Capítulo 6: El primer paso

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Nayeli

Debía de ver muy bien en que me había metido de un momento a otro, ahora debía escribir un comic con un chico que conocí desde hace algunos días. Debía escribir la historia de un comic que él ya había imaginado, prácticamente quería que a partir de sus dibujos le diera una historia que ya contaba por si sola. O quizás quería que fuera yo quien inventara una historia completamente nueva, inspirada en algunos simples bocetos que él tenía. Sea cual sea la verdadera opción, no dejaba de ser algo personal. Bastante personal.

Finalmente, decidí pedir un poco de ayuda. Al llegar al salón me encontré con Alice y le conté lo que había pasado. Sabía bien que Alice parecía no apoyar tanto la idea de que hablara más de Alex que de Odín, pero Odín no me había pedido hacer un comic juntos, es más lo único que me había pedido era ir a comer—algo que claro no negué—, pero sabía que ella podía ayudarme.

— ¿Y tú accediste? — preguntaba después de contarle todo.

—Sí, era la mejor forma de seguir en contacto con él.

—Era más fácil pedirle su número— dijo—. Pero creo que te gusta complicarte la vida.

—No es tan complicado, además tú sabes muy bien que si fuera por mi le pediría que nos comunicáramos por cartas.

—Si le dices eso podrías asustarlo.

—No es nada raro pedir eso, además solo será una.

—Entonces pídelo, él te pidió que hicieran juntos un comic, así que tienes tu derecho.

—En ocasiones das buenos consejos—dije mientras reíamos y tomábamos clase.

El resto del día fue bastante normal, las mismas clases, mismos profesores y mismos compañeros. Alice y yo siempre nos sentábamos juntas, Odín era mayor que nosotras y estaba por terminar su carrera, él estaba en otra carrera, pero en la misma universidad. Alice destacaba más por su forma de ser y por su físico, siempre tenía algún pretendiente, en cuando a mí, no es que no fuera atractiva, pero parece que la mayoría siempre va primero por Alice antes que por mí y solo me dejan en segunda opción, claro salvo algunas excepciones.

Después de clases Alice se ofreció a llevarme a casa en su auto, normalmente me encantaba ir con ella, no solo para ahorrar un poco de dinero o para evitar estar en un vagón con varios desconocidos, sino porque me gustaba estar con ella. Pero en esa ocasión sentí que debía rechazar su propuesta. Quizás solo era una corazonada, quizás temía que Alice siguiera insinuando que le diera una oportunidad a Odín antes que, a Alex, pero al final termine tomando el tren.

A los cinco segundos me había arrepentido, el clima era fatal y deseaba estar en la comodidad y calidez del auto de Alice, lo único que podía esperar era que el vagón tuviera un poco de aire acondicionado. Entre para refugiarme del frio a tal velocidad, que sin querer trómpese con un chico que estaba saliendo. Al entrar y sentir el cálido y extrañamente reconfortante ambiente del vagón, mire de un lado a otro buscando un lugar —y con suerte encontraría a Alex—, hasta que lo vi.

Él estaba mirando justo a la puerta, como si estuviera esperando a alguien o despidiendo a alguien—que sería lo más probable—, por fortuna, el asiento a su lado estaba vacío.

Por un momento dude sí solo debía sentarme y hablar sobre el frio casi polar que había afuera — que a él, parecía no afectarle, ya que incluso no traía chamarra—, después pensé que sería mejor preguntarle si podía sentarme. Al final decidí hacer una mezcla de ambas.

—Hola Alex— dije sonriéndole mientras él hacía lo mismo—. Hoy es un buen día para un café, ¿no crees?

—Hola Nayeli— dijo—. También se podría un buen chocolate.

—Sí, un buen chocolate caliente también es una buena opción— dije —. Por cierto, ya te he dicho puede decirme Naye, me gusta más que Nayeli.

—Está bien, entonces ahora te diré Naye en lugar de Nayeli, aunque en si me gusta tanto tu nombre, que no sé por qué quieres que lo reduzca.

Inevitablemente sonreí al escuchar eso, no se veía que lo dijera como la mayoría para intentar quedar bien. Aunque por alguna razón yo sabía que él no era clase de persona. Se escuchaba sincero, tímido en ocasiones, pero sincero.

—Deberíamos encontrar una nueva forma de vernos— dije—. No es que no me guste, pero no es tan común.

—Yo digo que es más casualidad que nos veamos siempre así. Aunque si me gustaría que nos viéramos en un lugar distinto.

En ese momento encontré al fin una apertura para intentar hacer que mi pequeño capricho se volviera realidad. No pude evitar sentirme mal por hacerlo, pero no quería quedarme con la duda.

—También podríamos comenzar a conocernos más—dije lanzando mi jugada.

—Eso estaría bien— dijo aceptando, bueno, más o menos—. ¿Te paso mi numero?, ¿o tengo que hacerte preguntas?

— ¿Se podría en una carta? — dije mientras el cambiaba drásticamente su expresión—. Solo será una o dos, es más personal que solo hablar atrás de una pantalla.

Perfecto, no se me había ocurrido una excusa más tonta que esa. Dude seriamente en activar el freno de emergencia y salir corriendo antes que él contestara, o quizás podía aventarme por la ventana o fingir que me había desmayado.

—No soy muy bueno escribiendo—dijo tranquilamente—. Puede que incluso te decepciones un poco, y no solo por mi redacción.

Solté un suspiro de alivio al ver que había aceptado mi propuesta. No podía ser tan malo redactando y menos si es solo una carta entre dos personas que su única forma de encontrarse es en un vagón rodeado de más extraños. No era lo más romántico del mundo, pero no esperaba que lo fuera. En cuanto a su caligrafía, bueno la mayoría de hombres suelen tener una letra poco entendible, o al menos algunos.

—O puedo conocerte como nadie más lo ha hecho.

—Me gusta que veas siempre lo positivo.

—Yo no creo que sea así, pero es una forma de reconfortarse, como si me digiera a mí misma que no todo esta tan mal.

—Esa es una buena forma de ver las cosas.

— ¿Entonces si nos enviamos cartas?

—Sí, aunque ya estas advertida y te puedes arrepentir.

—Y yo ya te dije que no lo hare.

— ¿Cuándo te la daré?

—Si nos encontramos el viernes, que sea el viernes, pero si no, entonces hasta el domingo.

—Está bien.

Lamentablemente al voltear a la ventana vi que estábamos por llegar a nuestro destino. Jamás se me había hecho tan corto el camino a casa, creo que conocer a Alex había hecho que incluso esperara encontrarlo, aunque claro, eso era solo una teoría.

—Yo debo bajar primero— le dije cuando al fin llegamos—. Porque sabes que intentaría invitarte a salir antes del sábado.

—Supongo que no me queda más que esperar.

—Así es, pero en compensación, ya tengo una historia para tu comic que creo te gustara.

—Nuestro comic—dijo corrigiéndome—. Y entonces esperare a que salgas.

—Espero verte pronto.

Cuando las puertas se abrieron espere a que saliera todo el mar de personas, había algo que desde hace tiempo me llamaba de atención, y ya que me había armado de valor como para pedirle que me escribiera una carta, no veía que daño podía hacer eso.

Así que me levante y despeine ligeramente su cabello, era más suave de lo que yo creía, incluso note un ligero y agradable aroma.

—Eso es como un saludo de mejilla para mí, pero más personal—dije excusándome antes de salir y desaparecer en el andén mientras él se quedaba mirando.

La última estaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora