí a su mensaje.

~

Allí se encontraba, parado junto a mi puerta, tan hermoso como siempre. Odio que siempre se vea tan bien.
Sin dudarlo, me abalance sobre él y lo abracé.
-Sabía que volverías... Que no te cansarías de mi...- Murmure demostrando así mi lado más patético.
Una vez mas.

~

-¿Qué diablos haces aquí?- Dije dejando escapar un bostezo.
-Necesitaba verte. Te he extrañado...- Dijo él sonriendo.
Yo, una vez mas, me hice a un lado y lo dejé entrar.
Como siempre.

Observé el techo de mi habitación por un momento, pérdida en mi nebulosa de pensamientos, cuando el sonido de su teléfono me sacó de mi concentración. Él se estaba duchando, por lo que simplemente lo ignoré.
Tras algunos minutos de zumbar una y otra vez, tomé el teléfono y el mensaje en la pantalla me heló la sangre. Su esposa estaba en labor de parto... y este idiota aquí conmigo.
Al salir del baño le lancé el teléfono a la cara.
-Tu esposa está en el hospital. Creo se deberías irte.- Dije en tono serio.
Se vistió en silencio, tomó su teléfono y se dirigió a la puerta. Por un momento se detuvo y volteó a verme.
-Creí que estabas de acuerdo con esto. Siempre fue así.- Dijo él en tono serio.
Dejé escapar una carcajada sin humor alguno. Me crucé de brazos y lo miré fijamente.
-Que dejara que hicieras lo que quicieras todos estos años no significa que estuviera de acuerdo. Dejé que pisotearas mi corazón el tiempo suficiente para que tu fueras feliz, pero eso no significa que yo fuera feliz.- Bajé levemente la cabeza. -Vuelve con ella, yo volveré a la nada como siempre.- Dije en tono seguro.
El sonido de la puerta cerrándose me sacó de mi trance.
En un momento de ira, destrui mi departamento. Supongo que los años de soportar que ese infeliz fuera y viniera a su antojo, que me usara para satisfacer sus necesidades sexuales, que hiciera su tarea o solo cuando estaba aburrido, finalmente hicieron que mi furia salga a flote.

A la mañana siguiente recibí un mensaje de texto de mi madre contando que Steve ahora es padre de una hermosa niña castaña de ojos azules.
Bien por él.
Mi mas grande deseo es que la proteja de los sujetos de mierda como él.

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☆ STEVE ROGERS & BUCKY BARNES ☆ ONE SHOTS ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora