Capitulo 50

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Narra Pablo..

Ya era jueves, habían pasado los tres días de reposo y me sentía genial, la espalda no me dolía tanto, solo me incomodaba cuando la remera rosaba con las pequeñas lastimaduras o el moretón que tenía. Pero no era nada grave.

Me puse el uniforme y bajé las escaleras para entrar a la cocina donde estaban desayundando mi viejo y su nueva novia, Inés. Era una señora de cuarenta años, estaba bien conservada para su edad y era muy buena conmigo, o al menos eso fingía.

—Buenos días— saludé y me serví una taza de café.

—Hola Pablo— dijo mi papá sin despegar su mirada del diario.

—¿Como te sentís?— preguntó Inés entregandome unas tostadas.

—Gracias— agarré una y le puse dulce de leche —Bien— contesté a su pregunta.

—Pablo, hoy te llevo yo al colegio, tengo que hablar con tu director— mi papá bajó el diario y me miró.

Yo solo me encogí de hombros y asentí.

+++

Al llegar al Elite, Marizza me estaba esperando en la entrada, pero estaba hablando con Lujan dandome la espalda. Haciendole señas a Lujan para que no le diga nada me acerqué a ella y le tapé los ojos.

—¿Quien soy?— bromee haciendo una voz fina.

—¿Fran? ¿Rocco? No ya se... ¡Simón!— respondió y fruncí el ceño.

Bajé mis manos de sus ojos y me crucé de brazos ofendido, ella se dió vuelta riendo.

—Ya sabía que eras vos mi amor, solo estaba jugando— pasó sus brazos rodeando mi cuello y se paró de puntitas para parme un pico.

—Bueno los dejo solos— dijo Lujan rodando los ojos y se fué.

Creo que no le caigo bien.

Sonreí y abrazé a mi novia por la cintura apretandola más a mí. Bajé un poco mi cara y nos besamos, olvidandonos que estabamos en un colegio.

Al separarnos nos agarramos de la mano y caminamos por los pasillos hasta llegar al bar, allí estaban mis dos mejores amigos que no veo desde hace una semana.

—¡Pablo!— exclamó Tomas al verme y se levantó para abrazarme.

—Hola cabezón— reí y le devolví el abrazo.

—¡Rubio!— Guido imitó a Tomas y vino a abrazarme.

—¡Café!— lo abrazé.

—Nos tenías re olvidados— se separó y me miró ofendido.

—Ya se, perdón— bajé la cabeza —Pasaron muchas cosas.

—Tranquilo, la enana nos contó— Tomas apolló una mano en mi hombro y yo le sonreí a Marizza.

—Bueno Pabli, me voy a cambiar ya vuelvo— me dió un beso en la mejilla y se fué.

La miré irse y ahí me di cuenta que estaba en pijama todavía.

Nos sentamos en la mesa donde anteriormente estaban Tomas y Café, y pedimos unos jugos, faltaban unos minutos para que comienzen las primeras clases.

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