Nivel 12

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–Abuela, ¿extrañas al abuelo?

Mi abuela me miró, diciéndome con los ojos que ciertamente le extrañaba, aun cuando ni abrió todavía la boca.

–Como no tienes idea, querida –contestó, sonriéndome.

–¿Cómo era el abuelo? - seguí preguntando, mientras ella me acariciaba el cabello.

Estábamos tumbadas sobre el sofá, solo las dos. Ya era tarde, todos se habían ido a dormir hacía ya como una media hora atrás. Ella y yo decidimos quedarnos a ver alguna película romántica para pasar el rato abuela-nieta. Mi cabeza posaba sobre su regazo, ella sentada y yo acostada. Me daba mimos en la cabeza que me hacían arrullar y sentirme más somnolienta. Sus caricias eran el paraíso, me hacían sentir eternamente amada.

A mi abuelo nunca lo conocí; murió cuando mi madre tenía 16 años. Ella alguna vez me contó sobre él, pero ya ni recordaba nada. Había visto sus fotos y la verdad es que era muy guapo. Si hubiera nacido en la época de mi nana, seguramente yo me hubiera fijado en mi abuelo. Aun cuando sonó demasiado raro. Así que en retrospectiva, no sabía nada sobre él, refiriéndome a cómo había sido en el día a día.

–Tu abuelo era una persona realmente atractiva. Antes de que saliera conmigo, ya había tenido otras relaciones. Su última relación fue con mi prima – confiesa, y casi se me cae la cara de la sorpresa -. Si, lo sé; ¿cómo puede ser que saliera con el ex novio de mi prima? Pues cariño, mi prima regalaba sus calzones a cualquiera, por no decir más – me rió por la forma que tiene de expresar lo que con palabras simples podría.

–Una zorra, en pocas palabras.

–Sí, eso mismo – se ríe, provocando que sus arrugas aparezcan -. Así fue que nos conocimos.

–¿No fue raro alguna vez ver al abuelo primero con tu prima y luego contigo? Lo pregunto por tu familia. Supongo que hacer eso en ese entonces no era bien visto.

–Fue raro, claro. Casi nos echaron de casa cuando lo vieron de nuevo, pero mis padres sabían que cuando algo se me metía a la cabeza no había quién pudiera sacármelo, así que no tuvieron más remedio que aceptarlo.

–¿Y cómo era? - pregunté con ilusión, acomodándome mejor para prestarle toda la atención debida.

–Era un idiota – soltó, como si eso saliera de su corazón, sonrió -. Recuerdo que para lograr conquistarme hizo de todo; primero me invito a salir, yo lo rechacé porque había salido con mi prima y me parecía un mujeriego. Luego comenzó a ir al café donde en ese momento trabajaba para simplemente sentarse allí a pedir comida como si fuera un cliente habitual, pero él y yo sabíamos que tenía otra intención. Cuando acepté tener una cita para que dejara de molestarme, me llevó a clases de cerámica. ¡En la primera cita! - se tapa la cara con la mano, riendo -. Siguió insistiendo, yendo al café, esperándome a la salida del trabajo aun cuando terminaba mi turno a las once y tenía mi propio trasporte para irme. Era tan encantador y tan insoportable.

Me reí, sentándome en la posición del indio, apoyando mis codos sobre mis piernas y mi mentón sobre mis manos, con total atención a su historia.

–En las siguientes citas hicimos de todo; clases de tango, de tejido, de surf, fuimos a pescar, a montar caballos, a acampar al bosque, a dormir en un templo. Tu abuelo no tenía límites.

–¿Él pagaba todo eso? - asintió-. ¿Cómo lo hacía?

–Sus padres eran propietarios de una gran empresa. Te imaginarás que recibía una muy buena mesada. Cuando murieron, sus hermanos y él heredaron todo.

–¿Y cuándo te diste cuenta de que le querías?

–No lo sé; en un momento me irritaba y al otro no podía aguantar no pasar el tiempo con él –sonríe con amor, con ese amor que perdura toda una vida -. Supongo que el darme cuenta de todo lo que había hecho para conquistar mi corazón, lo mucho que se esforzó, lo mucho que luchó para que yo lo aceptara. Tal vez eso fue lo que me hizo quererlo tanto.

Virtual Love | JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora