27. Sombra Ajena

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Para cuando Baruk y Ares llegaron al centro de la arena, donde estaban las cuatro bases para izar las banderas, Kohkn y el Marqués Flames se habían lastimado tanto el uno al otro que los dos terminaron tirados e inconscientes en el suelo.

Sin embargo, Gaye seguía allí, la bandera que ella y Kohkn habían conseguido para Tartessus ya izada. Otra bandera también estaba izada y mostraba el emblema de Quimper.

Una de las bases estaba chorreada de sangre y otras sustancias que Ares evitó mirar porque, si lo hacía, terminaría de desmayarse. A esta base se dirigió Baruk para insertar el estandarte que le quitó a Brianka.

Ares fue hasta la base restante con paso lento pero seguro, el frío interno aun apoderado de él.

Cuando izó la bandera, uniéndose a la otra con el emblema tartésico, Ares sintió alivio.

Miró hacia donde se imaginaba estaban las gradas, su expresión osada. No para los espectadores, sino para que sus padres lo vieran.

No iba a perder su derecho al trono. Lucharía por él de la misma forma que lucharía por su hermana.

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Después de que la Caza terminó, los médicos saltaron a tratar a los heridos, entre ellos Ares. Los llevaron hasta cuartos de atención separados y, mientras trataban su dedo destrozado, Ares alcanzó a ver lo que sucedió cuando él batallaba contra Laj.

Gaye tuvo que enfrentarse al Barón Marrón de Manssheul, pero Kohkn, aun con su gran rivalidad contra el Marqués Flames, cedió su bandera al campeón rojo para acudir en ayuda de Gaye, ambos venciendo al campeón de Manssheul. Después anduvieron un rato por la arena, sin saber dónde demonios debían izar las banderas. Fue allí cuando se toparon con Baruk en el centro de esta, donde él terminaba de vencer al Conde Verde de Balktod, dejándolo hecho un saco de coágulos.

Según lo poco que oyó mientras salía de la arena, tanto él y el Conde Laj como el Conde Seras, quien se enfrentó a Brianka y sufrió doble rotura de hueso en cada pierna, se encontraban siendo tratados de emergencia en los barcos que los llevarían a sus reinos correspondientes, esperando que apenas llegaran la bendición hiciera efecto y los sanara.

El príncipe se obligó a no sentir remordimientos al respecto, aun cuando el sólo recordar el brazo cercenado de Laj le causaba asco.

Lo que más le preocupaba en esos momentos era su propia mente: construía paredes a toda velocidad, sus ojos evaluando a todo el que entraba y salía de la habitación temporal donde se encontraba para hacerle preguntas respecto a la Caza. Ares trató de contarlos: más de un centenar de periodistas de Terra Santa desfilaron por la habitación para hacer todas las preguntas que podían en cinco minutos y luego largarse. Tork y los guardias reales apostados alrededor los revisaron a todos, tanto en la entrada como salida, y a todos le llevaban el tiempo medido sin excepción.

Era parte del protocolo. Después de la Caza, los campeones que salían ilesos eran sometidos a entrevistas rápidas que luego eran transmitidas a nivel kósmico a todos los reinos. Terra Santa, al ser el territorio donde los Descendientes (y administradores) del Téleio Kosmo vivían, tenía acceso a las redes de información de todos los reinos, lo cual no se podía decir de los reinos per se, con sus redes limitadas sólo para sus territorios.

El príncipe respondió de manera mecánica, casi mordaz. Si una versión fría e insensible de sí era la que su padre quería que el resto de los reinos vieran de él, lo estaba haciendo bien.

—El Rey Saulos dio la orden de abrir el acceso al público tartésico en esta Caza. ¿Sentiste presión ante el reino que representas al debutar como Campeón Azul?

LA MISIÓN DE ARES - Téleio KosmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora