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Él volvió a poner las manos en los brazos de ella, ahora con más delicadeza que antes, acariciándolos suavemente.

Ella se puso en guardia, pero le dejó.

-Lo siento mucho -dijo-. No acostumbro a tratar así, a las mujeres. Es sólo que... desde que me enteré de lo de Charlie, no puedo dejar de pensar en él, creciendo con los McCord -ella le dirigió una mirada, de entendimiento y comprensión-. Nosotros, no queremos hacerle daño.

Ella bajó la cabeza y dejó escapar algunas lágrimas, mientras una cortina de pelo le tapaba casi toda la cara.

Él la vio estremecerse y estuvo tentado de estrecharla entre sus brazos, pero comprendió en seguida que los tiempos en que ella recibía gustosa sus abrazos, ya habían pasado.

-¿Qué pasa, Red?

-No veo claro el futuro de Charlie, tal como están las cosas entre tu familia y la mía.

Él, tampoco lo veía.

____ se estremeció de nuevo, y Harry decidió levantarse, para no caer en la tentación de tomarla en sus brazos.

La tapó tiernamente con la colcha, mientras ella le miraba con los ojos tristes, llenos de pena. Se permitió pasarle suavemente la mano por su mejilla, enjugándole las lágrimas, y entonces ella pareció, aún más apenada.

Unos ojos tristes, unas mejillas húmedas de lágrimas, una maravillosa melena extendida sobre la almohada de una cama, en una cabaña donde estaban ellos dos solos, sin nadie más en varios kilómetros a la redonda.

Se preguntó qué haría ella, si la besara. Si no echaría de menos, sus caricias de la noche anterior. Si habría preferido, que no hubieran sido tan cautelosos y precavidos. Esa noche ella le habría dejado hacer cualquier cosa, que él hubiera querido. Lo sabía, muy bien.

Pero él había querido, algo mejor para ella. Una cama blanda, un buen fuego y un techo sobre sus cabezas. Pero sobre todo..., tiempo.

Había confiado en que lo tendrían. No podía imaginar que algo, pudiera trastocar sus planes. ¡Qué estúpido había sido! Ahora siempre se preguntaría, cómo podrían haber sido las cosas con ella.

-Voy a atizar un poco más el fuego. Duerme tranquila. Probablemente, antes del mediodía vendrán a por nosotros y nos iremos a la casa del rancho y... no sé, ____. No sé qué haremos, a partir de entonces. Supongo que te traeremos tu Jeep y... no sé. Sencillamente, no lo sé.

¿La dejaría ir? ¿Así, sin más? No. Él no haría eso. Pero ¿qué otra opción tenía? ¿Olvidarse de ella? No creía que eso, fuera posible.

Se acostó de nuevo junto al fuego, y se quedó mirándola fijamente, hasta que se quedó dormido.

Alguien entró en la cabaña, al despuntar el alba. Harry se levantó, algo dolorido de la noche pasada en aquel suelo, que era casi tan duro como la roca en que había dormido la primera noche, y allí estaba Calvin Waters, el hombre que había estado trabajando en el rancho, desde que Harry era un niño.

-Lo siento, patrón. Dijo, que nos ocupásemos primero del ganado y eso hicimos. Nos llevó algo más de lo que pensábamos, y luego...

Se interrumpió, al ver a ____ levantándose de la cama al otro extremo del cuarto, con un aspecto somnoliento, pero desprendiendo, con su melena de fuego a la luz de la mañana, una imagen llena de sensualidad.

Harry creyó oír a Cal lanzando, una exclamación de admiración. No era para menos.

Cal se volvió hacia Harry y le dirigió una mirada, que parecía decir: «¿Qué diablos estás haciendo ahí en el suelo, cuando tienes a una mujer como ésa en la cama?».

Diamante de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora