•Prostituta•

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Encendí el segundo cigarrillo de la noche, para ser que lo estoy dejando voy bastante bien, normalmente ya hubiera fumado como ocho.
El frío traspasaba la poca tela que cubría mi cuerpo, provocando que me cruzara de brazos para protegerme un poco. Saqué de la cartera que colgaba de mi hombro el pequeño y viejo celular que llevaba para ver la hora. Había decidido llevar uno de modelo viejo en caso de perderlo o de que me robaran no perder el de buena calidad. Encendí la pantalla una vez que lo tuve entre mis mano, dos y veintitrés marcaba éste por lo que decidí termita el cigarro entre mis dedos y volver a mi departamento para darme una ducha y acostarme a dormir. No era tan tarde ya que acostumbraba a quedarme hasta más de las tres de la madrugada pero hacía frío, el cielo amenazaba con llover por lo cual no andaba mucha gente sumándole que era martes.

Tiré la colilla en un cesto de basura que estaba cerca y comencé a caminar hasta mi casa con paso veloz para llegar cuanto antes sin correr riesgo de que la lluvia me agarrace en la mitad del recorrido. Estando a unas pocas cuadras de mi destino escucho un auto a mis espaldas que poco a poco iba frenando, me giré pensando que era alguien que esperaba que saliera del paso para poder ingresar con el vehículo a su hogar. Pero no fue así, al girarme ví el auto que venía últimamente muy seguido por mi zona de trabajo.
Bajó el nivel de las luces el cual me encandilaba y me acerqué a el, abrió un poco el vidrio del lado del acompañante para que pudiéramos hablar.

- Ya no estoy trabajando, vas a tener que volver mañana- sinceramente lo único que deseaba era llegar a mi alfombra de peluche y quitarme los zapatos de plataforma.

- Solo quiero hablar-.

- Soy prostituta corazón, no psicóloga-.

- Lo sé, pero a esta altura de la noche no tengo muchas opciones-.

- Osea que soy la opción z- bromeé.

- Sabes a qué me refiero-.

- Si lo sé, pero también sabes que yo no suelo hablar con las personas-.

- Por favor- rogó.

- No, Valentino- me enderece para seguir caminando pero su voz me hizo volver a agacharme.

- Te pago el doble- lo pensé por un momento, no había ganado casi nada la noche de hoy por lo que no me ve vendria mal su propuesta.

- Tenés veinte minutos-.
Abrí la puerta y me acomode en el asiento. La temperatura era todo lo contrario a la del exterior, quité mí campera para no morir al momento de tener que bajar nuevamente del vehículo.

- Terminaste temprano hoy-.

- Si, no había nadie y tenía frío- guardé el encendedor que estaba en el bolsillo de mi campera.

- Creí que ya no fumabas- aceleró el auto con calma y comenzó a conducir por las vacías calles de la pequeña ciudad.

- Si... lo estoy dejando, ya no fumo tanto como antes- miraba por la ventanilla los árboles pasar.

- Me parece bien-.

- Creí que no vendrías hoy, casi siempre venís los miércoles-.

- Estaba aburrido así que decidí venir-.

- Okey...?- escuché excusas malas por las que un hombre decidía ir con una prostituta, pero esta ya era de otro rango de malas excusas.
Frenó el auto en una calle que no era concurrida, apagó el motor y se giró quedando de costado a su respaldar y medio de frente a mí.

- ¿Como estás?- preguntó amablemente.

- Yo bien, pero el que tienen problemas acá sos vos, asi que
contamelos-.

•ONE SHOT•|| VALENTINO ROSSI ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora