____ permaneció en la bañera un buen rato, hasta que entró completamente en calor. Se entretuvo entre tanto observando el cuarto. Era todo de color crema y de madera brillante y oscura. Austero y masculino, pero cálido y elegante.
Finalmente, salió de la bañera y se secó con una toalla gigantesca y esponjosa. Se secó también el pelo lo mejor que pudo, habida cuenta de que no parecía haber por allí ningún secador. Decidió dejarse el pelo suelto y se dirigió, al dormitorio.
De nuevo, encontró allí la misma combinación de colores, crema y madera oscura, un gran sillón de cuero de apariencia muy confortable en un rincón, y el mismo toque de limpieza y masculinidad.
Tenía intención de no mirar la cama, no quería saber siquiera como era, y menos imaginársela, con él en ella; pero era allí, donde él le había dejado la ropa.
Había unas maletas muy elegantes, abiertas sobre la cama; repletas de ropa de mujer. ¡Qué interesante!
¿Qué clase de hombre tenía en su casa, un montón de maletas llenas de ropa de mujer?
Echó una ojeada, a la primera maleta que vio. Era una maleta, verdaderamente grande.
La ropa era sin duda, de una mujer joven. Joven y bien formada, a juzgar por el estilo y la talla de los vestidos.
Él no tenía, ninguna hermana. Ella conocía bien, a todos los miembros de su familia. Aunque, ahora que lo pensaba, ¿no había estado casado, uno de ellos? ¿No sería Harry?
Siguió mirando más vestidos; la mayoría estaba sin estrenar, y lucían aún las etiquetas, con el precio. Finalmente encontró unos pantalones vaqueros, que pensó le sentarían bien y luego se decantó, por una blusa blanca.
Escogió también un sujetador de color rosa pálido, que supuso sería de su talla, y se preguntó luego, si habría por allí más calzoncillos. No quería usar ropa interior que fuese, de otra mujer.
Encontró un maletín lleno de ropa interior, con bragas de colores brillantes de todos los estilos y de una gran variedad de telas... Bueno, no eran de su estilo, pero al menos tenían también, las etiquetas puestas.
Eligió unas de color lavanda y se congratuló de no tener que ir sin bragas, por la casa.
Había incluso, un estuche de maquillaje.
____ lo abrió y encontró allí, un verdadero arsenal de cosméticos, perfumes, lociones...
¿Por qué se había ido la dueña de todo aquello, con tanta prisa?
____ se decidió por cosas sencillas, pero prácticas: una buena loción para la cara, un poco de brillo labial para sus labios resecos y... ¡Eureka!... un secador. Ahora podría por fin, secarse el pelo.
Se vistió rápidamente, se secó el pelo y, armándose de valor, abrió la puerta y salió del dormitorio.
Era el único dormitorio que había, en aquella ala de la casa; aunque vio también una sala con la puerta cerrada, probablemente el estudio de Harry, y la biblioteca con el ordenador, que él había mencionado. Volvería allí, tan pronto encontrase algo de comer.
La sala de estar era enorme. Una gran chimenea de piedra, dominaba el espacio. El mobiliario era igualmente de gran tamaño, todo de cuero suave y lustroso y de madera pulida.
Echó una mirada, por uno de los grandes ventanales de la estancia y comprobó, que seguía haciendo un tiempo horrible.
En la cocina, se encontró una olla de sopa hirviendo a fuego lento, que olía maravillosamente y una nota. Marta, el ama de llaves, decía en ella que había dejado la sopa para ____ y el señor Harry, y que aunque la dejasen así en el fuego todo el día, seguiría estando bien por la noche; que no dudara en servirse cualquier cosa que le apeteciera, de la cocina y que se sintiera como en su propia casa. Había un número para que la llamara, si necesitaba algo. Marta vivía en una casita, cerca de la casa principal, aunque, ciertamente, el servicio telefónico había estado funcionando desde la tormenta, con algunas deficiencias.