Tomar una decisión difícil

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Los personajes de esta historia no me pertenecen, sino a su creador original Ichiei Ishibumi, no busco el lucro con esta historio, más bien entretener a quien le dedique un poco de su tiempo.

Me encontraba en un bosque en las afueras de la ciudad de kouh, era un bosque lo suficientemente denso para que las personas normales lo evitaran, sin embargo, dentro de este denso bosque había un pequeño claro donde se podía entrenar sin problemas, actualmente me encontraba instalando un campo acotado sencillo y un par de alarmas discretas para evitar los ojos ajenos.

Había pasado más de dos años desde el inicio de mi entrenamiento en karate, actualmente tengo siete años, con solo algunos meses para cumplir ocho, mi entrenamiento fue bueno, ya que había dominado las bases del estilo kyokushinkai a tal punto que mi maestro se sorprendió de mi dedicación, afirmando que no tenía nada más que enseñarme y que lo único que me quedaba por hacer era seguir practicando para refinar mis movimientos mientras crecía.

Aunque estaba feliz por los elogio de mi maestro, no iba seguir practicando este estilo toda mi vida, ya era hora de pasar al siguiente arte marcial, le dije a mi maestro que quería aprender muchos estilos de artes marciales y que no podría dedicarme solo a este estilo, el lo vio de buena manera, diciendo que muchos grandes maestros de artes marciales han hecho lo que yo quería hacer y han obtenido muy buenos resultados, me alentó a seguir adelante, le di las gracias por todo y me retire del dojo.

Habiendo terminado de instalar la última defensa del campo acotado me dedique a revisar si había cometido algún error, al no encontrarlo me dirigí al centro del claro para poder empezar a entrenar con libertad el perder del Boosted Gear, pero actualmente no me encuentro con ganas de realizar ningún entrenamiento como lo he estado esta última semana.

Meto mi mano izquierda en mi bolsillo de mi buzo y saco el objeto plateado para colocarlo frente a mí, era un rosario cristiano que contenía una cruz, todo el objeto estaba hecho de plata, lo miro con tristeza y nostalgia, pues fue el ultimo regalo que me dio mi amigo Shidou antes de irse del país por asuntos de trabajo de su padre.

[Vamos compañero no puedes estar triste toda la vida]

Una de las cosas que ha cambiado en el último tiempo, es que ya no necesito estar durmiendo para poder comunicarme con Ddraig, ahora puedo hablar con él, unas dos horas al día, aun me falta para poder hablar las veinticuatro horas, pero es mejor que cuando empecé.

"lo sé Ddraig... pero no me siento con ganas de hacer nada... el era mi mejor amigo... mi único amigo que estuvo en las buenas y en las malas" lo dije con tristeza.

[Sé que él era tu mejor amigo pero, ¿el querría verte así de deprimido?]

Esas palabras de Ddraig me hicieron recordar los eventos que surgieron hace dos semanas.

Hace dos semanas me encontraba jugando con mi hermanita, ella ya tenía dos años, podía caminar aunque de manera algo torpe y pronunciar algunas palabras, según mis padres ella parece ser bastante inteligente ya que aprende todo rápido, pero a mí eso no me importaba, si fuera súper inteligente o algo torpe la seguiría amando igual como un buen hermano mayor.

Mitsuki: "oni-tan" me llamo alegremente.

No sé porqué cada vez que escucho esa palabra mi mundo se rompe y se recrea, actualmente debo tener un sonrisa tonta, tanto es así que Shido me empezó a llama estúpido siscon, pero a mí eso no me importa nada, ¡maldición! ¿Dónde está el teléfono cuando se necesita?, tengo que inmortalizar este momento.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por los golpes frenéticos de la puerta y el llamado de mi nombre, esta voz no era nadie más que de shidou, pero se le notaba alterado, rápidamente dejo a mi hermana al cuidado de mi madre y me dispuse a abrir la puerta.

High School DxD AlternativeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora