Capítulo 19

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Desde su trono observaba a aquellas máquinas para matar listas para seguir todas sus órdenes, el camino al cielo sería rápido, pero debía serlo él aún más, antes de que cometieran un error que costara la vida del mundo entero.

— Si YangYang está vivo y sano lo traeremos aquí, no dejaré que hagan una guerra. Pero si le falta aunque sea un solo pelo no duden en atacar.

Kun Hang no sabía que no era un pelo lo que le faltaba, era un ala y próximamente otra.

Con el tiempo que permaneció en el infierno pudo recuperar sus energías y se sentía más fuerte que nunca, más enojado que nunca y con ganas de que sangre pura manchara sus manos.

Era hora de visitar a un viejo amigo.

— Señor, espero que usted sepa lo que implica una guerra santa. No solo será por su pretendiente, la guerra no terminará hasta saber quién triunfará. Si el bien o el mal. El ganador tendrá poder en el mundo entero y el perdedor  morirá.

Kun Hang lo sabía, sabía que era el momento de enfrentar un momento que costaría la vida de alguien.

Los humanos decían que el bien siempre triunfará sobre el mal, pero, ¿Quién es el bueno y el malo aquí?

— Partiremos mañana cuando el sol se oculte.

Un joven castaño llegó corriendo y algo alterado, no se molestó en tenerle el debido respeto al jefe, pues seguramente se le olvidaría cuando le diera la noticia.

— ¡Señor! ¡Me acaban de informar que le cortaron un ala al ángel, planean matarlo!

— O quizás ahora — susurró Jeno.

Silencio, los presentes estuvieron asombrados y la expresión de Wong era tan oscura que la noche no era nada a su lado.

Los zapatos negros resonaban en aquel salón, no dijo nada y solo se acercó hasta la gran puerta del lugar.
Solo pasaron unos segundos antes de que aquella pudiera dirigir a todos hacia el cielo.

— Jeno.

El peli azul fue corriendo hasta él y un tanto nervioso preguntó:

— ¿Sí?

— Asegúrate de que no quede nadie vivo.

— Sí, señor.

Tal como se les pidió todos los demonios salieron del infierno y se adentraron en el cielo, los gritos no tardaron en llegar, la sangre tampoco, y aquel bello y celestial paraíso se tornaba rojo y cada vez más oscuro.

Haría del cielo un infierno.

Forbidden love | HenYang Donde viven las historias. Descúbrelo ahora