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—Si aún tienes alguna preocupación con tu bienestar físico, mantén la distancia —Pansy señaló.

En el pequeño, pero soleado patio, Pansy colgaba ropas en el colgador, buscando olvidar los últimos acontecimientos con aquella tarea trivial.

Habían jugado a la familia «feliz» durante toda la mañana, tomando un delicioso desayuno juntos, mientras planes y más planes para una vida futura eran los temas de conversación entre Harry y James.

Enseguida, el chico había llevado a Harry a conocer su cuarto, sus tesoros, sus juguetes.

Parecía estar en el séptimo cielo.

En aquel momento, estaba en la casa de su vecino y mejor amigo, contándole las novedades.

Eso había dejado a Harry libre para reunirse con Pansy.

—¿No tienes secadora de ropas? —preguntó él, arrugando la frente.

En vez de responder, Pansy sacó otra pieza de ropa del cesto y se concentró en colgarla.

No tenía conciencia de como el sol jugueteaba con sus cabellos, sujetos firmemente en un moño, separando hilos negros y azules en una fascinante danza de colores.

Tampoco imaginaba que Harry observaba su falda ajustada, que realzaba las curvas perfectas, y la corta blusa blanca que denunciaba los senos que sobresalían del sujetador.

Él la contemplaba desde la sombra proyectada por la casa y pensaba en lo que había ocurrido aquella mañana.

Pansy suspiró, y se dedicó con más empeño a la tarea, pues sentía las viejas sensaciones aflorando de nuevo.

—¿No puedes dejar eso para después? —preguntó Harry de pronto.

Tenemos mucho que conversar, mientras podamos.

—Creo que ya hablé demasiado por hoy —respondió, irónica.

—Estás nerviosa —él comentó.

—¿Lo estoy? —Ella se volvió hacia él.

Pensé que estaba absolutamente tranquila.

Oían voces de niños en el otro lado de la valla, y una de ellas podía ser la de James.

Harry parecía darse cuenta de eso muy bien, pues se aproximó a Pansy para que su conversación no pudiera ser oída fuera del patio.

—Sabes que yo no tenía alternativa —intentó él justificarse.

—El Todopoderoso —replicó.

Quedé impresionada, Potter.

—No me lo pareció —suspiró él, mientras cogía otra pieza de ropa del cesto y se la entregaba.

¡Harry Potter ayudando a colgar ropa en un patio!

Por alguna razón absurda, aquel cuadro hizo que el instinto sexual de Pansy reaccionara nuevamente de manera familiar.

—Hice mi vida aquí —comenzó ella.

Tengo un trabajo que adoro y compromisos que necesito cumplir.

—Con tus calificaciones como secretaria bilingüe, no te faltará trabajo —Harry se apresuró a asegurarle—.

Malfoy & Nott no es la única firma de abogados especializada en derecho europeo.

—¿Sabes dónde trabajo? —preguntó ella, sorprendida.

—James ha sido un pródigo narrador de historias sobre el trabajo importante de su mamá.

La VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora