Capítulo 3 - Promesa

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—¡Kim Seokjin!.

Él Rey se levantó de su trono real y bajó con rapidez sin perder su postura altiva. Su túnica roja y de la tela más fina se arrastraba por las escaleras, cepillando la alfombra roja, fina y de alto valor.

Seokjin había evitado los guardias y con destreza entró a sus aposentos sin ser visto. Ahí, cambió su armadura rota por una en perfecto estado y con agua caliente contenida en un recipiente, lavó sus heridas, su rostro y su cabello oloroso a humo.

¿Porqué? La respuesta lo aturdía aún, pero se había encontrado incapaz de decir la verdad a su Rey por primera vez.

Al principio mientras se acercaba al castillo montado en su caballo Moon, tenía la idea y la intensión de explicarle al Rey, por quién juró lealtad, todo lo referido al dragón de escamas negras con tan hermosos orbes esmeralda

Pero no tuvo el valor

En cambio, fingió que aquel dragón aún no había sido encontrado. Así que ahí, frente a su Rey se arrodilló y colocó su mano en su corazón con un gesto de lealtad y eterno respeto.

Y se sintió como una basura, dándole la espalda a su pueblo, a sus compañeros y a la familia real.

—¿Dónde estabas?

Seokjin se mantuvo imperturbable a pesar del creciente dolor en su brazo. Sentía que las vendas blancas se manchaban de carmín poco a poco y que al mínimo movimiento, sus músculos se estiraban dolorosamente, lastimando los bordes de las heridas entreabiertas.

—Buscando él dragón mí señor.— Seokjin mantuvo su mirada en el suelo, sintiendo que sus orbes eran como espejos que reflejarían ante su Rey, la verdad escondida en las montañas nevadas.

—¿Porqué has tardado tanto?
—El Rey parecía inquieto y atemorizado. —¡Necesito encontrar él dragón! Envié a mis hombres a buscar al mago y lo encontré en su casa, solo, sin tí.

Seokjin ahora comprendía la inquietud del Rey, quién empezaba a sospechar de la situación. Sin embargo, las últimas palabras estaban manchadas de una sutil insinuación.

—No he salido de su imperio y no me he encontrado con sus enemigos —Declaró imperturbable, pues sabía que él Rey era bastante celoso de su persona, admirado por su destreza y eterna lealtad, aún desconfiaba de sus oponentes y de la posibilidad de qué se llevarán a su mejor arma.

Seokjin

—Comprendo.— Murmuró el Rey como disculpa aún sin carecer de su altivez y frialdad. —Me alegro de tú regreso ¿Encontraste él dragón?

Su lengua se sintió pesada cuándo por primera vez le mentía a su Rey —No, aún no.

—Es suficiente.— Interrumpió la Reina Yon y apoyó su delicada mano en el hombro de Bon-Hwa. —Seokjin seguirá buscando hasta encontrarlo pero primero debe reponer sus fuerzas.

Seokjin se levantó apretando sus dedos contra su pecho, intentando drenar el dolor de su brazo. —Como desee alteza.

La Reina sonrió y le dedicó una mirada curiosa al Rey, una sonrisa extraña estiró sus regordetes labios rojizos. Él Rey asintió y se giró hacía los guardias. —Llamen a mi hijo.

Seokjin observó en silencio la situación y antes de retirarse, fué detenido por las palabras del Rey. —En el transcurso de la noche, la reina y yo hemos discutido un asunto de gran importancia.

Justo en ese momento llegó el príncipe Jaehwan, un hermoso doncel cubierto por una hermosa tela azul con zonas más transparentes que otras, cuya pedrería y tela fina resaltaban sus atributos más atractivos.

Stone Heart - [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora