╭SAGA INSIEME╮
[🖤]❝Graduada de la Universidad de Washington - Seattle, Chiara Di Angelis regresa junto a su ahora prometido, Edward Cullen, a Forks para poder casarse con él justo como habían prometido hace cinco años atrás después de la...
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Edward termina de poner la bolsa de sangre en un vaso desechable y camina hacia la sala en donde se encuentra su esposa hablando por teléfono con su padre.
—Ya te oyes mejor —dice el Señor Di Angelis al otro lado de la línea y consigue que Chiara sonriera ligeramente.
—Lo estoy, estoy mucho mejor —asegura la pelinegra mientras jugaba con la orilla de la blusa holgada que llevaba puesta.
—Todo esto debió de arruinar tu Luna de Miel —asegura el mayor con algo de diversión.
—Sí, algo —admite la mujer con una ligera sonrisa.
—Y en lo demás, ¿te gusta la vida de casada, princesa? —pregunta el hombre interesado—. ¿Edward sigue caminando en las aguas y todo eso?
—Sí, pero es diferente ahora —admite Chiara con algo de diversión por dicho comentario.
Edward deja que ella siga hablando con su padre por teléfono, pero escucha la conversación atentamente desde la distancia.
—Lo importante es que estés mejor y que pronto regresarás a Forks, ¿no? —intuye el hombre con esperanza.
—Papá, no quiero que te preocupes —admite Chiara, pero su voz se rompe al sentir un nudo en su garganta y por como sus ojos se llenaron de lágrimas—. Pero me iré a un centro médico en Suiza.
—No, no lo harás —niega el Señor Di Angelis inmediatamente—. No irás a Suiza, ¿por qué?, ¿acaso no estás mejor?
—Lo estoy, de verdad que lo estoy —miente la embarazada tras cerrar sus ojos fuertemente y derramar varias lágrimas.
—No, Chiara —niega el hombre una vez—. Tomaré un avión, no.
—No, es más bien como un spa —se apresura a mentir la pelinegra—. Edward y yo iremos a relajarnos un poco después de todo esto de la enfermedad, de seguro ya estaré mejor para cuando tú llegaras.
Chiara seca sus lágrimas, pero derrama muchas más al escuchar la voz de su padre.
—Chiara, yo..., no sé —susurra el hombre consternado.
—No vengas, papá —le pide la embarazada por lo bajo—. Imagíname sana en Florencia, tomando el sol enfrente de la piscina con uno de tus deliciosos cocteles en mano.
—¿Quieres que imagine? ¿En serio? —pregunta el Señor Di Angelis con sarcasmo.
—Dicen que ayuda —le responde Chiara—. Visualízame así, como era antes y te juro que eso me hará sentir mucho mejor.
