Eran las siete de la noche, y Harry no había vuelto.
Pansy miró por la ventana del cuarto, imaginando si finalmente había conseguido poner un punto final a la relación de ellos.
Se arrepentía de las amargas palabras que había expresado.
Aunque verdaderas, deberían haber permanecido para siempre en el rincón más oscuro de su mente, pues nada adelantaba con traerlas a colación.
Solamente empeoraban la situación.
Harry había sentido tanto como ella la pérdida de su segundo hijo, y había sufrido con la culpa, pues sabía que Pansy tenía conocimiento de dónde y con quién estaba, cuando ella lo había necesitado tanto.
Al final de aquella discusión por la mañana, ella observó el agotamiento tomar forma en el rostro sombrío, arrogante y orgulloso de Harry.
Él había perdido el color, su boca había temblado, la mirada se había desviado de su rostro.
Pero Pansy ya había podido ver el infierno íntimo que aquellos ojos revelaban.
—Oh, Harry... —había murmurado entonces—. Yo...
Había querido decir «lo siento mucho», pero no había tenido tiempo, pues Harry ya había salido de su casa.
Si el suelo la hubiera tragado en aquel instante, ella habría quedado feliz por el castigo merecido.
Pansy había pensado que el odio que sentía por Harry después que él había ido a verla a la cama de hospital, saliendo de los brazos de Ginevra, había desaparecido en aquellos tres años.
Se sentía mal al descubrir que nada había cambiado dentro de ella, y principalmente por saber que en el piso de abajo James miraba por la ventana, como ella, a la espera de su adorado papá.
Ella le había dicho al niño que su padre fue a la ciudad, a atender unos negocios, y que volvería tan pronto terminara.
El poderoso ruido de un coche deportivo llegó hasta ella.
Lágrimas de alivio corrieron por sus mejillas.
Bajo, largo, negro e impresionante, el coche deportivo de Harry paró frente a la casa.
El rostro sombrío de él se iluminó en una ancha sonrisa, cuando vio a James en la ventana.
Él había estado en su apartamento de Londres, evidentemente y se había cambiado de ropa.
Vestía pantalón de lino negro y camisa vino, que realzaban su cuerpo musculoso y ágil.
El rostro recientemente afeitado no demostraba señales de cansancio.
Sólo al italiano bien parecido, poderoso y rico, que era en aquel momento.
Estacionando el coche, Harry apenas tuvo tiempo de abrir los brazos para coger a James, que corrió hacia él, parloteando.
Harry miró por encima y vio a Pansy.
La fulminó con la mirada, pareciendo retarla a quitarles aquella felicidad.
Ella no lo intentaría, ni lo deseaba.
Alejándose de la ventana, Pansy se tiró en la cama, intentando adivinar cual sería el próximo paso.
Nápoles, claro, una voz bromista dentro de ella le informó.
«Tendré que entrar en la trampa que Harry me jugó», pensó ella.
«¡Haré exactamente eso, pues, al intentar destruirlo esta mañana destruí mis propias ganas de luchar contra él!»
Se levantó y fue hacia el piso de abajo, a enfrentar lo que fuera preciso.
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La Venganza
FanfictionPansy sabía que Harry Potter nunca la había perdonado por poner fin a su matrimonio y marcharse de Italia con su hijo. Cuando se enfrentó a Harry por los planes que supuestamente él tenía para volver a casarse, su todavía marido adoptó una actitud h...