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Changkyun tenía razón.

Deseaba otra vez tener a Yoo Kihyun para mí porque me excitaba...

Aunque se burlaba de mí, al menos me creía capaz de hacer algo que ni yo mismo podía creerme capaz incluso después de tantos años de intentos fallidos. Me dio mi primera y posiblemente mi última noche, me hizo probar el placer del sexo incluso en una situación tan desagradable para ambas partes ¿Cuánto más le podía pedir? No quiero una llave para acostarme con un prostituto, no quiero tener que guardar un secreto para poder tener sexo, no quiero usar el cuerpo de un persona como un consolador, no quiero que ese cuerpo sea el de Yoo Kihyun... por ese camino no marchan mis principios.

Regresé a mi oficina muy desconsolado y desanimado y creí que tal vez por ello Changkyun no salió a mi encuentro, realmente no quería decirle a nadie mis desafortunados sucesos y me ayudó que Changkyun ni siquiera se encontrara en su oficina entonces... sin embargo, me extrañó que tampoco volviera ni un par de horas después, hasta que recibí su mensaje diciendo que estaba en casa porque se había sentido mal del estómago, lo que no me sorprendió con toda la chatarra que comió estos días. Otra vez estaba solo y así transcurrió mi día hasta que se hizo la hora de regresar a casa.

Ocupando mi mente con trabajo la hora se pasó y ya eran entrada las nueves y yo aún estaba archivando facturas, haciendo historiales, cuentas y registros, en fin, todo el trabajo que había postergado por tanto tiempo y que creí que era el que más me agobiaba y desanimaba pero resultó ser el que más me ayudó a ignorar por varias horas el hecho de que Yoo Kihyun me veía como un depravado e internamente me sentía como tal, pero tan pronto como me di cuenta que era tarde y que tendría que haberme ido hacía horas el remordimiento regresó.

Froté mis ojos antes de darme cuenta que a esa hora ya no había transporte para mi casa y caí en cuenta que me tocaría caminar, así que muy desanimado recogí todo antes de que se me hiciera más tarde y me fui a paso lento considerando una y otra vez si debía quedarme para evitar la caminata de dos horas, igualmente reconocía que la silla de mi oficina era acogedora.

En el primer piso del edificio se encontraba el comedor y algunas oficinas a lo largo del pasillo que ya se encontraban cerradas. Por la noche solo se quedaba el guardia en la puerta principal y los de seguridad en una cabina a las afueras del estacionamiento, realmente en el primer piso no había nadie, ni si quiera algunos quienes a veces se quedan trabajando hasta tarde o incluso hasta el día siguiente. El ambiente se había preparado sacando a todos del edificio y dejando mi alma y la de la persona que, nuevamente, escuché llorar mientras pasaba enfrente de los baños.

No voy a mentir, sentí que era un maldito deja vu, pero no podía solo ignorarlo cuando el llanto inundaba el pasillo y ni siquiera el guardia sentado tras la puerta de cristal enfrente del edificio atendía al desgraciado ser dentro del baño.

Podía ser cualquier otra persona, podía ser cualquiera del área de administración, quizás alguien de seguridad frustrado de la vida, un empleado de limpieza que se hubiese quedado en el edificio porque la paga no es lo suficiente como para pagar un alquiler y simplemente no sé por qué pensé en todas esas opciones, si cuando toqué la puerta del cubículo sabía claramente quien iba a salir de ahí.

Primero hubo un largo silencio incómodo que me dejó en suspenso, esta vez no había dicho ni una palabra por lo que no me sorprendió la expresión del que estaba adentro cuando salió y me vio, no podía saber que era yo, pero igualmente me sentí desconcertado con su expresión; parecía haber estado esperando que Superman o un héroe sexy lo sacara del baño, pero solo resultó que era yo, imagínense la "desgracia" en su cara.

—No otra vez tú... — chilló la voz de ese enano cuando abrió la puerta y suspiró con hastío.

Kihyun se encontraba otra vez desarreglado (como si hubiese salido de un combate y su contrincante lo hubiesen revolcado sin compasión) con su expresión roja y húmeda por el llanto, pero fastidiada por mi simple presencia. Entonces bajó la palanca del inodoro como si lo hubiese usado, pero ese movimiento ya lo conocía y a partir de ahí pude anticipar cualquier cosa que hiciera y quedé nuevamente desconcertado al esperar algo que nunca ocurrió.

ADDICTED [Showki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora