• todo lo bueno, todo lo malo•

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- No todo gira al rededor tuyo Valentino-.

- Ya te lo dije Camila, no insistas-.

-Podes darme aunque sea una razón comprensible-.

- No quiero y punto, fin de la conversación-. Mis lágrimas salían como si de una cascada se tratara, siempre que tocaba el tema terminaba de esta forma, con el corazón roto y sin poder respirar por culpa de mis lágrimas- No llores no, otra vez no por favor Camila- colocó sus manos en su cadera para mirarme con cara frustrada en cambio yo estaba lejos de él de brazos cruzados mirándolo, acción que deje de hacer al momento en el que habló. - No quiero que llores-.

- Por lo visto todos queremos algo que es difícil de lograr-. Giré para dirigirme a la habitación y encerrarme en ella como hacía desde hace ya varias semanas. Me recosté en la cama para intentar calmar mi llanto el cual aumentaba en vez de disminuir, me doblé hasta quedar en posición fetal y así poder ahogar mi sufrimiento.
No sé en qué momento me dormí, solo se que me desperté por unas caricias en mi cabello y una fuerte punzada en mis sienes, dormirse en medio de una crisis existencial combinada con llanto no es un buen plan.

- Que queres- dije con voz ahogada.

- Hablar, pero primero quiero que comas, no te despertaste a cenar y la última vez que comiste fue en el almuerzo-.

- interesante de tu parte que te preocupes por mí-. Me senté pero por lo visto muy rápido ya que el mareo se intensificó, caminé hasta el armario del cual tomé una pastilla para el dolor de cabeza y regrese hasta la mesa de luz en donde estaba la botella con agua para poder tomar la pastilla y calmar el intenso dolor.

- Deberías comer antes de tomar la pastilla- me miró mientras fruncía sus labios.

- No tengo hambre- caminé hasta el baño en donde me miré al espejo para ver mi cara de demacrada, también vi por el reflejo de este como el cuerpo de Valentino aparecía recostado sobre el marco de la puerta.

- No me importa que no tengas hambre, vas a comer igual- su tono era autoritario, puse mis ojos en blanco para suspirar con frustración. Me dirigí a la cocina en busca de algo para comer ya que sabía que hasta que no me viera ingerir algo no me dejaría tranquila. Tomé un sándwich el cual comí de mala gana bajo su atenta mirada, cuando termine de comer acomodé las cosas que había usado y me dirigí nuevamente hasta la habitación para poder seguir durmiendo, cuando estaba ya sentada en la cama a punto de acostarme, habló.

- No quiero seguir discutiendo siempre por lo mismo, por favor-.

- Ya entendí, no querés tener hijos conmigo-.

- No, no es eso, no quiero tener hijos ni con vos ni con nadie-. Estábamos sentados dándonos la espalda mutuamente.

- Valentino ya entendí si, no querés hijos ni conmigo ni con nadie, pero lo que vos no entendés es que quiero que me des una razón que lo justifique, no un simple no tengo ganas-.

- No quiero ser padre Camila que no entendés por Dios, no quiero hijos-.

- Esta bien, pero te advierto que yo si quiero ser madre, así que si no sos vos el que me dé hijos, va a ser otro-. Me acosté apagando la luz de mi velador dejando la habitación a oscuras, la cual volvió a ser iluminada cuando el encendió su velador.

- Estás diciendo que te vas a acostar con otro-. Más que pregunta fue respuesta.

- Si-.

- Te recuerdo que estamos casados-.

- Lo se y como no querés tener hijos conmigo, nos vamos a divorciar-.

- ¿Que?- gritó-¿ te volviste loca? No nos vamos a divorciar por una discusión- mi enojo superó el límite diario.

•ONE SHOT•|| VALENTINO ROSSI ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora