A la mañana del día siguiente, Alex acababa de irse de mi casa después de aceptar el favor que le pedí, yo había terminado de empacar un par de maletas. La noche anterior me aseguré de llamar a mi madre para decirle que iba a ir el día siguiente además de reservar mi vuelo.Tenía un porro entre los dedos mientras observaba mi habitación, sentada al borde de mi cama, estaba segura que no sería la última vez que estaría aquí pero de lo que estaba segura es que si volvía, no sería por más de un par de días.
Iliana ya no me importaba, el día anterior me fui del hospital al ver a sus padres llegar, les dije lo que pasó y después de eso simplemente salí caminando de ahí.
Su fotografía ya no me transmitía nada, sólo se quedó en un recuerdo agridulce el cual había decidido tirar a la basura.
Por otro lado, la foto partida a la mitad probablemente me haría daño guardarla, pero decidí que siempre se quedaría conmigo para recordar que la olvidé.Violeta, sabes muy bien que esa es una excusa para recordarla. Para recordar que tú no la olvidarás así como ella hizo contigo, aunque no haya sido su culpa.
Lo sé. Ya sabes lo que dicen... el primer amor nunca se olvida.
Pero ella me olvidó.Te diría que tienes un gran ego por pensar que tú fuiste su primer amor, pero tienes razón en una cosa. El primer amor nunca se olvida y ella no te ha olvidado, Let. En el fondo lo sabes muy bien, ¿sabes por qué? Porque yo soy ese fondo, el fondo que siempre ignoras.
[...]
Había salido de mi casa y tomé un taxi directo al aeropuerto, no era tan lejos pero debía llegar un par de horas antes para hacer el check-in.
Mientras me paseaba por el aeropuerto buscando el lugar para hacer el check-in, choqué con alguien por estar distraída.
— Oh, lo siento, disculpe —dije sin mirar a la persona, di un par de pasos para seguir caminando pero sucedió lo inesperado.
— ¿Let? —inquirió aquélla voz femenina haciéndome parar en seco y girar a verla.
¿Cuáles eran las probabilidades de cruzarme con ella justo hoy?
Carla, la hermana mayor de Victoria me había reconocido. Era idéntica a Victoria, sólo que con diez años más sobre ella, castaña con el cabello hasta los hombros, al rededor de 1.70 centímetros, lo podía deducir porque estaba a mi altura.— ¿Carla? —fruncí el ceño.
— ¡Dios! ¡Mírate! —se acercó a mi sonriendo sorprendida, con una enorme maleta de llantitas que arrastraba con una mano y otra que colgaba de uno de sus hombros—. ¡Cuanto has crecido! ¿Cómo has estado?
— Wow, ¿aún me recuerdas? —reí levemente arqueando las cejas.
— ¡Cómo olvidarte! —exclamó sin borrar su sonrisa—. Si mi hermana estaba perdidísima por ti.
Reí ahora un poco incómoda, tratando de ocultar la incomodidad con algo de vergüenza.
— Pero dime, ¿cómo has estado?
— Pues... meh, no me quejo.
Ella me miraba con una sonrisa.
— Perdón, es que es rarísimo verte tan cambiada —rió levemente—. ¿Te puedo hacer una pregunta?
— Claro, dime.
— Es... ya sabes, sobre Tori —hizo una breve pausa—. ¿Aún se hablan? Digo... ¿Te recordó?
Esas preguntas eran una bomba para mi pero al parecer ella no se había dado cuenta. Han pasado cuatro años desde la última vez que vi a Carla en ese hospital y creo que pensaba que lo había superado.
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Adicta
Teen FictionNo sé por qué me llamó tanto la atención si ella fumaba hierba y eso me disgustaba. Tal vez fue su sonrisa, sus ojos o su forma de ser. Quería leer ese libro, quería leerla a ella. La juzgué por como se veía, y ese fue un gran error. La adicta me in...