Pasos.

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El tiempo es una paradoja que aún no logramos entender, nuestro cuerpo y mente lo miden diferente y en comparación con nuestros iguales la discordancia se vuelve abismal, monumental. Llevamos siglos intentando entenderlo y siempre terminamos en la respuesta del tiempo es relativo y eso lo entendió Damián, esperando la hora acordada por su hermano y su amante, sin duda los segundos aparentaban siglos, los cuales eran tormentos disfrazados de momentos que media el gran reloj de pared, que se reía de su angustia.

— Carajo. — Gritón para si mismo. — Revolvió sus piernas en el aire buscando una manera de poder entretener a sus demonios internos pero esto no resultó más que en un mal logrado juego que parecía entretener a los demonios que lo acompañaban, a sus diablillos que le decían miles de maneras de como arruinar la cita de Tim. Ironías de la vida, hace algunas semanas esas ideas eran de como asesinarlo, quitarle el manto de Robin y desheredarlo de la fortuna Wayne y, en esos instantes, sus ideas de como esposarlo y ofrecerle las delicias que sólo los AlGhul eran poseedores.

— ¡No!— Infló sus mejillas en un jueguillo infantil que él mismo usaba para obtener sus órdenes en Dick, idiota, pensó al recordar cómo el mayor cumplía sus caprichos con acciones tan infantiles, muy en su fondo se pregunto si Tim caería en las mismas tretas, sin duda sería fantástico. Rodó sobre su cama, en la búsqueda de una mejor postura para la eternidad que representaba la espera, su mente divagaba en un futuro con el gorrión.

— Timothy Drake Wayne de AlGhul, excelente. — Murmullo en sus miles de ideas que se formaba.

La mansión Wayne siempre se encontraba en un silencio absoluto, ni los recuerdos de sus viejas fiestas con Thomas se veían en ella, la única alma que rondaba en ella era Alfred que sin temor limpiaba los estragos del tiempo en esta, en algunas ocasiones algún petirrojo deambulaba por está pero estos siempre estaban en la Baticueva y esa noche no era la excepción. Tim y Bruce hablaban sobre cierta misiones, el mayor mantenía si mirada fija en un punto muerto escuchando a Red Robin.

— Son especulaciones pero es lo más probable sobre el Pingüino. — aclaró. — Kon y yo nos hemos esforzado en el caso.
— No niego eso. — Interrumpió el murciélago. — Sin embargo algo no cuadra.
— Lo sé.— El menor cerró los ojos ante lo dicho. — Mañana iremos tras una pista.
— Entonces mañana el clon estará en mi ciudad.— Cuestionó, aunque el tono usado era una afirmación en forma.
— Sí, podría hacerlo con Jason. — Respondió esperando la negación de su padre, entendía perfectamente que Batman negaba ciertas actividades con el forajido.
— SúperBoy está perfecto. — Acento con su cabeza a las palabras dichas como doble aprobación. — Puedes llevar a Damián si necesitas ayuda últimamente ha pedido estar más a tu lado. — Bruce retiró su capucha mostrando su rostro lleno de dudas sobre la extraña hermandad que nacía de sus niños menores.
— No es necesario, tengo el apoyo con Koner, además tengo a Dick. — Rió divertido, sabía que Dick siempre estaba ahí para ayudarle pero últimamente esa disponibilidad estaba ocupada, ya que el mayor parecía tener una nueva presa entre sus brazos o posiblemente en sus pantalones pero eso era algo que le era innecesario averiguar por el momento. Bruce mantuvo unos minutos de silencio, analizando las facciones de su hijo, intranquilo, algo era extraño pero no era de su interés

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Las horas se diluyeron entre las paredes de la casona, avanzando sin cese, una tras otras marcadas por la pesadas manecillas de los relojes del lugar, como si de un encantamiento se tratase, el albo del sol penetraba sin piedad la vieja edificación mostrando el amanecer para los presentes un nuevo día. Tiñendo el rostro de Demian con los rayos del sol, en niño no había pegado el ojo durante la noche, encadenado a su pecado, giro y giro durante las horas en su cama intentando parar su corazón ante la emoción de detener la cita de su Tim, pegó un salto de la cama directo a la ducha y después se colocó la ropa del día, lo más cómodo. Un suéter de cuello alto de un color azabache que combinaba con su cabello y resaltaba el jade de sus ojos, haciendo juego con un pantalón trigueño pulcramente colocado a fin. Aún faltaban horas para el encuentro, eso le daba campo de acción para investigar al enemigo y robar kriptonita de su padre.

Abandono su habitación y descendió las escaleras hasta el desayuno, respiró profundamente un par de veces intentando retener la aceleración de su corazón ante el hecho, un par de respiraciones más que de pasaron al advertí a Red Robin con su habitual tranquilidad tomando una taza de café mientras parecía que Alfred le regañaba sobre su falta de sueño. Con simpleza penetró el umbral y se colocó en la silla del lado derecho.

— Buenos días. — Saludo con cortesía. Ambos adultos lo miraron acentuando con la cabeza el saludo, el primero en responder fue el ojos de zafiro

— Buenos días, Damián. — Sus palabras fueron seguidas de una sonrisa que cautivó la mirada del morocho. Se mantuvo inmóvil observando aquel cuadro digno de conservar a su lado.

— Apestas, Drake. — Atacó por inercia ante lo vulnerable que lo hizo sentir.

— ¿Puede? — Respondió con determinación, esa madrugada había ido a patrullar y olvidó tomar un baño, pero era información irrelevante sobre él.

— No, no deberías decir eso, tú hueles a café con vainilla, siempre. — Estúpido era una palabra corta ante su reflejo de arreglar su falta, fue espontánea su respuesta, una debilidad que Tim activaba y lo odiaba.

— El día de hoy parece que el amo Damián se levantó del mejor lado de la cama. — Concluyó Alfred, colocando los platos del desayuno a cada uno de los participantes del desayuno. — Eso hubiera sido excelente que lo escuchara el joven Richard pero por desgracia el ni asistirá a nuestro festín así que pueden comenzar. Las regordetes mejilla del árabe se tiñeron de carmesí ante el acto inoportuno de sus palabras y las del mayor, sin duda se regaño mentalmente durante el encuentro.

— Por cierto Alfred ni será necesario que prepares comida para mí, saldré y no estaré presente. — Advirtió mientras llevaba un pedazo de hot cake cubierto de miel de maple a su boca, llenando sus comisuras de está. — Tengo una misión. —
— Yo iré. — Rugiendo aclamo Damián para ser incluido. — Necesitarás apoyo.

— No, gracias. Eres muy amable pero tendré a Koner.— Negaba con simpatía.

— Deberías pensarlo dos veces, no sabes que accidentes pueden suceder el día de hoy. — Amenazó, dando un mordisco a su aperitivo.

— . ..— Tim se quedó pasmado, su cerebro decifraba si se trataba de una advertencia, amenaza o un juego.

Un acercamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora