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Necesitaba salir de la casa, para tomar el aire. Aunque estuviera lloviendo. Se puso sus botas, que encontró limpias en la entrada, y un impermeable que estaba colgado en el perchero, y salió al exterior. La tormenta había perdido fuerza, pero no había indicios de que fuera aparar.

Se dirigió al establo. Era grande y estaba muy limpio. No tenía grandes comodidades ni lujos de ninguna clase, pero allí, los caballos de Harry Styles, parecían estar muy a gusto.

Afortunadamente, no había nadie, excepto los caballos. Caminó despacio de pesebre en pesebre, dando gracias por aquellos breves momentos de tranquilidad, asomándose para contemplar a aquellos bellos animales, que la miraron con curiosidad, alzando la cabeza por encima de la valla de madera.

El caballo de Harry, Murph, estaba alojado en el último de los pesebres. Cuando llegó hasta él, reaccionó como si la recordara, porque esbozó algo muy parecido a una sonrisa y se incorporó, como si le estuviera pidiendo que montara.

-Eres muy guapo -le dijo ____, acariciándole el lomo.

Estaba todavía cautivada por el caballo, cuando Harry entró en el establo y fue hacia ella.

____ respiró profundamente, preparándose para una nueva discusión.

-Lo siento -dijo en cambio, él-. Nada de esto, es culpa tuya.

-Yo también lo siento -admitió ella-. No quise insinuar que me guste la idea, de que tengas que dejar este lugar algún día. Espero de todo corazón, que eso nunca llegue a suceder. Espero que nuestras familias puedan entenderse y nunca tengas que irte, de aquí.

-Gracias, pero soy realista. No tengo mucha fe, en que pueda suceder algo así.

Harry se acercó a Murph y acarició al animal con mucho cariño, algo que le hizo a ella recordar la forma en que la había tocado, la ternura, la delicadeza con que había recorrido su piel. Murph parecía hechizado. ____ estaba segura de que estaría dispuesto, a dar la vida por su amo.

-¿Ya empiezas a cansarte, de este lugar? -le preguntó él.

-¿Lo dices porque he salido, con la que está cayendo? -replicó ella-. Yo no soy tu exmujer, Harry, yo adoro la tierra. Me encanta cabalgar, disfrutar de la naturaleza... Nunca me cansaría, de un lugar como éste.

Cabalgaría todas las mañanas, hasta que saliera el sol. Exploraría aquellas minas abandonadas, para averiguar cómo eran, imaginándose a los hombres de un siglo atrás excavándolas, en busca de plata. No pararía hasta conocer el último palmo de terreno, de aquel inmenso rancho... Y... Sólo eran, sueños.

Los sueños de una vida, que nunca podría tener.

-Bueno, el parte meteorológico dice que... -empezó a decir ____, dejando atrás sus fantasías.

-No tiene buena pinta -dijo él, terminando la frase.

-Sí, lo sé -asintió ella-. Lo estuve consultando, en tu ordenador. Dicen que podría seguir lloviendo, cuatro días más.

-Tenemos varios todoterrenos. Podemos intentar llevarte a Llano, aunque podríamos quedarnos atrapados...

-No -dijo ella.

Estar bajo el mismo techo que él ya era suficientemente difícil, como para arriesgarse a quedar encerrada en el reducido espacio de un coche, aunque fuera un camión.

-Bien, entonces tendremos que esperar a que escampe. ¿Has podido avisar a tu familia? ¿Saben que estás bien?

-Le envié un correo electrónico a mi prima Gabby, a mi hermana y a mi madre. No sabían, que iba a venir aquí. Creían que estaba con un equipo arqueológico, en Nuevo México. El único que sabía la verdad, era mi hermano Blake. Le he enviado un mensaje, diciéndole que estoy a salvo; pero no le he dicho que estoy en tu rancho. Habría hecho miles de preguntas, y...

Diamante de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora