Nivel 24

29 3 1
                                    

Me encontraba frente a la puerta del edifico de Sora, esperando a que me abriera. Le había dicho que iría a visitarla, y ella gustosa me contestó que fuera hasta su casa, que siempre era bienvenida. Subí hasta su apartamento, y enseguida que el ascensor me dejó salir, me la encontré en el pasillo, con una enorme sonrisa.

Seguía teniendo el cabello rubio, pero como le había crecido lo llevaba por los hombros. Su estilo de vestir no había cambiado demasiado; vestía casi en su totalidad de negro, y joder, lo precioso no se le iría jamás.

Qué mal que Yoongi no tenía intenciones de salir con nadie, porque ella sería la mejor pareja que podría tener; bonita, alegre, de mente abierta, artista, con un estilo discreto y llamativo por igual. Ella combina bastante con él, como un excelente complemento. Claro, el muy idiota prefiere concentrarse en su trabajo, y me parece genial, pero el amor también importa.

Sonreí.

–¡Kate! - corre hasta mi encuentro, abrazándome fuertemente –. ¡Que gusto volver a verte, amiga!

–¡Hola! ¿Qué se cuenta?

–Nada nuevo. Pasa.

Entramos a su apartamento, conduciéndome hasta su comedor donde tenía servida la comida, ya que era la hora del almuerzo. Se había tomado la molestia de hacer de comer y se lo agradecía mucho. Me hace sentar, mientras ella toma cubiertos y demás, sentándose junto a mí cuando termina de acomodar.

–Ahora cuéntame; ¿cómo has estado? Estás últimas semanas no hemos podido llamarnos.

–Bien, finalmente me mudé a Seúl y estoy viviendo con Yoongi – le cuento, comenzando a comer. Ella pega un pequeño y sonoro gritito de exclamación, sorprendida -. Me inscribí a la universidad de tecnología de aquí y él está trabajando en una empresa de entretenimiento. Vamos bien.

–¡Eso es genial! Me alegro por ustedes.

En toda la comida no parábamos de charlar de esto y de aquello. Aunque luego de irme de la capital mantuvimos el contacto por teléfono y nos mensajeábamos diario, haciéndonos muy buenas amigas, realmente no era lo mismo que tenerla cara a cara.

Sora es una gran chica; súper graciosa y muy inteligente. Me gustaba hablar con ella porque siempre tiene algo que decir, comentar u opinar. Se había hecho mi confidente cuando Natalie tuvo que irse a Estados Unidos de intercambio y me quedé sola en Busan. La consideraba muy importante para mí.

–¿Cómo vas con tu tienda de tatuajes? - pregunto, comiendo otro bocado de aquella lasaña que había preparado. Joder, estaba deliciosa, ella tenía mano sabia para esto.

–Estoy terminando el papeleo para el permiso del local y de la licencia. Lo malo de Corea es que necesitas tener título de médico para ser legalmente tatuador, y la carrera es muy larga, pero ya finalicé hace unos meses la universidad, así que solamente me queda esperar – relata, rebosante de alegría. Se notaba lo añorada que se encontraba de saber que tendría su propio estudio legal de tatuajes en poco tiempo.

–Estoy feliz por ti, Sora - sonreímos.

–¿Tu hermanita cómo está?

–Está muy bien – le contesto, sacando mi celular para mostrarle una fotografía de ella -. Mira lo bonita que es. Se parece un poco a mí, ¿no?

–Es preciosa – concuerda, sonriendo -. A mí me hubiera gustado tener algún hermano, pero salí hija única – dice, con un puchero -. Además tienen nombres muy elegantes. Sus padres tienen buen gusto.

–Supongo.

–¿Cómo están las cosas con tus padres? - interroga cautelosa, tomando un sorbo de su bebida.

Virtual Love | JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora