╭SAGA INSIEME╮
[🖤]❝Graduada de la Universidad de Washington - Seattle, Chiara Di Angelis regresa junto a su ahora prometido, Edward Cullen, a Forks para poder casarse con él justo como habían prometido hace cinco años atrás después de la...
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Chiara entrelaza su mano con la de Edward mientras miraba por la ventana las hermosas y coloridas calles de Río, había muchas personas bailando al ritmo de la música tropical, pero esto hizo que la pelinegra sonriera inconscientemente estando bastante emocionada.
Edward admira el rostro de su esposa por largos segundos, estando fascinado por la manera en que los ojos de esta brillaban hermosamente y sonreía con fascinación, Chiara regresa a verlo sin perder su sonrisa.
—Pare el auto, por favor —le pide el castaño al conductor en portugués, consiguiendo que Chiara sonriera tontamente.
El chófer se detiene y deja que la pareja de casados saliera del auto, la pelinegra ve como su esposo salió primero, por lo que ella se quedó abrochando sus tacones.
Chiara acepta la mano que le extendió su esposo y ambos comienzan a caminar entre toda la gente de las calles de Río, todo emanaba felicidad y emoción, la manera en que las personas bailaban alegres e incluso, como algunas parejas, se besaban totalmente enamoradas.
Edward hace que su esposa quede enfrente de él y no duda en tomarla de las mejillas para besarla lentamente, Chiara sonríe y enreda sus brazos en el cuello de este unos cuantos segundos, hasta que comenzaron a bailar al ritmo de la música con una sonrisa en sus rostros.
Después de unos cuantos minutos, la pareja regresa al auto que los llevaría hasta el puerto.
Ambos le agradecen al conductor y Edward pone en una de las lanchas todas las maletas que llevaron ambos, el castaño ayuda a que su esposa se subiera y pudiera tomar su lugar en el asiento de copiloto. El vampiro, poro otro lado, se pone enfrente del timón antes de regresar su mirada hacia Chiara.
—¿No nos quedaremos en Río? —pregunta la pelinegra con algo de impaciencia en su voz.
—No, estamos de paso —le explica Edward con una sonrisa en su rostro, ya que podía ver como su esposa lucía inquieta y emocionada.
—¿Estamos cerca? —pregunta la italiana entusiasmada.
Edward no evita reírse un poco, ignora dicha pregunta y enciende el motor de la lancha para que ambos partieran a su destino final en Río.
Tras varios minutos, Chiara entrecierra sus ojos un poco para intentar ver entre la oscuridad lo que parecía una Isla a lo lejos.
—¡La Isla Esme! —le explica Edward a su esposa sin dejar de conducir—. ¡Fue un regalo de Carlisle!
Dicho lugar se fue haciendo cada vez más grande hasta que los dos pudieron ver una hermosa casa de dos pisos a la orilla de la playa.
Edward detiene la lancha en un pequeño puerto y baja primero de la lancha para poder bajar algunas de las maletas, el castaño se acerca a su esposa, que ya se había bajado, y con una media sonrisa en su rostro carga todas las maletas a la vez.